Regla de Tres

Zalce bajo la lupa


Aunque su obra no ha sido catalogada, se calculan en alrededor de tres mil las piezas que realizó entre murales, pinturas, esculturas, grabados, dibujos, serigrafía, cerámica y joyería

Alfredo Zalce (1908-2003), artista nacido con los vientos de la Revolución Mexicana y del espíritu de impregnar los discursos del arte con los valores de aquella época que auguraba un nuevo orden político, dejó tras de sí un legado que aún sigue dando sus frutos en nuevas generaciones de artistas -que aprenden de sus antiguos pupilos- y en el campo de la investigación. Los trabajos de su archivo personal permiten profundizar en el personaje y aportan nuevas herramientas a estudiosos de la historia del arte y otras disciplinas.

Un museo (el de Arte Contemporáneo) y un certamen con su nombre (la Bienal Nacional de Pintura y Grabado), y edificios históricos cubiertos con su obra mural y pictórica (palacios de Gobierno y Legislativo, museos Regional Michoacano y Casa Natal de Morelos), no dejan espacio para dudas sobre el valor del arte de Alfredo Zalce y su importancia en primer plano como personaje histórico de Michoacán y su ciudad capital, pero también en el contexto nacional con un largo recorrido formativo y creativo en la Ciudad de México durante la primera mitad del siglo XX.

No obstante la trascendencia de este personaje, “casi nadie lo conoce, difícilmente la gente reconoce una obra de este autor. No saben su importancia, ni su relevancia en la historia local, estatal, regional ni nacional”, plantea la arqueóloga y antropóloga María Antonieta Jiménez Izarraraz en su estudio “Preámbulo: el legado de Alfredo Zalce, más allá del arte”, que forma parte del libro “Alfredo Zalce, artista del siglo XX: una aproximación desde su archivo personal”.

Ya en una encuesta realizada en 2016 -recuerda la autora-, cuando Morelia cumplía 25 años de haber sido incluida en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, se preguntó “a la ciudadanía sobre personajes relevantes entre los cuales no figuró Zalce”, al que aún se le adeudan espacios para divulgar su obra tanto artística como política (abocado a profesar la justicia social desde la pintura y la gráfica) y sus cuantiosas aportaciones como generoso mentor.

Además de la recuperación de su casa-taller (comprada a un particular en el periodo de gobierno de Lázaro Cárdenas Batel), su restauración (durante la gestión como secretario de Cultura de Marco Antonio Aguilar Cortés) y su activación (en el periodo como titular de cultura de Claudio Méndez Fernández), lo mejor que le ha pasado a Zalce desde su deceso el 19 de enero de 2003, fue que parte de su archivo personal cayera en manos de una institución competente, con los recursos humanos y materiales necesarios.

Catalogación del archivo personal de Zalce por parte de la ENES-UNAM | Fotografía: Ivonne Monreal

Hace una década, en 2014, la Fundación Alfredo Zalce, que preside la hija del muralista, Beatriz Zalce, depositó en manos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el archivo personal de Zalce, cuyo inventario comenzó en 2017 abriendo nuevas puertas para la investigación de su obra, a través de sus bocetos y cuadernos de trabajo:

“Son una fuente invaluable para el conocimiento de los procesos creativos de algunas de las obras representativas de este autor; por ejemplo, de los murales de Palacio de Gobierno o de algunas de sus pinturas de las que se han encontrado las primeras ideas plasmadas”, describe Alan Omar Ávila, historiador responsable de la organización del Fondo Alfredo Zalce, resguardado en la Sala Miantskuarhu (“Lugar de memoria” en lengua purépecha) de la ENES Unidad Morelia.

En su estudio “Alfredo Zalce y su fondo archivístico: organización y posibilidades de investigación”, que conforma el tercer capítulo del libro arriba citado y presentado este mes en el marco de las celebraciones por su natalicio (12 de enero) y aniversario luctuoso, destaca parte de sus hallazgos en el archivo, como negativos y fotografías en los que dejó registro de murales y obras o bien, han podido acceder a “testimonios gráficos sobre exposiciones de sus obras y, de alguna manera, conocemos la repercusión de su trabajo a nivel nacional e internacional”.

De los documentos hemerográficos de Zalce, destaca el investigador, se encuentran todos los números impresos entre 1934 y 1938 de la revista “Frente a Frente, publicación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, organización de la que fue militante Alfredo Zalce” y otra buena parte de su archivo “retrata las influencias de Zalce” con su interés en artículos “referentes a la obra de Pablo Picasso” y a las publicaciones “del boletín 30-30 Órgano de Pintores de México, revista donde se hacían críticas al academicismo en las artes y se escribía sobre las vanguardias europeas”.

Entre los proyectos que seguirán para el Fondo Alfredo Zalce se encuentra “la elaboración de un catálogo documental y la creación de un repositorio digital para acercar este acervo a un público más amplio” y la “posibilidad de generar nuevos proyectos de investigación sobre este entrañable personaje”.

Zalce abreviado

Alfredo Zalce nació en Pátzcuaro en 1908 de un matrimonio de fotógrafos que tuvieron que emigrar a la ciudad de México en 1914 impelidos por los efectos del periodo de la Revolución. Formado en la capital del país, estudió en la Academia de San Carlos de 1924 a 1928, donde tuvo entre sus profesores al pintor Diego Rivera.

Academia a la que permaneció ligado en los primeros años de la década de los 30 para aprender técnicas del grabado. En aquel periodo fundó junto con los artistas Pablo O’Higgins y Leopoldo Méndez la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y para 1937 participó de la fundación del Taller de Gráfica Popular (TGP) donde centró sus grabados en temas políticos y en la herencia indígena de México.

Zalce, al igual que varios de sus contemporáneos, participó en las Misiones Culturales que organizara el escritor José Vasconcelos en su calidad de secretario de Educación a fin de difundir los ideales revolucionarios en las comunidades rurales. Entre 1935 y 1941 viajó alrededor de la República para realizar murales en edificios públicos, de manera particular en escuelas.

Fundó la Escuela de Pintura de Taxco en Guerrero (1930), impartió clases a primarias (1932-1935) y en las escuelas de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y la Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y en su estado natal fundó el Taller de Artes Plásticas en Uruapan, la Escuela de Pintura y Artesanías en Morelia y dirigió la entonces Escuela Popular de Bellas Artes de esa ciudad.

Aunque su obra no ha sido catalogada, se calculan en alrededor de tres mil las piezas que realizó entre murales, pinturas, esculturas, grabados, dibujos, serigrafía, cerámica y joyería, parte de las cuales son custodiadas en el Museo de Arte Contemporáneo (MACAZ) que desde 1978 lleva su nombre.

En 2001, el gobierno federal le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes; mismo año en que la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo le reconoció con un doctorado honoris causa.

Su obra ha sido expuesta allende las fronteras y forma parte de las colecciones del Metropolitan Museum of Art de Estados Unidos, el Museo de Estocolmo en Suecia, el Museo de Varsovia en Polonia y el Museo Nacional de Sofía en Bulgaria.


1 comentarios

Zalce: los deterioros y sus aniversarios – Regla de Tres 19/01/2024 at 21:50

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