“¿Se trata de atacar a los sindicatos y defender al gobierno del estado? Por supuesto que no. De la administración estatal hay mucho qué cuestionar.”
Francisco Viveros Dávalos
Vivero de Ideas
Diversas organizaciones sindicales han desquiciado el tráfico de la capital michoacana el pasado miércoles 28 de mayo. Argumentan falta de sensibilidad por parte del gobernador del estado, Alfredo Ramírez Bedolla, para dar respuesta a sus peticiones. Lo anterior, ha causado la molestia entre la población moreliana, que ha tenido que recurrir a modificar sus actividades y buscar vías alternas de transporte. El presente Vivero de ideas pretende contrastar algunas de las demandas que encabezan sus movilizaciones con otras realidades que quedan fuera del imaginario de las cúpulas de dichas organizaciones.
Para comenzar, los agremiados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) piden que se derogue la Ley sobre jubilaciones que fue aprobada durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Petición muy válida, sin embargo, hay un pequeño gran detalle que los colegas docentes no han tomado en cuenta.
Independientemente del sindicato al que estén afiliados, los profesores que trabajan en la Secretaría de Educación Pública gozan de prestaciones que los profesores de instituciones privadas no: plazas de trabajo asociadas a bonos sindicales, vacaciones pagadas, generación de antigüedad para tener acceso a jubilaciones… todo esto sin contar la posibilidad de poder parar labores cuando lo deseen. Lujos que no se pueden dar profesores que tuvieron que ir a trabajar este día y no tienen oportunidad de protestar por las condiciones de precariedad laboral en las que viven.
Por si fuera poco, otro de los dirigentes de los trabajadores de la educación, Juan Manuel Macedo Negrete, destaca por su amplia trayectoria política, que incluye una diputación local por el ya extinto partido Nueva Alianza y un puesto dentro de la Secretaría de Educación del Estado durante la administración de Silvano Aureoles Conejo ¿Acaso estará molesto porque en esta gestión no alcanzó hueso?
Por otro lado, los ya clientes frecuentes de esta columna de opinión, los operadores del transporte público, no se quedaron atrás. La única queja que se puede aceptar es la relacionada con sacar de la ciudad el patio de maniobras del tren. Por lo demás, no tienen derecho de exigir nada, pues el servicio que prestan deja mucho que desear, el aumento a las tarifas es por demás arbitrario, exponen a la población con las batallas campales que han protagonizado y son un obstáculo para lograr una movilidad sustentable en la ciudad.
Para nadie es un secreto el interés político-partidista de su dirigente, José Trinidad Martínez Pasalagua. Para muestra los carteles en las unidades de transporte que aluden a funcionarios del gobierno del estado, aunado a su trayectoria que incluye haber sido diputado local por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), su estrecha relación con el edil moreliano Alfonso Martínez y dos fallidos intentos de comandar partidos políticos locales. Totalmente alejado de las necesidades de la ciudad.
Finalmente, agremiados al Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo (STASPE) piden sistemáticamente en sus pancartas la destitución de funcionarios de confianza en alguna institución del gobierno estatal, y más recientemente, destaca su oposición al llamado “Gobierno Digital” que echó a andar el mandatario estatal. Con respecto al primer punto no hay mucho qué objetar; en cambio, la digitalización de algunos trámites resulta más práctica para los usuarios, pues permite hacer pagos en varias modalidades y fuera de horarios de oficina, de igual forma, evita hacer largas filas en las oficinas correspondientes. Aunado a ello, al igual que en el caso de los trabajadores de la educación, los funcionarios estatales sindicalizados gozan de varios privilegios (herencia de plazas de trabajo, por ejemplo) que no son accesibles para sus homólogos “de contrato”, quienes tampoco pueden protestar por sus condiciones laborales y tienen que sacar adelante el trabajo durante las movilizaciones sindicales.
Entonces ¿Se trata de atacar a los sindicatos y defender al gobierno del estado? Por supuesto que no. De la administración estatal hay mucho qué cuestionar. De igual forma, hay varias de las peticiones que presentan estas agrupaciones, que son dignas de respaldo popular.
Lo que es inaceptable es que los dirigentes de estas agrupaciones busquen un interés político-partidista más allá de procurar el bienestar laboral de sus trabajadores. Se puede cuestionar también que algunos llevan ya veinte años en sus cargos, reeligiéndose sistemáticamente; esto es lamentable pues reproduce el clientelismo electoral, cacicazgos locales y el corporativismo que implantó el viejo PRI. Por último, también se demerita mucho el sentido de tomar las calles, pasando de un potencial movimiento social a convertir la protesta en su modus vivendi.
En conclusión: se necesita del sindicalismo para poder tener una sociedad más justa, pero no así, no uno que fomente el contubernio entre dirigentes y autoridad en turno. Es imperativo entonces buscar nuevos espacios para visibilizar otras reivindicaciones en materia laboral, por ejemplo, de sectores como las Generaciones Y y Z, que vivimos un panorama mucho más adverso que la gran mayoría de quejosos que salieron a las calles en días pasados.
Ilustración portada: Pity
