“Acción Nacional debe encontrar nuevas narrativas que tengan mayor sustento conceptual y puedan presentarse ante la opinión pública con mayor credibilidad.”
Francisco Viveros Dávalos
Vivero de Ideas
Se ha cumplido un mes de que el Partido Acción Nacional (PAN) renovó su dirigencia nacional, y dentro de la comentocracia son varias las voces que ya han sentenciado el riesgo de extinción de la agrupación política. No es para menos: en el último sexenio, pasaron de gobernar 8 entidades federativas a tan solo 4, el Grupo Parlamentario en el Senado de la República pasó de 24 legisladores en 2018 a 19 este año y en San Lázaro de 114 diputados en 2021 pasaron a 64 en los últimos comicios.
Pero ¿De verdad es tan grave la crisis al interior del albiazul? Yo creo que no. En el presente Vivero de ideas presento algunas sugerencias, con toda franqueza y cordialidad, para que quienes militan y simpatizan en dicho partido puedan sostenerlo como la primera fuerza de oposición frente al bloque oficialista.
Para empezar, es imperativo abandonar la alianza signada con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Muchos consideramos que el mayor lastre de la campaña presidencial de Xóchitl Gálvez fue el dirigente tricolor, Alejandro Alito Moreno Cárdenas. La negociación con Marko Cortés de notarías y organismos autónomos en Coahuila o el agandalle de posiciones en ambas cámaras por parte de la dupla Alito-Moreira, aportó muy poco al PAN y en algunos casos, fue contraproducente. Los resultados en las últimas elecciones demuestran que aglutinar una runfla de energúmenos anti-AMLO y políticos ventajosos sin una estrategia programática, no garantiza el éxito en las urnas.
Por otro lado, la narrativa empleada por la alianza en las últimas dos elecciones federales “MORENA va a convertir a México en Venezuela” es insostenible por varios motivos. El primero de ellos es simplemente porque las realidades de nuestro país y el caribeño son diferentes en varios sentidos. Por ejemplo, se estima que Venezuela cierre con una inflación que ronda el 60%, mientras que México lo hará en tasas de entre el 4% y el 5%.
Otra razón por la cual esta retahíla es poco creíble, es que la llamada Cuarta Transformación goza de una aprobación tan alta, que este discurso es rentable en sectores muy reducidos de la población. Por lo tanto, si desean llegar a más electorados, tienen que cambiar de discurso.
El último punto en contra de este argumento va en consonancia con muchos politólogos y analistas, quienes aseguran que el gobierno de AMLO ha quedado a deber en varios puntos que son centrales dentro de los gobiernos que se dicen de izquierda. La negligencia ante la crisis originada por la violencia de género, la destrucción ambiental a raíz la construcción del Tren Maya, la gestión deficiente de los servicios de salud o la ausencia de apoyo a políticas fiscales progresivas, hacen que cada vez cueste más comprarse el cuento de la “dictadura comunista” que pintan algunos panistas.
En su lugar, Acción Nacional debe encontrar nuevas narrativas que tengan mayor sustento conceptual y puedan presentarse ante la opinión pública con mayor credibilidad.
Ahora bien, si el ímpetu al interior de Acción Nacional es correrse hacia la extrema derecha como está ocurriendo en varios países de América Latina, Europa y Estados Unidos, lo que convendría es una lilitellización del PAN, que dista de los ánimos moderados de la nueva dirigencia; darle por lo menos una curul a Eduardo Verástegui, quien tiene línea directa con Bolsonaro, Milei, Trump y demás exponentes del populismo de derecha; y sobre todo, saber asumir los costos mediáticos y políticos que implica tomar posturas tan radicales.
Finalmente, son muchos los panistas que han denunciado la manipulación de los padrones de militantes que participan en las elecciones internas, a tal grado que en algunos estados se trata solo del pase de estafeta entre integrantes de la misma corriente interna. De igual forma, la repartición de candidaturas para puestos de elección popular y la asignación de posiciones plurinominales en ambas cámaras, han obedecido a la afinidad con la dirigencia nacional en turno. En respuesta, el PAN debe modificar la organización interna, a fin de que los procesos sean transparentes y equitativos. Si es tal la devoción que le tienen a instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), por ejemplo, podrían sentar precedente permitiendo que sea éste quien organice las elecciones internas.
En conclusión, si el PAN quiere seguir figurando dentro de la escena política nacional como hasta ahora, debe: abandonar las alianzas sin ton ni son, constituir una agenda creíble y bien estructurada y apostarle a la democracia interna. De lo contrario, otras agrupaciones como Movimiento Ciudadano o el Frente Cívico Nacional pudieran disputarle la intención de voto en futuras elecciones.
Ilustración portada: Pity