Regla de Tres

Trabajo sucio


“Su infancia transcurrió en familias profundamente religiosas, con padres violentos y madres sumisas, marcados por episodios de violencia…”

Walter y Braiden son dos excombatientes de la guerra de Vietnam. Walter es blanco y Braiden, negro. Ambos están ingresados en un hospital para veteranos en un estado del Sur de Estados Unidos. Walter acaba de llegar, mientras que Braiden lleva ya muchos años atado a una cama de hospital. Walter tiene el rostro y parte de la cabeza destrozadas por la metralla y sufre severas secuelas de sus heridas. A pesar de múltiples operaciones, sigue padeciendo convulsiones y pérdidas de conocimiento con frecuencia. Un último episodio, particularmente traumático, lo ha llevado nuevamente al hospital, donde los médicos evalúan si pueden o deben operar nuevamente. 

Braiden es el “decano” del hospital. Han pasado dos décadas desde que unas ráfagas de bala le destrozaron las piernas y los brazos, lo que llevó a la amputación sus cuatro extremidades. Ambos son desechos de guerra, y lo saben. La casualidad los ha reunido en una olvidada sala del hospital de veteranos, donde comienza una relación (si se le puede llamar así al intercambio crepuscular entre dos seres sin esperanza alguna).

Hoy vamos a recomendar un libro que, aunque no es estrictamente novela negra, sí es una historia muy oscura. Como en toda novela negra, hay dolor, injusticia y crimen. Se trata de Trabajo sucio (Dirty Work, 1989), de Larry Brown (Mississippi, 1951-2004), publicado en español por Dirty Words en 2015.

Brown desempeñó varios oficios antes de convertirse en escritor: pintor, leñador, limpiador de alfombras y bombero. Aunque desde joven quiso dedicarse a la literatura, no fue sino hasta 1990 cuando logró hacerlo. Según él mismo narró, en sus inicios los editores le rechazaban sus novelas y cuentos (que él consideraba “muy malos”). Trabajo sucio fue su primera novela exitosa y, junto con sus obras posteriores, lo llevó a ser considerado un autor de culto, conocido por sus historias nacidas de la pobreza, el racismo y la violencia, temas que conoció de primera mano, y que han marcado la vida en el “profundo sur” de Estados Unidos, donde él creció y pasó su juventud.

Regresando al libro, tanto Walter como Braiden, provienen de la zona del delta del Mississippi: Braiden de la región cercana a la costa y Walter de las colinas. Ambos tuvieron una infancia pobre, con múltiples privaciones, y vivieron episodios de violencia familiar. Incluso, el padre de Walter estuvo en prisión por matar a un hombre que ofendió a su madre.

La narración transcurre en unos cuantos días, en los que ambos platican en la sala de hospital y se van contando sus vidas. Todo ello entre cervezas y porros, provenientes de una provisión que Braiden ha conseguido gracias a la complicidad de una enfermera a la que llaman “Diva”.

La historia está narrada en forma de diálogo entre los protagonistas. A medida que relatan sus vivencias, desnudan la realidad y los vicios de la parte más empobrecida de Estados Unidos. Ambos trabajaron desde niños en diversos oficios y en los campos de algodón. Su infancia transcurrió en familias profundamente religiosas, con padres violentos y madres sumisas, marcados por episodios de violencia que los empujaron a buscar una salida. Enlistarse en el ejército y combatir en Vietnam fue la única opción que encontraron para escapar de sus comunidades. 

En medio de sus recuerdos, inevitablemente surgen sus expectativas ante su situación actual. Walter lleva años ocultándose de la gente debido a las deformidades de su rostro. Después de múltiples cirugías, ya no quiere someterse a otra más, pues los medicos le han advertido que, si algo sale mal, podría morir. Se sabe condenado a una vida solitaria, sin esperanzas de encontrar pareja. Su único alivio es el recuerdo de los pocos momentos placenteros que tuvo en su vida anterior.

La situación de Braiden no es mejor. Como amputado de sus cuatro extremidades, depende por completo de la ayuda de enfermeras o familiares. Solo encuentra alivio cuando bebe o fuma un porro -siempre con la ayuda de alguien-. La llegada de Walter al hospital le ha devuelto un poco el ánimo, pues representa la oportunidad de hablar con alguien que, al padecer una desgracia similar se convierte en su confidente y cómplice. Pero, sobre todo le permite visualizar la posibilidad de llevar a cabo un plan que ha estado fraguando desde mucho tiempo atrás.

A través de los diálogos entre Walter y Braiden se construye el retrato de toda una época: el desencanto de toda una generación ante una guerra que nunca quiso y a la que fue obligada a pelear. Hablan de música, de cine, y de las huellas del racismo que incluso en el campo de batalla se manifestaba de distintas maneras. 

El relato de sus vidas es también el reflejo de un mundo violento y rural. Ambos crecieron en pueblos olvidados del sur. Pero lo que definitivamente define este libro, es un sentimiento de tristeza y desesperanza que atraviesa todas sus páginas, sobre todo cuando los protagonistas nos comparten la visión del “enfermo”, del mutilado, del rechazado por la sociedad. Reflexionan sobre como son vistos por los demás y como se convierten en una carga para sus familias, y sus comunidades.

Un relato desencantado y profundamente humano, que inevitablemente nos hace recordar películas como Johnny tomó su fusil o Regreso sin gloria, en cuyas páginas resuenan los viejos blues del Delta del Mississippi, y las canciones de Crosby, Stills & Nash y Bob Dylan.

Una historia escrita desde las entrañas del autor, sin concesiones ni complacencias, que deja una huella profunda en el lector, perdurando mucho tiempo después de su lectura.

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