Regla de Tres

Una pizca de maldad


“Después de cometer el crimen, Zhou comienza su huida, pasa por diversas ciudades de China, huyendo en barco o en tren…”

Zhou es un adolescente que acaba de llegar de un pueblo perdido en el interior de China a Pekín.

Actualmente vive en casa de su tía, a quien desprecia intensamente, una mujer avara hasta la irracionalidad, que lo trata con frialdad y cierta dosis de racismo desde su condición citadina, pues solo ve en él a un “parásito campesino recién llegado de provincia”.

Zhou está en Pekín preparándose para el examen de admisión y entrar a la universidad, sin embargo, él tiene otros planes, se pasa el tiempo faltando a sus clases de preparación, y pasa los días aburriéndose, tratando de encontrar un sentido a su rutinaria vida. La mayor parte del tiempo está solo, y su único vecino es He, un viejo militar retirado que no oculta su desprecio por Zhou, a quien ve como un parásito adolescente sin oficio ni beneficio.

En medio de esta “nada”, la única persona que le muestra un poco de interés y atención es Kong Jie, una bella joven compañera de estudios, a quien le gusta platicar con él, y que se va convirtiendo poco a poco en el objeto de deseo y obsesión para Zhou.

Pasan los días, en la mente de Zhou se va formando una idea, una idea que no lo deja en ningún momento, la idea de matar a alguien, así, sin más, por aburrimiento, por vacío existencial. Para llevar a cabo su idea necesita dinero, sabe donde guarda su tía sus posesiones más queridas —una colección de monedas antiguas—, cuando surge la oportunidad las roba, y después de un intenso regateo en el mercado negro consigue diez mil yenes, cantidad que ha calculado que le alcanzará para lograr sus planes.

Procede a comprar lo que necesita, un traje, una cinta, una navaja retráctil, cambia su aspecto e indumentaria, se viste y sale a la calle sintiéndose omnipotente. ”Sentí una especie de mareo, era como el dios de la muerte, dotado de un poder sin límites, capaz de decidir en cualquier momento sobre la vida y la muerte de los transeúntes”. Ve pasar a la gente, y se imagina matándolos uno a uno, pero ningún desconocido llena sus expectativas. En medio de sus turbios pensamientos pasa algún tiempo, hasta que decide a quien va a matar.

Zhou resuelve asesinar a la joven Kong Jie. Al tomar esta decisión, comienza a planear obsesivamente la muerte de su compañera, en su permanente monólogo nos relata con escalofriante frialdad como pretende sortear los obstáculos que se le puedan presentar, como matará a Kong Jie, y como piensa escapar. Llegado el día se asegura de estar solo en el departamento de su tía, ha llamado a Kong Jie para pedirle que le ayude a entender algunos temas de estudio previos al examen, la espera con impaciencia en su casa, y cuando por fin llega, al entrar y sin preámbulo alguno, la ataca matándola con brutal saña, asestándole treinta y siete puñaladas, después de esto, con pasmosa frialdad arroja su cuerpo a una máquina de lavar, y huye.

Este es el argumento central de la novela que recomendamos hoy, una novela negra en la que no hay misterio en el crimen, en la cual, el protagonista nos narra desde las primeras páginas su deseo de matar, y nos describe con absoluta frialdad y desapego su brutal crimen. Se trata de Una pizca de maldad (Ana Hidalgo editora, 2018), de Ah Yi (Jiangxi, China, 1976).

Ah Yi, antes de ser escritor ejerció cinco años como policía en su ciudad natal. A los veintiséis años renuncia para dedicarse a escribir, y pronto se convierte en novelista de gran éxito en China, ganando varios premios del género por sus obras, recientemente se está conociendo en el mundo occidental representando una fresca e innovadora sorpresa en el (cada vez más grande) universo de la novela negra.

Después de cometer el crimen, Zhou comienza su huida, pasa por diversas ciudades de China, huyendo en barco o en tren, nos narra con minuciosidad morbosa sus peripecias y la impresión que le causan las personas que va conociendo, todo ello en un perpetuo y desencantado monologo interior. Su actitud cínica y nihilista, le da un punto de vista existencialista a la narración. Todos los personajes que conoce son mezquinos y despreciables a sus ojos, las situaciones que va enfrentando, solo abonan a perfilar un final fatal en su horizonte. Pronto se cansa de huir y se ve ante la disyuntiva de matarse, o entregarse a la policía.

Y todo esto solo es la primera parte de la historia.

Ah Yi

Ah Yi, desarrolla un relato muy original, narrado siempre en primera persona, dejándonos entrar en los recovecos más profundos de la mente del protagonista, quien, como millones de adolescentes en el mundo, se encuentra en una crisis existencial, y decide matar para salir o hundirse más en ella. Al mismo tiempo, nos brinda una visión desencantada y en primera fila de la China profunda actual, sin edulcorar nada, una visión que tiñe de gris el mundo donde se mueve el protagonista, un mundo de seres mediocres, carentes de ambición y de esperanza alguna. 

En la segunda parte del libro nos sumerge en los recovecos del sistema de justicia penal chino, con “usos y costumbres” muy diferentes a la visión occidental que tenemos, y nos movemos en un universo laberíntico y absurdo rayando en lo kafkiano, por el cual transitará nuestro protagonista hasta llegar al esperado e impactante final de nuestra historia.

Una novela singular, que podríamos clasificar como “thriller existencial”, con una visión que se aleja totalmente de los estereotipos occidentales, y que nos permite conocer de primera mano aspectos poco conocidos de la actualidad China, dejándonos un protagonista cuya verosimilitud radica en que nunca se revela por completo su personalidad, permaneciendo siempre en una zona de indefinición, alejado de estereotipos psicológicos.

Una historia muy oscura y adictiva, que se lee de un tirón; muy recomendable.


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