Regla de Tres

Libertad de expresión: ¿qué celebrar?

El informe 2024 de Reporteros Sin Fronteras no refleja una mejoría en los indicadores a nivel mundial y menos en México, “el país sin guerra más peligroso para los reporteros”

En un contexto donde la mayoría de los esfuerzos de seguridad a los periodistas han fracasado, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) establece en su balance anual que la clase política es el principal enemigo de los comunicadores, con altos rangos de intolerancia en el caso mexicano donde a diario el presidente Andrés Manuel López Obrador descalifica a los informadores.

A propósito del Día Mundial de la Libertad de Expresión, este 3 de mayo, la organización internacional señala que en todas las naciones con elecciones se constituyen en eventos de mayor presión para la prensa.

“De los cinco indicadores que conforman la puntuación de los países, el indicador político es el que más desciende en 2024, con una caída de 7,6 puntos”, de acuerdo con la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).

RSF observa “deterioro preocupante del apoyo y el respeto a la autonomía de los medios, así como un aumento de las presiones que ejercen los Estados u otros actores políticos sobre ellos.”

A escala internacional, “este año se caracteriza por la ausencia manifiesta de voluntad política de la comunidad internacional para aplicar los principios de protección de los periodistas, especialmente la resolución 2222 del Consejo de Seguridad de la ONU. La guerra en Gaza ha supuesto un número sin precedentes de ataques contra periodistas y medios desde octubre de 2023: más de 100 reporteros palestinos han sido asesinados por el ejército israelí, de los cuales al menos 22 se encontraban en el ejercicio de sus funciones.

“En esta Clasificación 2024 de RSF, Palestina (157o), ocupada y bajo las bombas israelíes, se transforma en uno de los diez peores países del mundo en términos de seguridad para los periodistas”, destaca el análisis de Anne Bocandé, directora editorial de RSF.

Fotografía: Jorge Sánchez

El estudio refiere que “si bien 2024 es el mayor año electoral de la historia mundial, 2023 también fue el escenario de elecciones cruciales, especialmente en América Latina, donde accedieron al poder depredadores autoproclamados de la libertad de prensa y de la pluralidad de los medios, como Javier Milei en Argentina (66o, -26 puestos), quien, en un acto simbólico y preocupante, cerró la mayor agencia de noticias del país.

“Los periodos electorales van habitualmente acompañados de violencia contra los periodistas, como ha sido el caso en Nigeria (112º) y la República Democrática del Congo (123º). Mientras, las juntas militares que han tomado el poder en el Sahel, sobre todo en Níger (80º, -19 ), Burkina Faso (86º, -28) y Malí (114º, -1), no cesan de estrechar el cerco sobre los medios y de entorpecer el trabajo de los periodistas. La reelección del partido de Recep Tayyip Erdogan en Turquía suscita también preocupación: el país, en el puesto 158º, continúa perdiendo puntos en la Clasificación.”

De acuerdo con la Clasificación, “muchos gobiernos ejercen un control cada vez más estrecho sobre las redes sociales e Internet: restringen el acceso, bloquean cuentas y borran mensajes con contenido informativo. En Vietnam (174º), los periodistas que se expresan en las redes sociales son encarcelados casi sistemáticamente. En China (172º), la mayor cárcel de periodistas del mundo, el gobierno sigue ejerciendo un control estricto sobre los canales de información, aplicando políticas de censura y vigilancia para regular los contenidos en Internet y limitar la difusión de informaciones consideradas sensibles o contrarias a la línea del partido.

“Algunas formaciones políticas alimentan el odio y la desconfianza hacia los periodistas, insultándolos, desacreditándolos o amenazándolos. Otras, orquestan maniobras de control del ecosistema mediático, bien sea tomando posesión de los medios públicos o cooptando los privados mediante su adquisición por parte de empresarios afines. La Italia (46º) de Giorgia Meloni, donde un diputado de la mayoría está intentando hacerse con la segunda agencia de noticias del país (AGI), pierde cinco puestos este año”, indica el documento.

Los peores y los mejores

Bajo este rubro, RSF destaca como naciones consideradas defensoras del periodismo, han variado en su actitud.

“El descenso generalizado del indicador político afecta también al trío que encabeza la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Noruega, que mantiene su primer puesto en el podio, registra una caída de su puntuación en este ámbito, mientras que Irlanda (8o), donde algunos partidos políticos han intimidado judicialmente a medios de comunicación, cede su puesto de líder de la Unión Europea a Dinamarca (2o), seguido de Suecia (3o).

“En la cola de la clasificación, los países asiáticos como China, Vietnam y Corea del Norte pasan el testigo a tres países que han sufrido un fuerte desplome de su indicador político: Afganistán (-44 puestos en este apartado), que no cesa de reprimir el periodismo desde el regreso de los talibanes al poder; Siria (-8 puestos en el indicador político) y Eritrea (último país de la clasificación y último, también, en indicador político, -9 puestos). Estos dos países se han transformado en zonas sin ley para los medios, con un número récord de periodistas detenidos, desaparecidos o secuestrados.”

En el caso de México, el país se mantiene como “el país sin guerra más peligroso para los reporteros: 37 periodistas han sido asesinados desde 2019”, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador “no ha mejorado la situación en el último año de su mandato, con una retórica bastante hostil hacia los profesionales de los medios.”

En general, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024 de RSF, más de la mitad de los países de América “experimentan un deterioro de su situación, debido principalmente a la caída del indicador político.”

En la región, refiere el informe, “cada vez son más los líderes políticos que estigmatizan a los periodistas y a los medios de comunicación en sus discursos. A ello se suman las campañas de desinformación, las acciones judiciales abusivas y la propaganda estatal, que fomentan la desconfianza hacia la prensa y favorecen la polarización. Esta violencia, unida a las agresiones físicas contra periodistas con total impunidad, están creando un clima de autocensura en América del Sur y Centroamérica.

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