“Le dice de improviso que sabe quién es ella, que estuvo en la cárcel y lo que hizo. Por ello, se atreve a hacerle una petición muy especial: le pide que le consiga un veneno específico…”
Gerardo Pérez Escutia
Zona Oscura
Inés acaba de salir de la cárcel tras purgar 15 años por el asesinato de la amante de su exesposo. Se siente extraña y desconectada con todo lo que fue su vida anterior. Con Ernesto —su exmarido—, ya no queda ningún vínculo; con su hija Lali tampoco hay comunicación desde que le firmó los papeles para cederle los derechos de la casa de su madre.
Ella misma ya no se percibe como madre, sino como “mujer que parió a otra mujer” ni como hija, sino como “mujer salida de otra mujer”. Es extraño, piensa. Hay pocas mujeres que hayan roto al mismo tiempo sus vínculos con su madre y con su hija. Esta singularidad le ha construido un escudo de indiferencia ante el mundo, que en cierta forma le permitió sobrellevar los años de cárcel y ahora le permite afrontar los que le quedan de vida con algo que no sabe bien que es, pero que se parece a eso que llaman estoicismo.
Inés tiene una extraña fijación con las moscas. Desde hace algunos años ve una con su ojo izquierdo: una pequeña mosca que aparece intermitentemente en la parte superior de su visión, sobre todo cuando la abruman los recuerdos del día que mato a Charo, o “Tuya”, como se autonombraba en las cartas que le escribía a Ernesto, su amante. Siempre preguntándose qué hubiera pasado si… para acabar convenciéndose de que fue lo justo: matarla por el dolor que le causó. Su “mosca” la llevó a acudir al servicio de enfermería y psicología del penal, donde concluyeron que era una visión de origen nervioso y que con el tiempo desaparecería. Pero el hecho es que no se va y “su mosca” sigue acompañándola. Su obsesión le llevó a leer todo lo que pudo sobre moscas en la magra biblioteca de la prisión, desde literatura como El señor de las moscas hasta libros de entomología forense, donde estos insectos ocupan destacados capítulos. Gracias a esto, ahora tiene claro lo que será su futuro al salir de prisión, un servicio de “fumigaciones profesionales”, negocio que emprenderá con la “Manca”, quien salió dos semanas después que ella y fue su única amiga durante sus años carcelarios.
La “Manca”, en realidad no lo es: solo tiene muerta su mano derecha por un accidente en su niñez que le seccionó varios nervios y tendones, dejándole la extremidad inutilizada. La Manca es lesbiana y está enamorada de Inés. Es su secreto, pues sabe que Inés es totalmente heterosexual y, además, no tolera el más mínimo contacto físico. La Manca es una entusiasta lectora de novela negra y ha leído cuanto libro cayó en sus manos sobre la profesión de detective; piensa dedicarse a ello al salir de prisión.
Inés y la Manca rentan una oficina que se identifica con las siglas “MMM Control inofensivo de plagas”. Las tres M significan: Moscas Mujeres y Muerte , pero esto solo lo saben ellas. El negocio tiene un anverso (las fumigaciones que lleva Inés) y un reverso (las investigaciones que lleva la Manca en un pequeño despacho donde recibe a sus escasos clientes, casi siempre mujeres que buscan confirmar alguna infidelidad o quieren reunir pruebas para una demanda de pensión). Así, poco a poco, van tirando. El negocio de fumigación se va afianzando paulatinamente en la periferia de Buenos Aires, y la Manca recorre la ciudad en su moto: “la Dragona”, cazando maridos infieles o defraudadores de poca monta.
Entre los clientes de Inés hay una que destaca: una mujer rica que vive sola en una casa enorme , solo acompañada por algún sirviente o mucama. Inés sabe que es una afamada productora de TV, Susana Bonar, de quien el único rasgo humano que ha percibido en sus visitas a la casa para fumigar es su marcada afición por el Pinot Noir. De hecho, así la identifica en su agenda de clientes: “la señora del Pinot Noir”. Este día que le toca visitarla, la encuentra sola, sin servidumbre alguna, solo acompañada con su eterna copa y botella de Pinot Noir. Le pide a Inés que, al terminar la fumigación, la acompañe un momento en el jardín, pues tiene algo de que hablarle. Inés acepta y Susana le ofrece una copa; ella prefiere agua y se dispone a escucharla. La señora Bonar le dice de improviso que sabe quién es ella, que estuvo en la cárcel y lo que hizo. Por ello, se atreve a hacerle una petición muy especial: le pide que le consiga un veneno específico, al que Inés, como profesional de la fumigación tiene acceso. El veneno, le dice, es para matar a una persona que le ha causado “un gran dolor”. Le ofrece una considerable suma de dinero solo por pensarlo y le pide que considere su propuesta.
Este es el inicio de la estupenda novela que recomendamos hoy en Zona Oscura de regla de tres: El tiempo de las moscas (Alfaguara, 2022) de Claudia Piñeiro.

Esta novela se puede considerar una continuación de la exitosa Tuya, de la misma autora, aunque se puede leer de manera independiente sin problema.
Claudia Piñeiro ya es una vieja conocida de esta columna: hemos reseñado algunas de sus obras anteriores , en las que destaca por su peculiar estilo, mezcla de thriller, novela negra y novela psicológica.
Inés aún no se repone de su asombro. Tiene mil preguntas en la cabeza y corre a hablar con la Manca a contarle la peligrosa y extraña propuesta que le ha hecho la señora Bonar.
La trama entra en un ritmo vertiginoso: Inés y la Manca comienzan a indagar que hay detrás de la petición de Susana Bonar. Además, sienten el subidón de adrenalina que les causa la inminencia de un dinero fácil, que tanta falta les hace y que —si hacen bien las cosas— no les comprometería en una posible investigación. Al comenzar a investigar, descubren que nada es casual en la solicitud de la señora Bonar. Comienzan a surgir los fantasmas del pasado de Inés y se da cuenta de que en la historia de su vida anterior nada es como ella lo pensaba: hay muchos cabos sueltos, y todos llevan a Susana Bonar.
Después de quince años en la cárcel, a Inés y a la Manca les está costando trabajo adaptarse a una sociedad que ha cambiado. Una sociedad donde la “corrección política” marca las reglas, donde las redes sociales son omnipresentes, donde la transición de género es moneda común y donde la maternidad ya no es un destino ineludible para la mujer, sino una opción de vida. En este marco realizan sus pesquisas, y al mismo tiempo, van desenredando una madeja siniestra, mientras se adaptan, a golpes y tropiezos, a esta nueva realidad que emergió mientras estuvieron presas.

La historia discurre entre el thriller y la novela psicológica. La investigación de Inés y la Manca le sirve a la autora para brindarnos una aguda reflexión acerca del feminismo, la identidad de género y la maternidad (desde una postura crítica y desprovista de sentimentalismos). La narración se estructura a base de diálogos cortos y punzantes, con momentos hilarantes y también dramáticos, sin olvidar la tensión y el misterio propios de la novela negra, lo que hace que literalmente no podamos despegarnos de sus páginas hasta conocer un desenlace que nunca esperamos.
Una gran historia que tiene todos los elementos para engancharnos y que también nos hace reflexionar sobre los grandes temas sociales que hoy están en la palestra a nivel mundial.
PS. En breve saldrá una miniserie basada en esta novela en una conocida plataforma de streaming.
Ilustración portada: Ulises Pinna
