«Desgraciadamente el sistema educativo ha sido integrado, más que a una visión política sobre la sociedad, a un régimen estrictamente partidista-gubernamental.»
Mario Torres López
Educación y Cultura
El inicio de cada nueva administración federal induce a retomar algunos puntos estratégicos de las políticas públicas sobre educación y cultura, que de alguna manera han quedado en suspenso o, en el mejor de los casos, como expresión de buenos deseos para un futuro que no ha llegado.
Desgraciadamente el sistema educativo ha sido integrado, más que a una visión política sobre la sociedad, a un régimen estrictamente partidista-gubernamental. Esto no es nuevo, aunque casi nunca nos hemos preguntado que es más apropiado: ¿liderazgo académico o liderazgo partidista en el sistema educativo? Esta es la pregunta silenciosa que recorre los pasillos de las instituciones educativas. Desde el perfil gubernamental la respuesta es clara: la prioridad es consolidar al partido en el poder. Ni siquiera se contempla la posibilidad de que una y la misma persona pueda reunir ambos perfiles o que en la conformación de un equipo de trabajo esta sea una posibilidad institucional.
Desde esta lógica, la academia queda subordinada a las ambiciones partidistas. Así no puede garantizarse transformación alguna y sí, al contrario, parálisis y acciones regresivas a esquemas de subordinación estructural en aras de un bien ajeno o alejado de la misión social, científica, cultural y humanística de las instituciones educativas.
Es básico pensar que, para transformar la realidad, de manera pacífica y ordenada, es necesario contar con las herramientas teóricas adecuadas, así como la capacidad tecnológica instalada, además de los recursos humanos entrenados, a través de los procesos educativos más actualizados para emprender esta tarea.
No basta con la buena voluntad de las autoridades y de los diseñadores, cuya visión, por cierto, muchas veces van por sendas separadas. Justo el trabajo de planeación y ejecución de políticas públicas, tiene como uno de sus objetivos principales trazar una hoja de ruta en donde se sumen todos los esfuerzos para lograr objetivos comunes en todos los niveles de gobierno, pensando en beneficios y bienestar social. Utopía y necesidad.
Desgraciadamente en una sociedad polarizada como la nuestra, dicha hoja de ruta no pasa de ser un acto político lleno de trampas y contradicciones que reflejan la pugna entre facciones partidistas que hacen evidentes sus frustraciones, envidias y una gran predisposición para evitar que avancen las propuestas de sus contrincantes: atrapados en la cubeta cangrejera, nuestra misión es evitar el trabajo en equipo e impedir el cumplimiento de objetivos comunes.
¿Cuál es entonces la tarea de educadores, filósofos e investigadores en la diversidad de campos de la educación, la cultura, las artes y las humanidades? Para darle un poco de orden a esta exposición, baste por ahora enfocar tres ejes de reflexión:
- La filosofía, más allá de los debates que pueda propiciar sobre los principios de validación teórica sobre el conocimiento, debe considerarse como un modo de ver e interpretar al mundo, a partir de ciertos principios básicos:
- La relación Hombre-Naturaleza-Sociedad
- Consideraciones en torno a la sociedad como una entidad en movimiento, cuyos elementos rectores –de identidad- se corresponden con la historia de sus determinaciones, circunstanciales, como pueden ser las guerras de conquista, los anhelos de independencia, ideas-acciones-y reacciones- de nacionalidad, influencias –políticas y/o económicas, militares- externas a una nación, etc.
- Lo educativo se debe soportar sobre dos aspectos elementales:
- Lo social, que implica desde relaciones familiares, intereses comunitarios cotidianos y sus procesos de significación social
- Lo académico, perfilado en programas y tendencias curriculares, así como en su intencionalidad laboral, profesional e intelectual
- La actualidad, tanto de la educación, las ciencias, la tecnología y la filosofía, debe corresponderse con los problemas socioeconómicos y culturales de integración nacional e internacional, en donde confluyen los puntos a) y b), para reflexionar sobre:
- Identidad Nacional ante los procesos irreversibles de la Globalización Financiera y los mercados de consumo
- Tradiciones sociales y académicas vs. la cultura y tecnologías dominantes encaminadas a la acumulación particular de la riqueza
- Relaciones familiares vs. las sociedades, individualistas desde lo laboral, y tendenciosamente anónimas desde los espacios del divertimento y la vulgarización de la intimidad.
Es tiempo para diseñar políticas públicas en donde se hagan realidad los derechos constitucionales sobre educación, cultura, ciencia, tecnología y humanidades en todos los subsistemas escolares y para toda la sociedad. Se entiende que los rezagos no se pueden superar con utopías, pero éstas son necesarias para pensar futuros deseables.
Ilustración portada: Reco