“…los prestadores de transporte público no tienen derecho de reclamar nada, pues el servicio que se presta para la ciudadanía deja mucho qué desear…”
Francisco Viveros Dávalos
Vivero de Ideas
En días recientes, han causado revuelo en redes sociales diversos letreros en unidades del transporte público de la ciudad de Morelia, en los cuales se puede leer consignas cuestionando la implementación de un teleférico como nuevo medio de transporte. Algunas de éstas son: “¿A cuántas viviendas y vialidades va a afectar el teleférico?” o “Si quieres movilidad saca el tren de la ciudad”. El presente Vivero de ideas se dedicará, una vez más, a desnudar la mezquindad y el sistema de clientelismo en torno a la movilidad de nuestra ciudad.
El único argumento razonable a favor de los quejosos es el que tiene qué ver con reubicar el patio de maniobras del tren perteneciente a la empresa Southern Kansas City Lines, pues ciertamente genera un caos vial, sobre todo a las horas pico y a pesar de la construcción de varios puentes que de poco sirven para agilizar el tráfico.
Por lo demás, los prestadores de transporte público no tienen derecho de reclamar nada, pues el servicio que se presta para la ciudadanía deja mucho qué desear. Para empezar, las cuotas son definidas arbitrariamente por los líderes de colectivos, sin consulta previa a ninguna autoridad ni mucho menos a sus usuarios, afectando severamente al bolsillo de las familias morelianas. Por si fuera poco, el horario de servicio acaba muy temprano, exponiendo también a trabajadoras y trabajadoras que concluyen sus jornadas por la noche.
Por otro lado, las rutas son demasiado ineficientes: mientras que hay calles dentro de la periferia que son recorridas hasta por tres líneas, zonas como Villas del Pedregal, Altozano o la Tenencia Morelos son atendidas solo por una ruta… ¡O por ninguna! Por poner otro ejemplo, el campus de la UNAM posee dos autobuses para transportar a sus estudiantes, sin embargo, éstos no pueden circular porque los conductores de la ruta Paloma Azul lo impiden, incluso ejerciendo uso de violencia, bajo el pretexto de que ”les roban el pasaje”.
Cabe mencionar que las unidades, sobre todo de camiones están en pésimas condiciones: muchos están viejos, sucios y les faltan piezas, contaminan demasiado y los choferes no respetan reglas elementales de cultura vial. El que escribe perdió un familiar que viajaba en motocicleta por irresponsabilidad de un conductor de la ruta Villas del Pedregal.
Cómo olvidar cuando, en enero de 2020, prestadores del transporte público bloquearon la ciclovía recreativa dominical que recorre la Avenida Madero en el primer cuadro de la ciudad, por motivos estrictamente político-partidistas, en ese entonces en contra de la administración municipal encabezada por el morenista Raúl Morón Orozco.
Quizá esto sea lo más grave de todo: el involucramiento en la política de líderes transportistas como el ciudadano José Trinidad Martínez Pasalagua, quienes al amparo de priístas de la vieja guardia como el ex edil moreliano, Fausto Vallejo Figueroa, establecieron una red de clientelismo electoral y cacicazgos políticos. Ofrecen el voto corporativo del sector y “dejan trabajar” a los funcionarios en turno, a cambio de obtener el control y las ganancias totales del transporte público.
Incluso destaca el paso del personaje en cuestión por el Congreso del Estado, así como dos intentos frustrados por formar sus propias agrupaciones políticas, tales como Fuerza por México o Tiempo por México, heredando el sistema de corrupción a su hija Karla Martínez Martínez.
Si se comparan las unidades de transporte público en Morelia con las de grandes ciudades, como Guadalajara, Monterrey o la Ciudad de México; si se comparan los diez pesos que cobra una combi por un trayecto corto, con los cinco pesos que se paga por el metro capitalino y que recorre mayores distancias, nuestra ciudad queda muy mal parada. Quizá esto explique porqué la capital michoacana es una de las ciudades en todo el país con mayor número de automóviles por habitante.
En síntesis, los dirigentes del transporte público de la ciudad de Morelia están en contra de cualquier intento de tener un sistema de transporte público medianamente decente, así como de los esfuerzos por transitar hacia una movilidad sustentable y diversificada, quizá por miedo a perder todos los privilegios políticos y económicos que supone transportar a las morelianas y los morelianos.
Ilustración portada: Luna Monreal