Hoy resuenan a la distancia los lamentos del Barón quien, harto de un mundo en el cual no hay lugar para los cíclopes de tres piernas de los mares del sur, se dice resuelto a morir… una vez más
Ivonne Monreal
En una época en la que están resucitando prehistóricos males (guerras, fanatismos, fascismos, despotismos, psicóticos narcisismos…) resuenan a la distancia de más de dos siglos los lamentos del Barón de Münchausen quien, harto de un mundo en el cual no hay lugar para los cíclopes de tres piernas de los mares del sur, se dice resuelto a morir… una vez más.
Han transcurrido más de dos siglos desde que el Barón de papel y tinta fuera concebido por una cadena de casualidades que tienen en la cima de su árbol genealógico a su doble, terrenal pero de encumbrada casta, el barón alemán Karl Friedrich Hyeronimus von Münchhausen (nacido el 11 de mayo de 1720), siendo su versión más sobresaliente la engendrada en 1989 por el cineasta estadounidense Terry Gilliam.
El compendio de aventuras que Hyeronimus narró a sus pares de la nobleza en el siglo XVIII, y que sin su conocimiento fueron trasladadas a la imprenta por dos escritores contemporáneos suyos, cobró una nueva dimensión en la adaptación que para el celuloide escribieran a dos manos Terry Gilliam y Charles McKeown (que encarna en el filme a un gélido funcionario público que es, a la vez, la muerte).
El barón de Münchausen concebido por Terry Gilliam, encarna a la fantasía que prevalece con las armas de la imaginación por encima de los funestos protagonistas de la guerra: por un lado el despiadado sultán turco -quien se deleita con el sonido de la tortura inflingida a sus sirvientes-, el cual mantiene asediada una pequeña ciudad portuaria por una apuesta que perdió.
Por otra parte, se encuentra el indolente funcionario público que se limita a registrar los datos del asedio y que en nombre de la razón ordena la ejecución de un soldado que realizó una hazaña de valor casi sobrehumana en favor de la ciudad, argumentando que actitud tan diligente desmoraliza a las tropas y a los ciudadanos comunes que intentan llevar una vida simple y normal: “¡Las cosas ya son difíciles sin estas personas demasiado entusiastas que estropean las cosas!”, lanza.
Rejuvenecido con la sucesión de aventuras, el barón también sale victorioso de su encuentro con el primitivo dios Vulcano, quien se muestra satisfecho con sus propósitos de vida: “estoy dispuesto a dotar de armas y material bélico a cualquiera que me pague el precio justo. Griegos, troyanos, romanos, hunos… ¡No es mi culpa que estén tan locos como para matarse unos a otros!”
Un soberano que habita en la Luna y que no concilia la razón y el instinto, una niña que le disputa a la muerte la permanencia de la fantasía y una compañía de artistas que intenta rescatar de entre las ruinas su espectáculo, son otros de los rasgos que hacen de Las aventuras del barón Münchausen (1989) una historia vigente, esencial y entrañable.
Árbol genealógico
Como resultado de sus viajes, su pasión por la caza y sus campañas militares, una de ellas como coronel al frente de un regimiento de caballería que peleaba por Rusia contra los turcos (1740-41), von Münchhausen se aficionó a narrar a sus amigos sus hazañas, más dotadas de sucesos que de tan extraordinarios entraban en el terreno de la fantasía.
Sus rocambolescos relatos fueron pasando de boca en boca hasta descender de los salones de la corte a los espacios que en común compartían los habitantes de su natal Hannover, para ser finalmente inmortalizados en tres novelas cuyos autores se tomaron todas las licencias que un caso de narración oral les confería, para afinar los rasgos de carácter del personaje y proveer de mayores rarezas las narraciones del Barón de carne y hueso.
El primer título en surgir fue el cuadernillo Narración de los maravillosos viajes y campañas del Barón Münchausen en Rusia (1785) que recopiló -pero que publicó anónimo- Rudolf Erich Raspe (1737-1794), un profesor de ciencias naturales y bibliotecario que buscaba zanjar sus vicisitudes financieras con aquella primera edición en inglés, que fue tan bien acogida que propició repetidas reediciones y ampliaciones.
De la quinta reedición del material de Erich Raspe, le fue encomendada una libre traducción al alemán al poeta Gottfried August Bürger, que bajo el título Los maravillosos viajes por agua y tierra, las campañas y divertidas aventuras del Barón von Münchausen (1786), es considerada a la fecha la mejor versión del personaje y sus narraciones.
Otra pluma alemana, la del escritor Karl Lebrecht Immermann, aportó nuevos relatos sobre las aventuras de un descendiente del popular barón, que reunió en Münchausen: una historia en arabescos (1838). Surgieron además dos piezas teatrales de los dramaturgos alemanes Herbert Eulenberg y Walter Hasenclever: Münchausen (1900) y La última aventura de Münchausen (1947).
Caricaturas animadas, juegos de rol y numerosas obras cinematográficas forman parte del compendio de versiones que involucran a este personaje: Barón Prásil (1940), del director checoslovaco Martin Fric; del austro-húngaro Josef von Báky y de Karl Zeman -realizador de Praga- existen dos filmes de 1943 y 1962, intitulados ambos El Barón de Münchausen.
Diálogo entre Vulcano y el Barón
Barón: (Ve un misil nuclear en la armería de Vulcano) ¿Qué es esto?
Vulcano: ¡Ah, este es nuestro prototipo! ¡RX, misil nuclear intercontinental! A prueba de radar y con ojivas múltiples…
Barón: Ahhh… ¿Y qué cosa hace?
Vulcano: ¿Qué cosa hace? ¡Elimina enemigos!
Barón: ¿Todos los enemigos?
Vulcano: ¡Ah sí, todos los enemigos! ¡Todas las esposas, todos los hijos, todas las ovejas, todas las vacas, todos los perros y todos los gatos! ¡Todos! (Complacido) ¡Todos eliminados!
Sally Salt (la niña): ¡Pero eso es horrible!
Vulcano: Ahhh… Bueno, verás… ¡La ventaja es que no tienes que ver morir a ninguno de ellos! ¡Uno se sienta cómodamente a miles de kilómetros del campo de batalla y todo lo que tienes que hacer es presionar un botón!