Esta historia se tejió en la periferia moreliana, entre un puñado de casas en su mayoría a medio terminar, donde la ausencia de las autoridades es tan común como la tragedia
Patricia Monreal
Ese jueves Blanca llegó temprano a su casa, rozaban las siete de la mañana cuando introdujo la llave en la cerradura y cruzó el umbral. Su mamá le había permitido pasar la noche con una prima a poca distancia de su hogar, lo que –sin imaginarlo- le salvó la vida.
El piso de cemento contrastaba con el rojo de la sangre de su madre, de sus hermanos y de dos personas más. La brutal muerte de los suyos cimbró la existencia de Blanca a sus doce años de edad.
El Resplandor es una colonia suburbana al poniente de Morelia, capital de Michoacán, con un puñado de casas en su mayoría a medio terminar, entre lotes llenos de matorrales y calles a modo de brecha, sólo trazadas y sin pavimento. La mancha urbana ha tocado su periferia con algunos fraccionamientos, pero ahí, la urbanización se da pausada, ladrillo a ladrillo, según las posibilidades de cada familia.
La ausencia de las autoridades es ahí tan común como la tragedia: en 2018 fue localizado un hombre lapidado dentro de un tambo, al año siguiente los restos de un albañil apuñalado fueron descubiertos por su hermano, en 2020, la mitad de un cuerpo calcinado apareció entre los matorrales, siete meses después el cuerpo quemado de otro hombre fue localizado, lo que se repitió en 2021 con otra persona en las mismas condiciones que además, presentaba huellas de tortura; en junio de 2023, un calcinado más.
Son las historias que se tejen en la periferia moreliana, lejos del esplendor colonial que tanto se promociona para el turismo.
Una pequeña casa de ladrillos, con portón azul y una pared pintada de blanco fue motivo de atención pública el 16 de junio de 2022. Bajo su techo de lámina yacían los cuerpos de cinco personas asesinadas, era el 120 de la calle Luz Roja en la colonia El Resplandor.
Ese día cerca de ahí, Jorge se levantó temprano como cada mañana para abrir con su mujer el negocio de cocina económica que tenían en la colonia El Mirador.
El teléfono de su esposa sonó y al contestar se oyó la voz de Blanca del otro lado de la línea: “Mi mamá, mis hermanos y mi tía están todos golpeados, llenos de sangre”, informó la niña.
Ella es la más chica de los hijos de Jorge, de su primer matrimonio, por lo que tras recibir su llamada fueron a casa de su ex esposa, Bonifacia, para ver qué había ocurrido.
Una nueva llamada de Blanca adelantó lo que poco después confirmó él mismo: “mi mamá y mis hermanos están muertos”.
Sentado en una estancia de su casa llena de macetas con plantas, Jorge accede a contar la historia, esa que le arrebató a dos hijos hace más de un año y que empezó a escribirse tiempo atrás, cuando su hija Yazmín conoció a Rodrigo.
Aunque ha participado en algunas movilizaciones y ha sido entrevistado por la prensa debido al feminicidio de Yazmín, Jorge prefiere que su rostro no aparezca en las fotos, es un hombre de pocas palabras y al que todavía resta camino legal por andar ya que el juicio oral contra su yerno no ha iniciado aún.
La tragedia
En junio de 2022, 163 personas fueron asesinadas en Michoacán con arma de fuego. Yazmín, su madre y hermano forman parte de la estadística del estado que ese año acumuló mil 963 víctimas por ese motivo, según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Era de noche cuando Bonifacia sirvió el café que acompañaría la charla con su ex cuñada María, ambas se frecuentaban para platicar cuando concluían sus tareas del día. En la sala, Osvaldo de 15 años y su amigo Víctor de 16 se entretenían con un juego de video acompañados de Yazmín de 20 años de edad.
Entre el silencio de la noche se escuchó un automóvil llegar pasadas las 21:00 horas, era el Honda Civic gris de Rodrigo que arribó al lugar con otros dos hombres.
Yazmín conoció a Rodrigo tiempo atrás, él era de buen porte, unos cinco años mayor que ella y su familia originaria de Apatzingán. Empezaron una relación que derivó en matrimonio cuando ella tenía 18 años.
Con una sonrisa tenue Yazmín sostiene al hijo que tuvo con Rodrigo, el bebé con un par de meses de nacido detiene entre sus brazos un chupón verde mientras su madre posa con él para la cámara. La fotografía forma parte de la galería de fotos que Jorge conserva de sus hijos en una tableta.
“Yo pienso que como a los tres años de andar juntos se casaron, muy jovencita mi hija ya andaban de novios, se casaron y empezaron a tener problemas, y pues no sé qué pasaría, de hecho él me hablaba muy bien, nos hablábamos muy bien, hasta después fue que mi hija empezó a platicarnos que él la trataba mal física y verbalmente”, recuerda Jorge.
Yazmín era más cercana a su madre que a su padre, él se enteraba por sus otros hijos o por su exmujer de los problemas de su hija con Rodrigo.
“Creo que sí llegó a golpearla, no sé si golpes grandes porque nunca la vi golpeada, delante de la gente no, lo que pasa es que ella no platicaba mucho, y si lo hacía sería así como dicen, de mujer a mujer, a mí nunca me tuvo la confianza de platicarme o decirme las cosas”.
Yazmín padeció violencia por parte de Rodrigo, que soportó los primeros años de matrimonio. Bonifacia estaba en prisión y fue hasta que salió libre que su hija encontró el respaldo y valor para hacer frente a los abusos.
“Mi hija tuvo un hijo con él, yo creo que ya va para tres años, lo que pasa es que él, cuando tuvieron ese problema, ya se habían dejado, se dejaban, se volvían a juntar, se peleaban”, refiere Jorge.
En la primera mitad de 2022, acompañada de su padre Yazmín fue a hablar con Rodrigo, acordaron que volverían a vivir juntos. Poco antes de salir Jorge escuchó a su yerno decirle a su hija: “tráete nada más los papeles y una cuanta ropita”.
No pasaron ni 24 horas cuando Bonifacia le marcó a Jorge para decirte que Yazmín y Rodrigo habían vuelto a tener problemas.
“Rodrigo la sacó de su casa por una llamada de teléfono, le quitó su dinero, sus papeles, mi hija era ciudadana norteamericana porque tenía doble nacionalidad, le quitó también mil dólares que mi actual mujer le había dado, le quitó su teléfono, le quitó todo, le quitó al niño y desde ahí surgió ya todo el problema, mi hija se empezó a mover para recuperar a su hijo”.
Rodrigo era policía estatal que entonces había sido suspendido por tres meses, Jorge desconoce los motivos, pero recuerda que eso no impidió que Yazmín acudiera a la Fiscalía General del Estado a denunciarlo, incluso acudió a la embajada de Estados Unidos ya que su hijo también tiene doble nacionalidad.
“Fue a Apatzingán porque al niño se lo llevaron para allá, iba ella con los de la Fiscalía y un papel para recuperar al niño, pero no lo encontraron, tampoco a Rodrigo”.
El jueves 16 de junio de 2022 se cumplía el plazo para que Rodrigo entregara al menor, no tenía intención de hacerlo; optó por acudir una noche antes a la casa de Bonifacia en donde habitaba Yazmín, acompañado de dos hombres a quienes hasta el momento la Fiscalía no ha identificado.
El duelo
La televisión estaba encendida cuando Jorge entró a la casa de su exmujer, las tazas de café preparado la noche anterior permanecían llenas. En los dos cuartos que conforman el inmueble estaban en el piso los cinco cuerpos, Bonifacia y María en una habitación, en la otra boca abajo Yazmín, Osbaldo y Víctor.
“Sabes qué, ya no dejes entrar a la niña, esto es una masacre, está muy feo para ella”, le indicó Jorge a su mujer que lo acompañó hasta el lugar en donde Blanca los esperaba.
“Eran tres adultos y dos niños, de los dos menores uno era mi hijo y el otro era su amiguito, siempre andaban juntos, iban a la escuela, jugaban juntos, estaba también mi hija, mi exmujer y su excuñada, Todos tenían impacto de bala en la cabeza, los cinco, y como llovió prácticamente toda la noche, los vecinos supuestamente no escucharon nada, nadie se quiere meter en problemas”, refiere Jorge.
Ninguno de los cuerpos presentaba huellas de golpes salvo el de Bonifacia que tenía uno en el rostro, Jorge supone que Rodrigo la golpeó porque le tenía coraje por el respaldo que le daba a Yazmín.
Los videos de las cámaras de seguridad en la vía pública dieron cuenta del trayecto del auto de Rodrigo acompañado de tres hombres hasta la calle Luz Roja en El Resplandor.
Jorge abunda: “lo único que sabemos es que no duró ni cinco minutos, hicieron lo que hicieron y se fueron”.
El suceso fue una noticia ampliamente difundida en la prensa: “Asesinan a 5 personas adentro de un domicilio en la colonia El Resplandor”. “Hallan los cuerpos de 3 mujeres y 2 menores de edad en Michoacán”, “3 mujeres y 2 menores de edad, las asesinadas en colonia El Resplandor de Morelia”, rezaban los titulares de notas informativas.
Rodrigo acudió a la Fiscalía a rendir su declaración y dijo que la noche del día 15 de junio él estaba en Apatzingán, pero al momento que fue revisado su teléfono celular los agentes encontraron fotografías que lo incriminaban del auto enlodado, sin placas. Al final el vehículo jamás fue localizado por las autoridades.
Presionado Rodrigo “confió” a los agentes que su intención sólo había sido asustar a Yazmín, pero que las cosas se habían salido de control. Tal confesión no forma parte de la carpeta de investigación.
De su nieto Jorge no ha vuelto a tener noticias, la familia de Rodrigo lo tiene en Apatzingán.
“Todo esto es muy difícil, a mi hija menor le agarra la depresión, la he llevado a terapia, ya ha tenido en Seimujer, de hecho todavía me están hablando para si ocupa la terapia regrese, mi esposa y ella tomaron terapia, yo no la tomé, dejé de trabajar y necesitaba dinero, si me agarró un poco la depresión, todavía hasta la fecha, se pone uno a veces a pensar a ratos, trata uno de que no nos agarre la depresión”, comparte José.
En la entrada de su casa puede observarse un pequeño altar con las fotografías de Yazmín, Osvaldo y Bonifacia, con flores e imágenes religiosas acompañándolos.
Para el 23 de agosto se tiene programada la continuación de la audiencia intermedia por el feminicidio de Yazmín y el homicidio de Bonifacia, María, Osvaldo y Víctor. El juicio oral aún dista de iniciar.
A las audiencias acuden también los padres de Víctor, no así los hijos de María quienes por miedo se fueron a vivir fuera del país.
“Yo veía ya casada a mi hija con su hijo, como una ama de casa, uno como papá quiere lo mejor para ellos; mi hijo le echaba muchas ganas a trabajar, era muy inteligente para las redes sociales, solucionar cualquier problema de un celular, de una televisión, de todo. Lo más difícil es sanar lo que vivió uno, lo que vio uno, eso es lo más difícil”, lamenta Jorge.
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