Este 2024 habría cumplido 90 años de edad si no lo hubiera atajado la muerte en agosto de 2017. El 20 de junio hicieron nueve décadas del nacimiento del maestro monero
Patricia Monreal
En 1986 Eduardo del Río García “Rius” se reconoció como profeta en su tierra, Michoacán, nada más por llevar la contraria al dicho, según lo manifestó. El Teatro Ocampo en Morelia se encontraba abarrotado para atestiguar la entrega de la presea Generalísimo Morelos al caricaturista e historietista zamorano.
La formalidad y el acartonamiento protocolario propios de esos eventos, quedaron corrugados como el papel con la tinta vertida, con ironía, el monero no dejó pasar de largo en su intervención el tamaño de las orejas del entonces gobernador en turno, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, aludiendo a que su dimensión era herencia de familia.
La ironía y la crítica fue natura en Ruis y su trabajo. Este 2024 habría cumplido 90 años de edad si no lo hubiera atajado la muerte en agosto de 2017; el 20 de junio hicieron nueve décadas de su nacimiento.
En Michoacán el 90 aniversario del natalicio de Ruis pasó inadvertido, sin alusión alguna por parte de las autoridades de cultura en la entidad.
Su madre decidió dejar Zamora y trasladarse a la Ciudad de México al enviudar, cuando Ruis aún no cumplía los seis meses de edad. En la gran capital del país, el futuro monero fue seminarista y realizó sus estudios en escuelas católicas.
Empiezó a colaborar con dibujos en el periódico de los salesianos El amigo de la niñez, trabajo que le fue heredado por su hermano Gustavo quien inicialmente era el colaborador de la publicación. A los 20 años se incorpora a la revista Ja-já, Síntesis del humorismo mundial, tras conocer por casualidad a su director Francisco Patiño en la funeraria Gayosso en la que trabajaba.
A invitación de Abel Quezada en 1956 entra a colaborar en el periódico Ovaciones, en donde empieza a vivir la censura del régimen por sus cartones. Al año siguiente el zamorano se convertiría en el dibujante principal del rotativo.
Dos años después, en 1959, la Embajada de México en Estados Unidos lo nombró “Caricaturista del Año”, además recibió de manos del entonces presidente Adolfo López Mateos el Premio Nacional de Periodismo en la rama de caricatura. Fue entonces que su familia al verlo en televisión supo que Rius “ese monero tan ateo y rojillo”, era su Eduardo.
Posteriormente “empezó una vertiginosa carrera que lo llevó a ingresar a publicaciones tan disímbolas como La Nación, el periódico del Partido Acción Nacional, explicable, sin duda, por su formación y orígenes religiosos, hasta Política, una revista de Manuel Marcué Pardiñas que estaba radicalizada, en el discurso, a la izquierda”, refiere Agustín Sánchez González a propósito del monero en el texto “Eduardo Humberto del Río García y monos que lo acompañan” publicado en el suplemento cultural Confabulario de El Universal.
Abunda: “En 1959, un grupo de jóvenes caricaturistas que buscaba un estilo, y trabajo también, formó la revista Sic. Risas de bolsillo. Sergio Aragonés, Bauche, Almada, Quelar y Rius eran estos curiosos muchachos cuyo estilo prácticamente era igual entre los cinco, cuyo sueño, era no dibujar como Ernesto García Cabral o como Andrés Audiffred, demasiada elegancia estética, sino como Steinberg, un estilo ‘menos complicado’, y a través de líneas sencillas”.
Para 1960 inicia sus colaboraciones en la revista Siempre!, y junto con Leonardo Vadillo publican la tira titulada “La semana política”. Rius consideraba su ingreso a la publicación como “una verdadera conquista”.
“Por vez primera se lograba publicar en una publicación no-partidista, temas que ningún periódico aceptaba. Creo que nuestro trabajo sirvió de ejemplo a la caricatura que siguió a nosotros”, señaló Rius en su libro Un siglo de caricatura en México. Sus colaboraciones en Siempre! le valieron ser excomulgado por la iglesia católica.
Cinco años después tendría que optar por la independencia para sortear la censura oficialista. Con sus propios medios en la editorial Meridiano saca el primer número de Los Supermachos, publicación con la que “abre un espacio inédito dentro de los cómics mexicanos: crea la primera historieta política en el mundo”, refiere Ezequiel Maldonado en su ensayo “Pepines, chamacos y Los Agachados”.
Laura Alicino, refiere cómo con Los Supermachos, Rius “crea el microcosmos del pueblo de San Garabato, en el estado de Cucuchán, donde se reflejan las virtudes y los vicios de una sociedad mexicana esencialmente clasista, machista y racista. Los personajes que pueblan San Garabato son Calzónzin (un indio rebelde y con una tendencia abiertamente filocomunista); Don Perpetuo del Rosal (un viejo cacique) y su cuerpo de policía, formado por Arsenio y por ‘el cabo Lechuzo’; Gedeón Prieto (un fiel burócrata, parodia del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz); el Chón Prieto, hermano de Gedeón; Doña Emerenciana (la vieja beata y puritana); Froylán Osorio (el poeta) y el boticario Don Lucas”.
En su ensayo “Historia e historietas en la obra de Rius: el cómic como forma de arte”, Alicino recuerda cómo las llamadas de la Secretaría de Gobernación a Meridiano se volvieron frecuentes, a tal punto que el editor realizaba cambios en la historieta sin conocimiento del autor, por lo que finalmente éste determina abandonar la editorial que acaba por apropiarse de sus personajes.
Para Meridiano resultaba lucrativo permanecer con la publicación que generó tal demanda de los lectores, que se llegaron a imprimir 250 mil ejemplares a la semana.
En 1968 Rius crea Los Agachados de la mano de editorial Posadas, “una especie de remake de Los Supermachos pues metamorfosea las características y perfiles de sus anteriores personajes con nuevos ropajes, nombres diferentes, espacios pueblerinos pero similares pensamientos y actitudes, en donde la recreación de arquetipos es un leit motiv”, refiere Ezequiel Maldonado.
Agrega: “La rica veta de personalidades de Los Supermachos encontró sus clones intelectuales corregidos, aumentados y tal vez empobrecidos en Los Agachados. Esta revista no es la segunda parte de Los Supermachos pero sí prevalece una línea de continuidad enarbolada por la lucha ideológica versus el diversionismo ideológico impulsado por el sistema capitalista imperante en nuestro país”.
Rius participa en los primeros números de la revista Por qué?, dirigida en lo artístico por otro michoacano, Rogelio Naranjo, ahí también participan Vadillo, AB (Emilio Abdalá) y Helioflores. Meses después, en noviembre de 1968, dieron vida a la revista de humor político La Garrapata, referente en la historia de la caricatura del siglo XX.
En el libro “El 68 en monos: sumisión y rebelión”, Agustín Sánchez González refiere que fue La Garrapata, en donde se publicó la primera versión de la matanza del dos de octubre, realizada por Naranjo.
Rius junto con AB realizan el primer acercamiento a la historia del movimiento estudiantil a través de un número especial de Los Agachados titulado: “Los cocolazos de julio, agosto, septiembre (y octubre quién sabe si tambor)”, que se publica el 24 de septiembre de 1968.
En “Rius para Principiantes” se consigna lo dicho por Carlos Monsiváis sobre ese momento en la vida del monero: “A lo largo del movimiento (de 1968) y después, Rius se enfrenta satíricamente al autoritarismo y a Díaz Ordaz. La consecuencia: a mediados de 1969 un grupo de policías lo secuestra, lo ata, le venda los ojos y lo conduce a un sitio alejado. Luego, Rius escucha a un hombre darle órdenes a un (súbito) pelotón de fusilamiento, ‘Preparen, apunten…’ y el ‘¡Fuego!’, emitido con furia. No sobreviene la descarga, hay risas de la prepotencia y a Rius se le abandona en las afueras de la ciudad”.
El propio Ruis narraría ese episodio en diferentes momentos, uno de ellos en su autobiografía “Mis confusiones. Memorias desmemoriadas”, en el capítulo denominado “De cómo tengo dos cumpleaños”.
En su haber Rius tiene más de una centena de libros publicados, muchos de ellos reeditados.
Recuerda Rodrigo Villarreal en su texto “Rius, educador del pueblo” cómo Carlos Monsiváis escribió que “en el país existen tres Secretarías de Educación: la SEP, Televisa y Rius”, y alude también a lo expresado por Elena Poniatowska: “Rius fue nuestro Piaget, nuestro Freinet de la escuela activa, Iván Illich su vecino en Cuernavaca, Skinner el padre del conductismo, Pestalozzi, Montaigne y Federico Fröebel, todos hechos croqueta. Rius fue, sin proponérselo, uno de los grandes educadores de México del siglo XX”.
Su primer libro fue una edición de autor de 1965 titulada Cuba para principiantes, lo realizó por encargo del Partido Comunista Mexicano para dar a conocer y defender la revolución encabezada por Fidel Castro.
Luego vendrían títulos como Marx para principiantes, que superaría los 400 mil ejemplares. Las temáticas de sus libros fueron variadas, desde temas políticos, religiosos, históricos, filosóficos y de arte, hasta de salud y sexualidad.
Entre su amplia producción destacan títulos como La trukulenta historia del kapitalismo, Pequeño Rius ilustrado, Cristo de carne y hueso, La panza es primero, No consulte a su médico, Hitler para masoquistas, Los Panuchos, Guía incompleta del jazz, La iglesia y otros cuentos, Manual del perfecto ateo, entre otros.
El ocho de agosto de 2017 Rius falleció en Tepozotlán, Morelos, tenía 83 años de edad.