Regla de Tres

Una nación sin nosotras


“Y es que en estas fechas, festejar lo patrio es para muchxs relucir la xenofobia, el racismo y el clasismo,  pues la identidad hegemónica de lo mexicano es un macho blanco…”

Septiembre y parte de octubre, tienen fechas llamadas “patrióticas” para celebrar lo mexicano. Pero me pregunto ¿Qué es lo mexicano?

Y no hago esta pregunta desde un lugar de desconocimiento sino un modo para reflexionar de lo que dicen los medios masivos de comunicación, los comerciales o mensajes publicitarios; y no es difícil palpar que desde ahí hay un narrativa de unicidad de una identidad “mexicana” donde utilizan prendas de pueblos originarios para “disfrazarse” de mexicano o la música del mariachi como el “único” género mexicano.

Y es que en estas fechas, festejar lo patrio es para muchxs relucir la xenofobia, el racismo y el clasismo,  pues la identidad hegemónica de lo mexicano es un macho blanco -prieto no pero es bien visto si tiene rasgos “finitos”, porque hay que mejorar la raza y pues entre más parecido al europeo mejor; de clase media -jodidos aquí no, porque “el pobre es pobre porque quiere” y México es de fregones- y por último mestizos -si, la mezcla de dos culturas pero la madre patria es España y el padre violador también.

Y sigue siendo de machos la identidad del mexicano, en un país donde son asesinadas o desaparecidas 15 mujeres al día, donde las carpetas de investigación sobre abuso sexual a niñas y adolescentas dentro de sus familias, escuelas o en espacios deportivos se acumulan en las fiscalías. Lo peor es cuando estas mujeres y niñas se encuentran con machos vestidos de Ministerio Público (aquí lamentablemente pueden ser también mujeres) y las culpabiliza o les responsabiliza por el delito del que fueron víctimas, más arriba encontramos jueces que dejan en libertad a violadores, abusadores  porque las pruebas no son suficientes o simplemente no les creen a las víctimas, principalmente aquellas que son prietas, pobres, migrantes o indígenas.

Así tenemos un sistema judicial patriarcal, de machos, que se cuidan entre ellos, que atemorizan a las víctimas y perpetúan prácticas lamentables que benefician a los violadores y abusadores, permitiendo que sigan en total impunidad por la vida.

Ah pero eso sí, les dicen a las familias que no lo hagan público, porque no les beneficiará en sus carpetas de investigación y que les va a ir peor si se acercan a las feministas. Omitiendo todos los derechos humanos a los que son sujetas, como es a la libertad de expresión y organización.

Y es que amigaes ya dan ganas de sacar un listado de jueces y magistrados que han dejado en libertad a estos agresores sexuales. Al menos en el mes de septiembre es conocido un caso donde el juez dejó en libertad al violador, esperemos que ahora la familia tenga una respuesta favorable del magistrado para dar atrás esta terrible violación a los derechos humanos y del acceso a la justicia para las niñas.

El patriotismo no es más que un gran dispositivo del patriarcado, ese del más rancio. Y si, lo traemos en nuestros huesos. Nomás hay que ver cuántas personas han agredido a migrantes centroamericanas o caribeñas, les expulsan de varios  territorios, les pagan salarios más bajos o de plano, en condiciones casi de esclavitud. Porque en estos tiempos sigue existiendo la esclavitud laboral en nuestro país. Solo hay que echarle un ojo a la cantidad de jornalerxs agrícolas migrantes que han escapado de campos agrícolas, donde aún hay tiendas de raya que le fían con precios altísimos que con lo poco que ganan no les alcanza para pagar. Y ahí la patria no existe.

Yo no quiero celebrar una patria representada en gobiernos que han permitido que empresas refresqueras tengan concesiones de más de 100 años para explotar manantiales dejando sin agua a miles de comunidades en el país; que han dado concesiones mineras a empresas que desaparecen a defensores de derechos humanos; que nos quitan los bosques o selvas para extraer minerales o plantar monocultivos como el aguacate.

Me entristece saber que esta generación de jóvenes no verán los paisajes boscosos, ni las selvas tupidas de vegetación, ni se meterán a nadar a los ríos que nosotraes si pudimos.

Porque la patria no ha sido de nosotras, ni fue de nuestras abuelas o abuelos, fue y sigue siendo de algunas familias, con apellidos rimbombantes y que otras les copian en nuestro territorios ejerciendo cacicazgos sin que haya consecuencias por sus infamias.

Hace 30 años una gran voz retumbó desde el mero sur del país, salieron hombres, mujeres, jóvenxs y niñxs de los pueblos originarios de Chiapas a cimbrar el discurso hegemónico de un México que quiere parecer Europa, que relega la existencia de los pueblos originarios. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) alzó la voz y se hizo eco en las regiones de pueblos originarios, recordando que antes de los españoles, nosotraes ya existiamos, había sabiduría, conocimiento y cultura.

A 30 años de aquel levantamiento del EZLN hoy nos encontramos ante escenarios más lamentables. Su voz se mantiene pero el capitalismo colonial y patriarcal se ha refundido y vivimos ahora en tiempos donde los gobiernos dan los “permisos” para ser una comunidad autónoma, donde utilizan como retórica conceptos como comunalidad, autonomía, libre determinación y justicia histórica.

Esta patria sirve para mantener un poder patriarcal pero, ¿cómo la estamos desmantenlando? ¿Quiénes son nuestraes hermanaes con las que tejemos complicidad para resistir el colonialismo moderno? ¿Cuáles son los sueños que no son negociables?


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