Regla de Tres

Ritual

“Martin está en su departamento cuando recibe una llamada de Lucas, su lugarteniente, quien le pide que se presente en el otro extremo del Sena, frente al 36 del Quai des Orfèvres, donde se han encontrado flotando en el río… siete pies humanos unidos entre sí.”

En el panorama actual de la novela negra europea, ha surgido una figura femenina que destaca por la dureza de los temas que trata en sus novelas, por sus elaboradas intrigas, por sus vueltas de tuerca narrativas y por la solidez en la construcción de sus personajes, a los cuales les confiere una profundidad y matices difícilmente alcanzados en el género. Estamos hablando de Sandrine Destombes (Francia, 1951).

Las novelas de Sandrine son todo un suceso en Francia, y además, ya se ha convertido en una de las autoras favoritas de esta columna, de ella hemos reseñado tres de sus obras: El doble secreto de la familia Lessage, Las hermanas de Crest y Madame B, cada una de ellas con una trama independiente, pero todas inmersas en un universo oscuro, en donde se reflejan los aspectos ocultos de la psique humana y su manifestación en historias densas, adictivas y absorbentes, que ponen a prueba la capacidad deductiva del lector más avezado.

Sandrine Destombes

En esta nueva entrega de Zona Oscura vamos a recomendar la más reciente novela de Destombes, El ritual (Penguin Random House, 2024).

Martin Vaas es capitán de la policía en París, tiene poco que obtuvo el puesto en la Dirección de la Policía Judicial a cargo de los distritos que conforman la llamada rive gauche de la capital francesa; viene de trabajar en Lyon donde dejó un pasado turbio, del cual no quiere que ninguno de sus subordinados se entere. Martin es un tipo ansioso y taciturno, cuando un caso lo absorbe es un dolor de muelas para sus colaboradores y subordinados, vive solo en un departamento a la orilla del Sena con unas vistas magníficas, las cuales, a veces, logran calmar sus demonios del pasado.

Martin está en su departamento cuando recibe una llamada de Lucas, su lugarteniente, quien le pide que se presente en el otro extremo del Sena, frente al 36 del Quai des Orfèvres, donde se han encontrado flotando en el río… siete pies humanos unidos entre sí. Acude de inmediato, y no deja de llamarle la atención que los restos humanos hayan sido encontrados precisamente frente a la antigua sede de la Policía Francesa.

Todos los pies calzan zapatillas deportivas y están atados en pareja, a excepción del séptimo que está solo. Por el estado de conservación se asume que fueron arrojados recientemente, aunque no lo podrían confirmar hasta que el forense los analice. El primer gran interrogante que surge es ¿dónde están los cuerpos a que pertenecen estos pies? ¿están muertos o vivos?

Por lo dramático y aparatoso del hallazgo, por la cantidad de posibles víctimas involucradas, y por la “puesta en escena” frente a la antigua sede de la policía, se echa a andar todo el poderoso aparato de la policía francesa; además de su equipo cercano, compuesto por Lucas Tombe, Chloe Pellegrino y Francis Ducamp; el capitán Martin Vaas recibe el apoyo del comandante de la legendaria división de Análisis Criminal y Comportamiento de Casos Complejos (UAC3), el veterano comandante Lazlo.

El análisis forense determina que los pies encontrados fueron cortados con las víctimas vivas (tres hombres y una mujer); en la planta del pie de la mujer apareció grabada a cuchillo la palabra “Ganador” y este dato, de inmediato, relaciona este caso con otros dos casos antiguos que se remontan a 15 y 10 años atrás, lo que eleva aún más la presión sobre los investigadores, pues en el primer caso ya había sido encontrado un culpable que murió en prisión.

Al iniciar las investigaciones, pronto se dan cuenta de que se enfrentan a una monumental tarea, y a un rompecabezas de difícil resolución, pues no saben cuál es la imagen que tienen que armar, ¿es un asesinato en masa? ¿es un caso de secuestro y mutilación? ¿es un copycat que quiere imitar crímenes antiguos? De inmediato se ponen a indagar entre los miles de casos de desaparecidos recientes, a buscar evidencia forense en los restos encontrados, y a comprobar si hay concordancias en los archivos del DNA con las víctimas, todo esto contra reloj, ante la probabilidad de que los dueños de los pies estén vivos en algún lugar cercano.

Durante el desarrollo de la investigación, van aflorando diversos conflictos latentes entre los miembros del equipo de Vaas, se supone que son de lo mejor cada uno en su especialidad, pero todos son dueños de temperamentos peculiares, que ante los nulos resultados, van tensando la convivencia y estallan los conflictos, así tenemos a un Lucas Morón, soltero y misógino, con dos ex parejas a cuestas, que quiere acelerar todo el proceso y saca conclusiones apresuradas y erróneas; una joven Chloe que está estudiando perfilación criminal, vive sola y es una especie de mascota del equipo, pero que se está creciendo ante el desafío del caso, y mostrando su verdadera valía; Francis Ducamp es el veterano, a punto de jubilarse y que mantiene una actitud desapegada y distante, de él no se espera gran cosa. 

Por su parte, el Capitán Martin entra en una espiral de ansiedad y tensión, sus exigencias y estallidos son cada vez más frecuentes y tienen que intervenir el Juez Vendome y el comandante Lazlo para poner orden, apoyar con su experiencia en los antiguos casos similares, y también para proteger su prestigio, ante una investigación que amenaza con estallarles en la cara.

El proceso llega a un punto muerto, cuando aparecen los cadáveres de dos de los dueños de los pies encontrados, y se va perfilando una especie de “ritual macabro”, que estaría dejando para el final a la dueña del “pie ganador”.

Las indagaciones nos llevan por los entresijos de las técnicas de investigación de la policía francesa, entramos a las salas forenses donde se diseccionan y analizan los cuerpos, impregnándonos prácticamente de su olor. La autora nos introduce a las diversas hipótesis que se van perfilando, nos involucramos en las muchas y angustiantes discusiones que se tienen en el equipo, lo cual se disfruta de sobremanera por la densidad literaria que le dan a la historia, gracias a que los personajes con sus peculiaridades, han sido construidos a cincel y con precisión de entomólogo, por si fuera poco, el desarrollo de la trama abreva de múltiples referencias literarias y de los mitos clásicos.

Capítulo aparte merecen los interrogatorios, cuando y conforme avanza la investigación, se van identificando a los sospechosos, estos interrogatorios son de lo mejor del libro, son diálogos muy intuitivos, punzantes, inteligentes, que muestran los matices psicológicos de los involucrados, y que en ocasiones, en su falibilidad nos angustian y desesperan, pues hay momentos en que entorpecen en vez de ayudar a la resolución del caso, volviéndolo más laberíntico aún.

La maestría desarrollada por la autora en sus anteriores novelas, alcanza en esta un gran clímax, logrando una historia que se divide en diversas subtramas, con variados personajes, al cual más interesante y complejo, el caos irresoluble que se perfila durante la primera mitad de la historia, se va condensando, y al final, todo encaja con precisión, los cabos sueltos se anudan, y nos llevan a un final memorable.

Sandrine Destombes, sin duda, ya comparte el trono con Fred Vagas como Reyna de la Novela Negra francesa.


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