“Entonces, ¿Es falso? ¿No hay vida en el universo más allá de la tierra? ¿O sí la hay, incluyendo especies tan altamente desarrolladas que pueden viajar por el vasto universo?”
Horacio Cano Camacho
En las semanas previas, he platicado sobre un asunto muy complejo relacionado con la publicación científica y los excesos y posibles fraudes en los sistemas de evaluación de la actividad científica. Sin embargo, ha surgido un evento que me obliga a realizar una pausa y comentar al respecto, ya que ilustra la carencia de una cultura científica mínima en la población y la falta de criterios éticos y conocimientos por parte de cierto tipo de prensa. Me refiero a las supuestas pruebas de la existencia de vida extraterrestre por parte del gobierno de Estados Unidos.
Tres personas, al menos una de ellas vinculada a teorías de conspiración y extraterrestres, se presentaron a declarar ante el congreso de Estados Unidos bajo juramento, hablando sobre avistamientos de naves extraterrestres y la posesión por parte del gobierno de tejidos «no-humanos» de origen alienígena. Desconozco el entramado de intereses políticos y económicos que se mueven en ese foro, así como la autoridad científica de ese órgano legislativo para investigar un asunto tan delicado y complejo como las posibilidades de vida extraterrestre. Lo que sí es claro es la asociación entre los movimientos negacionistas, terraplanistas y del fenómeno ovni con los grupos de ultraderecha del país vecino, y en tiempos electorales, del fracaso rotundo en Ucrania y de guerras geoestratégicas, esto si me infunde temor.
Pero vayamos por partes: tres personas, exmilitares, se presentan ante el congreso y hacen declaraciones extraordinarias, que seguramente ya conoces y en las cuales no me extenderé. Algunas de ellas versan sobre el avistamiento de objetos no identificados por parte de pilotos del ejército de Estados Unidos, y estas no difieren mucho de cientos de testimonios similares que circulan en las redes. La otra declaración es la que provocó la discusión y la emoción de millones: el gobierno está en posesión de «tejidos» (incluso un extraterrestre completo, vaya usted a saber) que mantiene en secreto y bajo estudio.
Si escuchas atentamente las «declaraciones juradas», tampoco es algo nuevo: «…Yo escuché; me contaron; un conocido cuyo nombre no puedo revelar; en un lugar incierto que no puedo saber…». Todos son testimonios de oídas, sin ninguna evidencia. Se supone que debemos aceptar su palabra porque juraron decir la verdad.
La prensa y las redes sociales comenzaron a rebosar de comentarios como estos: ¡Por fin se prueba que no estamos solos! ¡La historia le hizo justicia a Jaime Mausan, tenía razón! ¡En unos días se revelarán las intenciones de los extraterrestres! Incluso hubo un locutor que exigió una disculpa a Mausan por las burlas que ha recibido. Es decir, a partir de ahora no requerimos ciencia ni investigación científica, bastará con ir al Congreso de Estados Unidos y hacer afirmaciones sobre cualquier cosa para que lo aceptemos todo…
Entonces, ¿Es falso? ¿No hay vida en el universo más allá de la tierra? ¿O sí la hay, incluyendo especies tan altamente desarrolladas que pueden viajar por el vasto universo? Alexandr I. Lazutkin, cosmonauta ruso que vivió 184 días en la Estación Espacial Mir, declaró sobre la existencia de vida en el universo: «Tiene que haberla. Cuando miras al Cosmos desde el exterior del planeta comprendes su inmensidad y te das cuenta de que realmente somos un grano de arena entre el enorme número de estrellas, y por tanto de mundos, que nos rodean. Y entre los miles de millones de galaxias que hay ahí afuera, la vida no puede ser algo que solo haya en la Tierra. Además, yo creo que también tiene que haber otros seres inteligentes en algún lugar».
Estas declaraciones están en perfecta consonancia con el consenso científico: los materiales que forman la vida, en su versión más pequeña, existen en el universo. Incluso el agua y muchos de los materiales monoméricos (aminoácidos y nucleótidos) que constituyen las macromoléculas más importantes para la vida, como proteínas y ácidos nucleicos, han sido identificados en rocas provenientes del espacio o en los propios planetas. También se sabe ahora que la existencia de planetas girando alrededor de una estrella es un fenómeno más común de lo que antes se pensaba, lo que lleva a los científicos a creer que la vida puede ser un fenómeno ubicuo en el universo. Carl Sagan, el gran astrofísico y divulgador, solía decir: «Si estamos solos en el Universo, sin duda sería un enorme desperdicio de espacio».
Pero quererlo, creerlo y saberlo son cosas distintas. En la ciencia, si una hipótesis no es susceptible de ser demostrada mediante evidencia que la pruebe, no tiene lugar. Es importante buscar vida en el universo, diseñar pruebas y marcadores de vida, ya que esto tiene un gran sentido para la ciencia. Y debemos decir que todos los esfuerzos hasta ahora realizados para encontrar vida, o por lo menos tener indicadores indirectos de fenómenos orgánicos, han fracasado. No tenemos ninguna prueba ni evidencia al respecto. Claro, esto no quiere decir que no la haya, por lo que se siguen refinando los estudios.
¿Nos han visitado? Tal vez, no lo podemos descartar, a pesar de las objeciones de distancia y tiempo. Aceptemos que pueden ser civilizaciones tan avanzadas que pueden vencer estas dificultades. Sin embargo, hay que decirlo claramente: no hay ninguna prueba ni evidencia alguna que pueda sostener las declaraciones en el Congreso. Estas son solo eso, opiniones y creencias que alguien sostiene. Recordemos que Estados Unidos no es el único que busca estas evidencias; sus enemigos y hasta sus socios lo hacen en múltiples experimentos y misiones, y ninguno cuenta con indicio alguno. Y mire, si alguien está interesado en denunciar lo que Estados Unidos oculta o pueda ocultar, son precisamente sus enemigos, las pruebas más sólidas, las que mostrarían que tales sucesos son solo declaraciones sin sustento alguno vendrían de allá.
En la ciencia, las hipótesis se formulan de tal manera que la opción de no cumplirse (ser rechazadas), es real. De manera que las declaraciones sin evidencia comprobable no sirven de nada. Sin embargo, en las teorías no científicas o pseudocientíficas, hay explicaciones para cualquier clase de resultados, incluso contradictorios. Los «creyentes» encontrarán todo tipo de explicaciones, incluyendo complots, para justificar la ausencia de conocimiento y pruebas.
El criterio de demarcación entre la verdadera ciencia y la pseudociencia (y charlatanería) es precisamente que la primera está constituida por teorías e hipótesis susceptibles de ser demostradas falsas poniendo a prueba sus predicciones, mientras que las segundas no son refutables, son, en el mejor de los casos, simples creencias. En otras palabras, la irrefutabilidad de una teoría o una hipótesis no es una virtud, sino un vicio… De manera que declarar que alguien me dijo, yo lo vi o yo lo creo es simplemente inservible. Por tanto, ni Mausan ni el Congreso de los Estados Unidos tienen razón; solo hacen declaraciones simpáticas y ocurrentes, con quién sabe qué fines. Pero mientras no existan evidencias aceptables por la comunidad especializada, que las hay, son simplemente chismes y puntadas. Lo verdaderamente grave es que caigamos en el juego de la manipulación y la mentira, que se violente tan fácilmente nuestra capacidad crítica y nos vendan cualquier clase de espejos. Lo mismo podemos decir de las promesas electorales, el ataque a los libros de texto por que otros los están denostando o la mamá del abulón. Tengamos cuidado, dejemos de ser esclavos de los medios y los grupos de interés.
Ilustración portada: Pity