Regla de Tres

La Diarrea, dejar que fluyan los monitos

La Diarrea forjaba camino en Michoacán frente a experiencias ya construidas en México para la crítica y el humor gráfico, tales como La Garrapata y Quecosaedro

En noviembre de 1992 a la par de la conmemoración del día de muertos de 1992 veía luz uno de los primeros esfuerzos editoriales en Michoacán para la caricatura, la crítica política y el humor, se trataba del proyecto independiente La Diarrea definido como “una revista menstrual”, “para reírse antes de limpiarse”.

Las riendas del proyecto eran llevadas por Francisco Hernández “Herotata”, Marco Antonio López “Malo”, y Erandini Adonay Figueroa, quienes ya habían arrastrado lápiz en las redacciones de la prensa local y decidieron apostar por un espacio propio que fuera un foro para los caricaturistas michoacanos.

La Diarrea forjaba camino en Michoacán frente a experiencias ya construidas en México para la crítica y el humor gráfico, tales como La Garrapata (nacida en 1968) y Quecosaedro (de 1979).

Con portada impresa en serigrafía sobre papel kraft, La Diarrea era un proyecto irreverente en sus contenidos y formato, en donde todo el proceso de confección quedaba en manos de sus tres artífices.

Incluso los publicitarios de sus anunciantes rompían los rígidos formatos de la prensa de la época, salpicados del humor y el sello particular de La Diarrea.

“Lo hacíamos todo nosotros, la impresión, la venta, la facturación, las caricaturas, los anuncios, el estar en las relaciones públicas para la comercialización, la distribución, todo lo hacíamos entre los tres nada más”, recuerda Herótata a poco más de 30 años de distancia.

La Diarrea fue también espacio para la historieta, con algunos colaboradores externos como el periodista Demetrio Olivo, que bajo la firma de Lupus participaría en el cuarto número de la publicación.

También ahí encontraron espacio los trazos de otro monero michoacano, Felipe Ochoa «Feo», quien posteriormente participaría en la construcción de otros proyectos gráficos independientes.

Pero la respuesta de los caricaturistas de la época para hacer suyo el espacio de La Diarrea, no fue la esperada por sus creadores: “nadie nos peló”, apunta Herótata.

Contrario a lo que suele suceder con los proyectos independientes, La Diarrea nació con números negros, incluso con la posibilidad de pagar un sueldo fijo para que uno de sus creadores se dedicara de tiempo completo a la publicación.

“El primer número salió con números negros, es decir, se pagó la impresión con la publicidad que llegó y había chance de pagar un sueldo, entonces yo me salí de La Voz de Michoacán para encargarme de todo eso. Malo trabajaba como caricaturista en Cambio de Michoacán, y Erandini tenía un taller de serigrafía en la Casa de la Cultura, entonces yo me dediqué a toda la cuestión administrativa, a la redacción de textos, a lo de los anuncios”.

La Diarrea duró ocho meses con igual cantidad de números, los siete primeros –refiere Herótata- más consistentes, el octavo deficiente debido a la separación de Erandini Adonay.

“Cuando se escinde Erandini y dice que hasta ahí llegaba, yo tuve que emplearme, esa fue la razón de que se acabara el proyecto, porque no respondieron los caricaturistas a la convocatoria. Malo fue el que más insistió en que no se abandonara el esfuerzo, ya después sacó una pequeña revista a media carta doblada en sentido vertical que se llamó El Chilaquil, fueron uno o dos números, pero ahí fue él solo”.

En Michoacán La Diarrea fue precursora de esfuerzos posteriores por foros independientes para la caricatura, la historieta y el humor, espacios hoy día ausentes en la entidad.

“Me hubiera gustado que hubiéramos podido durar más, ha habido publicaciones exitosas que duraron más tiempo, pero desgraciadamente hoy vemos que muchos caricaturistas como los que están enfilados en La Jornada, salvo Magú, le hacen ahora el favor al gobierno.

“Recuerdo una vez con Rogelio Guzmán, cuando él era director de La Voz de Michoacán que me comentó que por qué no suavizaba más la caricatura, yo le dije: es que si la suavizo deja de ser caricatura y se convierte en panfleto, y ya no dijo más”, remata Herótata.


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