“En un allanamiento por drogas, se topan con unos extraños sobres de crack, supuestamente no distribuidos en las calles de la ciudad y al detener a uno de los compradores al por mayor, descubren que en la ciudad hay un nuevo cartel que intenta hacerse con el mercado.”
Horacio Cano Camacho
Zona Oscura
En esta Zona Oscura reseñamos nuestras lecturas en tiempo real, lo que vamos leyendo y que nos parece recomendable, pero de vez en cuando se nos atraviesa alguna película o serie del cine negro que vale la pena contar. Es el caso que hoy nos ocupa. Se trata de La paz de Marsella, serie francesa recién estrenada en Netflix y dirigida por Olivier Marchal e Ivan Fegyveres (Francia, 2023).
Sobre lo negro de esta ciudad francesa ya hemos reseñado varios libros y los seguimos recomendando, desde los clásicos de Patrick Manchette, considerado el “padre” de la ficción criminal contemporánea de Francia, así como a Jean Claude Izzo y Dominique Manotti, autores que han profundizado en la génesis de la actividad criminal de Francia (y toda Europa) y que tiene su epicentro en Marsella, con todo su cúmulo de factores desencadenantes como la migración, el retorno de los “pies negros” desencantados por la independencia de Argelia, la posición estratégica de la ciudad y, de manera destacada, la connivencia con los movimientos de ultraderecha nacidos en este lugar, como el tristemente famoso Frente Nacional.
Ahora llega una serie que retoma muchos de estos ingredientes para darnos una historia de acción y drama, muy cruda y que te mantiene al borde del asiento. Es una miniserie compuesta de seis episodios de aproximadamente 52 minutos cada uno. La historia se centra en el equipo del Departamento de Narcóticos de la policía de la ciudad, dirigido por Lyès Benamar. Este grupo, de cuatro integrantes, el propio Benamar, Arno, Tatoo y Audrey, a quienes se suma Alice Vidal, capitán de la Interpol, transferida a la ciudad por petición propia. Este quinteto es conocido como Los Locos, por su proclividad a saltarse las normas en su persecución del crimen y la sospecha de que no todo su actuar es legal.
En un allanamiento por drogas, se topan con unos extraños sobres de crack, supuestamente no distribuidos en las calles de la ciudad y al detener a uno de los compradores al por mayor, descubren que en la ciudad hay un nuevo cartel que intenta hacerse con el mercado. Este es un grupo ultraviolento dirigido, en su parte visible, por un desconocido llamado El Indio, tipo que se impone con los traficantes locales a bala y cuchillo, infundiendo miedo y obligándolos a traicionar al grupo dominante que controla el tráfico en la ciudad. El Indio parece ser solo un intermediario de un hombre en las sombras, alguien a quien nadie conoce, pero al que todos temen.
Años atrás, durante el sepelio del hijo de un conocido criminal de la ciudad, se desató un tiroteo en el que asesinaron a varios policías de la brigada criminal y se logró la fuga de Franck Murillo, un temible traficante. Años después corre el rumor de que este fue muerto en Venezuela, a donde había huido. Así sabemos que Alice Vidal realmente regresó a Marsella en busca de venganza contra Murillo, puesto que uno de los policías asesinados en el sepelio era su padre y ella sospecha que la muerte de Murillo es solamente un montaje para dejarlo en el conveniente olvido, pero oculta a sus compañeros del grupo sus verdaderas intenciones.
El desconocido también está en busca de venganza contra el cartel de Ali Saïdi, otro inmigrante que se hizo del control del tráfico de drogas, la venta al menudeo y la prostitución en la ciudad. El desconocido, del que rapido sabemos es Murillo, culpa a Ali del asesinato de su hijo. Para atraer a Ali, quien vive en Dubai, y consumar su venganza, Murillo desata una guerra, asesinando a los miembros del cartel enemigo y logrando que Ali regrese para hacerse cargo de las bajas y proteger a su familia. Los Locos están en una investigación contrareloj, pues una guerra, como la que se anuncia en la ciudad les saldrá muy cara a todos: deben averiguar quién es el misterioso hombre detrás de El Indio y neutralizarlo lo más rápidamente posible.
Decía unos párrafos arriba que la miniserie retoma muchos de los elementos que constituyen el corazón de los grandes clásicos del subgénero marsellés y tal vez podamos “sentir” que no aporta nada nuevo, más allá de la acción indiscutible, y que solamente se mueve sobre lugares comunes; sin embargo, es muy interesante adentrarnos en el crimen de Marsella, que no solo es tolerado por las autoridades, sino que crece con su total respaldo. Así nos enteramos de que el cartel de Ali Saïdi cuenta con la complicidad de las altas esferas, puesto que para dominar, lo hizo eliminando a los otros grupos y regresando cierta “tranquilidad” a la población, algo muy conocido de la supuesta estrategia contra el crimen que se siguió en la guerra contra las drogas en México y que solo derivó en el aumento de la criminalidad. También nos muestra de manera muy cruda las guerras entre los grupos por el control territorial y las relaciones muy complejas con las autoridades encargadas, supuestamente, de combatir el crimen.
Una serie emocionante, ruda, con una historia bien contada y nada lineal. Además, otra forma menos dulce de hacer televisión de acción, muy diferente a la de Hollywood, en donde los héroes viven en la raya de ser ellos mismos criminales y todos allí se despeinan… Muy recomendable para estos días que aún quedan de vacaciones.
Ilustración portada: Pity