Regla de Tres

Tierra nocturna

“Un día, o mejor, una ´noche´ al inicio de la noche polar, los científicos desaparecen sin dejar rastro…”

Hay un subgénero de la novela negra o criminal que coquetea con elementos sobrenaturales en sus tramas. Tal vez el autor más reconocido de este estilo sea John Connolly, muchas veces reseñado en esta columna, o la misma Fred Vargas, otra de nuestras favoritas, que lo ha usado frecuentemente, generando historias muy interesantes y adictivas que configuran un subgénero de novela negra “gótica”.

Sin embargo, es el autor estadounidense Nic Pizzolatto el encargado de llevar estas historias hasta la ficción weird o terror cósmico. Pizzolatto nació en Nueva Orleans y se crío en la zona costera de Luisiana, tal vez por ello le sea natural esta mezcla de mitología e historias criminales. Además de su labor como escritor, con dos novelas negras en su haber y muchos relatos cortos publicados, desempeña una intensa labor como guionista de cine y televisión; en esta última ha generado las historias de una serie para HBO, True Detective, que ya va en su cuarta temporada.

Es en esta serie donde Pizzolatto más se ha acercado a H.P. Lovecraft, creando un subgénero propio que se caracteriza por la mezcla de investigación criminal con el canon del relato cósmico, que trata de la exploración de temas como la insignificancia humana en un universo vasto e indiferente, la existencia de entidades cósmicas poderosas e incomprensibles, y la revelación de conocimientos o realidades que desafían la comprensión y la cordura humanas.

En las historias de terror cósmico, los personajes a menudo se enfrentan a fuerzas o entidades sobrenaturales que están más allá de la comprensión humana, y sus encuentros con estas fuerzas generalmente llevan a la locura, la desesperación o la muerte. El terror cósmico a menudo juega con el miedo a lo desconocido y la idea de que hay cosas en el universo que están más allá de nuestro entendimiento y control.

Hemos de mencionar que es en True Detective, sobre todo en la temporada uno y en esta nueva temporada cuatro, donde Pizzolatto mejor logra esta fusión “extraña” de la novela criminal y la ficción weird. True Detective está organizada por temporadas, mismas que son autoconclusivas y tienen un desarrollo independiente, y, hay que decirlo, desigual. La primera temporada causó una enorme sorpresa y su innegable calidad atrajo a las grandes estrellas del cine a la nueva televisión. En ese sentido, además de su indudable calidad y producción, fue seguida por dos temporadas un poco olvidables. Tal vez, le pesó mucho a Pizzolatto el éxito inicial. La temporada 4 regresa por sus fueros a la excelente puesta en escena y una historia apasionante, tanto que está rompiendo récords de audiencia, incluso por encima de series de culto, como la misma Succession.

True Detective recibe el nombre de Tierra nocturna (Night country, HBO 2024), un poco en referencia a los períodos de oscuridad que la inclinación del eje terrestre provoca, con períodos de ausencia de luz solar de más de veinticuatro horas tanto en el Círculo Polar Ártico como en el Círculo Polar Antártico (llega a durar hasta más de 190 días de noche). También hace referencia a una “entidad extraña” que llegará a las tierras de Alaska…

En esas tierras hay un proyecto de investigación que mantiene una estación permanente en las tierras altas de Alaska, en el círculo polar, llamada Tsalal. Un día, o mejor, una “noche” al inicio de la noche polar, los científicos desaparecen sin dejar rastro. Esta situación es comunicada a la policía de Ennis, Alaska (pueblo ficticio), por un proveedor que encuentra la estación abandonada y una lengua humana por allí. La policía, encabezada por la Inspectora Danvers (Judie Foster), asume la búsqueda inmediata del grupo.

Paralelamente, la agente Navarro (Kali Reis) desarrolla la investigación del asesinato de una activista ambiental del pueblo Inuit (los mal llamados esquimales), que años atrás apareció muerta tras unas protestas contra una compañía minera de la localidad. Un caso que ha generado un distanciamiento entre las dos investigadoras.

En esa búsqueda están cuando Rose (Fiona Shaw), una extraña mujer, es “contactada” por el espíritu de su exmarido, que le indica dónde se encuentran los científicos. Los cadáveres de los trabajadores de la estación Tsalal aparecen congelados, desnudos y formando una extraña escultura que muestra el terror de la muerte por congelación. Uno de ellos tiene tatuada una espiral en la frente, la ropa está perfectamente doblada a cierta distancia y todo forma una inquietante puesta en escena. El caso es catalogado como un crimen…

Poco tiempo después descubren que el cadáver de la activista, años atrás, también tenía tatuada esa extraña forma de espiral, la misma que debe tener algún significado que deben averiguar. Rose afirma que tal es una señal antigua, más antigua que Ennis y el mismo hielo.

Las investigaciones de Navarro y Danvers confluyen y unen esfuerzos, en una relación muy complicada, pero que las va enfrentando a un mundo extraño, lleno de mitos, símbolos y creencias, donde es difícil separar lo real y lo sobrenatural.

No les cuento más. Nic Pizzolatto regresa a su mejor momento de la temporada uno, con una excelente historia criminal que va ligando personajes, modos de vida, historias complicadas, con ese mundo extraño del weird. Mi hijo, incluso, vincula su éxito de público a que te encuentras claramente en una historia lovecraftiana mezclada con novela negra y eso ha resultado muy atractivo para el público joven.

Qué les digo, la mera presencia de Judie Foster es una garantía, aunque le dejan un papel de gruñona, en ocasiones excesiva, pero creo que fue para alejarla de su última incursión en el cine negro con El silencio de los inocentes y más cercana a Kate Winslet en otra estupenda serie de HBO, Mare of Easttown. Esta actuación de Foster se equilibra con la presencia de Kali Reis, que le hace un perfecto contrapunto.

Una estupenda serie, corta (seis capítulos), para un buen maratón. Hay referencias ocultas, para conocedores, con la primera temporada y muchos guiños a la mitología inuit, que por momentos nos remite a El país de las sombras largas de Hans Ruesch (1950), muy interesante para adentrarnos en el mundo de estas culturas que van desde Siberia hasta Alaska y Groenlandia. Tiene además dos agregados muy importantes: nos muestra el empoderamiento de las mujeres. Ellas son personajes fuertes, independientes y están presentes en todo, no les pasa la vida por encima y no requieren de la “protección masculina”: buen punto para Nic Pizzolatto, además, y no menor, la temporada es dirigida por Issa López, directora, guionista y escritora mexicana que realizó un trabajo magnifico. No se la pierda, vale mucho la pena.


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