Los retos de la institución de educación superior no se van a rebasar con una autoridad cuestionada por un ejercicio alejado de los intereses de su sectores
Redacción
Atrás del déficit financiero que mantiene la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y del que se cree derivan todos sus males, hay una crisis institucional que desde hace varios años amenaza con paralizar el ejercicio crítico de sus sectores y retrasar el necesario y urgente análisis autocrítico que la lleve a reconocer rezagos y pendientes para responder sin retórica a su compromiso social.
La centenaria institución ha jugado un papel importante en el transcurrir de varios episodios históricos durante el siglo XX, dentro y afuera de sus aulas, sin duda uno de sus pilares en el ejercicio de construirse cotidianamente, aunque este legado debe adecuarse a tiempos que exigen una participación más allá de su invocación retórica, demagogia que impide su concreción en un mundo cambiante, con retos diversos que no se resuelven desde la grilla y los usos y costumbres de la política ejercida desde Palacio de Gobierno.
La crisis institucional que vive la UMSNH deriva en gran parte del cómo se elige a sus autoridades, o más bien, cómo se designa a su rector o rectora, directamente desde el gobernador en turno a través de una Comisión de Rectoría que para nada representa a una comunidad integrada por más de 50 mil personas entre estudiantes, docentes, trabajadores manuales y administrativos y directivos.
Sin ningún mecanismo de control sobre un proceso sin un proceso en sí mismo, sin una dinámica de presentación de proyectos que aborden y propongan soluciones a la problemática universitaria. No hay más que un solo aspirante aunque en la presunta mecánica “participativa” se hable de otros contendientes, quienes de antemano parecen saber y sin chistar que serán “sacrificados”, hechos a un lado por el dedazo que con todo descaro y burla para los universitarios ejerce el gobernador de la entidad, quien a su vez también ignora o adopta la actitud de no conocer, la problemática de una institución plural, diversa, por lo que en línea directa el cargo de quien ocupe la Rectoría es sólo administrar políticamente el puesto, beneficiarse de su ejercicio como ha ocurrido con los rectores que al final de su administración dejan en puestos administrativos, docentes y de investigación a familiares y funcionarios afines.
El fenómeno de la crisis económica, con estragos más sensibles desde el año 2017 en la Casa de Hidalgo, generó ante la falta de transparencia e incapacidad de sus funcionarios para contener gastos, el que el gobierno federal interviniera como lo hizo en alrededor de 20 universidades públicas a finales del 2018, con la imposición de una serie de “ajustes” en el ejercicio de su gasto, no siempre a favor de los sindicalizados, como el recorte de su Régimen de Pensiones y Jubilaciones y el no reconocer la mayoría de un clausulado contractual.
Desde el anterior rector de la UMSNH, Raúl Cárdenas Navarro, cuando empezó la aplicación de estos “ajustes”, el discurso de la Rectoría pareció encontrar en los mismos el pretexto ideal para intentar limitar el derecho a la manifestación, el ejercicio de la libertad de expresión y a contener mediante la represión laboral aquellas voces que se atrevieron a cuestionarlo, con la rescisión de contrato tanto a docentes como a trabajadores manuales y administrativos, a la par de un gobierno -el de Silvano Aureoles, que lo impuso en el cargo como ahora Alfredo Ramírez Bedolla impuso a Yarabí Ávila González-, que no respondió a sus responsabilidades financieras y ahondó la crisis presupuestaria institucional.
De esas actitudes antilaborales, antidemocráticas y en contra de la esencia de toda universidad, la universalidad del pensamiento, advirtieron varias voces en su momento como el asomo del autoritarismo en la Universidad Michoacana, una opinión que con base en varios hechos, mantiene la misma apreciación sobre el rectorado actual de Ávila González, con varios procesos en marcha contra quienes se han atrevido a cuestionar la manera de ejercer el cargo de la exdiputada priista y exsecretaria de Educación con Ramírez Bedolla, además de señalarle que no conoce la raíz y esencia de la institución y se ha mantenido en el ejercicio meramente político de la UMSNH a través de la manipulación del Consejo Universitario, figura que actúa cada vez más como mera comparsa de Rectoría.
La problemática de la UMSNH tiene que visibilizarse y abordarse desde sus sectores, con la promoción de eventos que antes que nada promuevan la participación y las expresiones de la comunidad universitaria sin presiones, sin miedos. Una participación que debe encontrar sus mecanismos en la misma estructura legal de la máxima casa de estudios, carente de esquemas para concretar una comunidad participativa, en lugar de propiciar el alineamiento y la complicidad con la autoridad de Rectoría en turno.
La tentación autoritaria en la UMSNH debe reemplazarse por una visión que promueva la participación, el respeto a las ideas por más contrarias que sean a las de quien ocupa la silla de la Rectoría, y sobre todo dibujar con el consenso mayoritario, democráticamente, escenarios que impulsen la calidad académica, generar una verdadera difusión de la cultura y promover una investigación científica ligada a problemáticas de urgente solución en lo económico, social y político de la entidad, las funciones y responsabilidades esenciales que corresponden a una institución educativa en un estado donde la gran mayoría de jóvenes no acceden siquiera al bachillerato y mucho menos concluyen una carrera universitaria, por señalar solo uno de los retos, el de la exclusión, que deben subsanarse.