Regla de Tres

Sobre Ramón Ángeles, años de silencio


Su voz permanece acallada hasta hoy día, en el silencio impune de los casos de periodistas desaparecidos que se acumulan sin respuesta en los archivos oficiales

Ese jueves Ramón llegó a su casa preocupado, “desaparecieron a María Esther en Zamora” comentó a su familia. Era noviembre de 2009 y el día previo –el 11- su compañera corresponsal del periódico Cambio de Michoacán se convirtió en la primera mujer periodista en México en ser desaparecida.

A partir de ahí los hábitos de Ramón Ángeles Zalpa registraron matices: solía informar a su familia sobre dónde se encontraba y  procuraba llegar a su casa antes de las nueve de la noche.

Cinco meses después, Ramón se sumaría a la lista de periodistas desaparecidos en México, el cuarto en Michoacán, su voz permanece acallada hasta hoy día, en el silencio impune de los casos que se acumulan sin respuesta en los archivos oficiales.

Ramón laboraba entonces como corresponsal de Cambio de Michoacán, y también en El Sol de Morelia, aunque en éste último hacía coberturas fundamentalmente de notas de sociales utilizando como seudónimo el nombre de su hijo pues formalmente no se podía “dobletear”, es decir, trabajar en dos periódicos a la vez.

Con María Ester Aguilar Cansimbe, Ramón no tenía una relación más allá de las reuniones de trabajo que se convocaban en Cambio de Michoacán, no obstante, sintió cercana su desaparición y con ella los riesgos por el ejercicio de su labor.

Anteriormente en Michoacán ya se habían registrado las desapariciones de Antonio “El Chino” García Apac, director del semanario Eco de la cuenca de Tepalcatepec en 2006, y de Mauricio Estrada Zamora de La Opinión de Apatzingán en 2008.

“Había esos otros casos, pero como eran en Tierra Caliente y no había tanta información como ahora, no recuerdo a mi papá antes de María Esther mencionar a ningún otro periodista desaparecido”, recuerda Guadalupe Ángeles hija de Ramón.

Periodista, profesor, activista

La defensa de derechos y el activismo siempre pulsó en el ánimo de Ramón, quien no logró concretar su sueño de ser abogado debido a las precariedades económicas en su casa. Su padre falleció cuando tenía nueve años y su madre no podía costearle la carrera de Derecho.

Estudiar en la Normal era la opción para tener una profesión entre la gente de escasos recursos, además, se tenía garantizado el trabajo al acabar de estudiar.

Refiere Guadalupe que su padre concluyó sus estudios entre los 18 y 19 años, fue entonces que empezó a trabajar como profesor. “Para entonces quienes estudiaban en la normal no salían con licenciatura, esa la hizo posteriormente junto con una maestría”.

El ejercicio docente lo llevó al activismo y a encontrarse a los 19 años con quien se convertiría en su pareja de vida, Estela, que para entonces contaba con 17 años.

A la comunidad de San Pedro del municipio costero de Aquila, había que llegar caminando porque no había brecha y los animales de carga eran usados para transportar la mercancía a las tiendas del lugar. A sus 19 años, como profesor, Ramón gestionó con el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano la construcción del camino.

“Mi papá impulsó la brecha, ahí tiene todavía los registros de cuánto cooperó la gente y en qué tiempo se hizo, tiene por ahí unas fotos; luego bromeaba y decía: en San Pedro yo dejé la brecha, pero me traje a tu mamá. Como que fue ahí donde empieza a concretar ese deseo que él tenía de ayudar”, apunta su hija.

Guadalupe no tiene claro en qué año empezó su papa a trabajar como periodista, ella lo recuerda de toda la vida reporteando, con gente que lo visitaba en su casa para pedirle apoyo.

“Le decían: oye Ramón, me gustaría que saques esta nota. Recuerdo que entonces los otros periodistas cobraban muy caro sacar notas, hasta 30 mil pesos, entonces mi papá lo hacía sin cobrar, nunca cobró a la gente por lo que escribía, a él le comentaban lo que pasaba y se ponía a investigar para verificar, porque tampoco era que llegara cualquier persona y publicara cualquier cosa, él investigaba”.

Ramón empezó a reportear en La Guía de Zamora,  luego estuvo un breve tiempo en La Voz de Michoacán, y finalmente formó parte de las filas de Cambio de Michoacán y de El Sol de Morelia con un seudónimo.

“Toda la vida lo recuerdo escribiendo, en los periódicos recuerdo verlo escribir en máquina, ya después cuando empezó a haber computadoras e internet, grababa sus notas en los diskette de tres y medio, y como un primo tenía un ciber nos mandaba a que enviáramos las notas al periódico.

“Ya con los CD empezaba a ser común que hubiera más internet en todas las casas, pero ahí tenían que desconectar el teléfono y conectar el internet; recuerdo que muchas veces no había teléfono porque él estaba utilizando el internet. Siempre traía un montón de hojas dobladas de lo que fuera, yo creo que solo él se entendía, porque ni siquiera era como una secuencia, desdoblabas la hoja y en una parte decía una cosa y en la otra, otra, él escribía siempre aquí en la casa”.

Las coberturas periodísticas de los conflictos sociales de la región, de los abusos a las comunidades indígenas, llevaron a Ramón y su familia a diversas situaciones de alerta.

Cuando Guadalupe tenía entre 13 y 14 años, unos comuneros a los que su padre había apoyado publicando informaciones sobre su problemáticas, estuvieron cuidándolos por algún tiempo.

“Recuerdo mucho una situación en donde no podíamos ni salir, había una camioneta afuera de mi casa cuidándonos y otras detrás; cuando íbamos a la escuela los señores nos acompañaban en el carro de mi papá y lo iban siguiendo, porque no sé qué problema hubo y estuvieron cuidándonos hasta que las cosas estuvieron más tranquilas”.

Ramón hizo su maestría en España, y a partir de ahí se fijó como objetivo la construcción de una escuela de laudería en Paracho.

“Ya que regresa de España empieza a trabajar en la UPN (Universidad Pedagógica Nacional), y es donde le surge el interés de crear una extensión de la Universidad en Paracho así que empieza a buscar un terreno que finalmente donó Bienes Comunales. También buscó otro espacio para que se hiciera la escuela de laudería, le donaron un terreno, pero ahí ni siquiera se iniciaron los trabajos porque él estaba concentrado primero con el tema de la UPN”

Para la realización de la obra de la Universidad Ramón realizó gestiones en diferentes partes, Guadalupe recuerda que incluso hubo kermes en las que pedía cooperaciones de a peso en tendederos, “hizo gestión en las empresas de Paracho, en el Gobierno Municipal y en el estatal, hasta en el federal, era gestión en todos los lugares donde se pudiera”.

La desaparición

Para Semana Santa de 2010 la familia de Ramón había cancelado las vacaciones que tenían previstas realizar a Colima, ya que en la construcción de la sede de la UPN se iba a realizar el colado y él tenía que estar ahí.

“Mi papá a sus conocidos siempre les decía líder, recuerdo que era viernes santo cuando recibió una llamada que yo contesté, era de una persona que él conocía y le dijo: ¿qué pasó líder?, pero mientras hablaba le empezó a cambiar el semblante; estaba una hermana de mi papá y mi mamá y le empiezan a decir ¿qué pasó Ramón?, ¿qué te dijeron?, y ya nada más mi papá dijo, no nada, desconecten el teléfono”.

Guadalupe salió ese día a la plaza y al regresar su madre le dijo que hiciera su maleta porque se iban al día siguiente a Colima, a ella le sorprendió porque le habían dicho que no saldrían de vacaciones.

La familia regresó a Paracho el martes seis de 1abril. En el trayecto de retorno Ramón recibió diversas llamadas diciéndole que lo requerían en la obra de la UPN, porque necesitaban el dinero para hacer los pagos del colado.

“Recuerdo que cuando llegamos mi hermano venía manejando y decía, este carro como que se me viene cerrando, y mi papá le dijo, no hagas caso, dale a la casa; mi papá hacía como que no le tomáramos importancia”.

Para Guadalupe es claro que la llamada que su padre recibió el viernes santo cambio su actitud y planes, “nunca nos dijo qué le dijeron pero supongo que lo amenazaron o algo; probablemente no pensó que le fuera a pasar nada”.

Tras llegar de Colima, Ramón se fue a la obra y le dijo a su familia que no lo esperara a comer, que iba a tardar con el colado, pero que en la noche saldrían juntos a cenar.

Pero Ramón nunca llegó.

“Esa noche recuerdo haberme ido a dormir muy tranquila, pero mi mamá sí se quedó como llamándole. A la mañana siguiente mi hermano se levantó y dijo ¿no llegó mi papá a dormir?, y mi mamá dijo que no, igual lo fueron a buscar con sus amigos, a hospitales y con la policía”.

Para el miércoles Estela acudió con su hijo a presentar denuncia por la desaparición de Ramón pero el Ministerio Público no la quiso recibir bajo el argumento de que no habían transcurrido 72 horas, por lo que ella tuvo que llamar a una diputada conocida de su marido para pedirle ayuda y que fueran atendidos.

“Nunca nadie supo nada, recuerdo que cuando se llamó a testificar al encargado de la construcción, él dijo que mi papá nunca había llegado, que lo estuvo esperando y no llegó; pesamos que él sabía algo pero que también podía estar amenazado de alguna manera”.

Otro testimonio fue de una mujer que por la noche del día seis, mientras viajaba en su vehículo, vio un jetta rojo como el de Ramón zigzagueando por la salida de Paracho a Uruapan, ella pensó que conducía una persona en estado de ebriedad.

Aunque el automóvil de Ramón nunca fue localizado, los agentes del Ministerio Público dijeron a la familia que el vehículo nunca había salido de Paracho porque le habían realizado un estudio a las llantas.

Reporteros Sin Fronteras fue la organización que se contactó de manera inmediata con la familia de Ramón; Guadalupe apunta que por tratarse de un tema de periodistas la intención era que el caso lo atrajera rápidamente la Fiscalía General de la República, “sí se movió, pero igual no hubo nada; de mi papá nunca se supo ni se ha sabido nada”.

Ante la falta de resultados en las investigaciones, en noviembre de 2022, las organizaciones Propuesta Cívica y Reporteros Sin Fronteras promovieron ante las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza, denuncias por los casos de Ramón Ángeles Zalpa y Mauricio Estrada Zamora en contra del Estado Mexicano.

“Las autoridades sólo dicen: seguimos investigando, seguimos trabajando; una vez llegaron a decir que el caso de mi papá era uno de los más avanzados y yo dije entonces pensé ¿pues cómo estarán los otros?, porque no hay nada”, lamenta Guadalupe.


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