“México es el mayor importador de plásticos en América Latina; en los dos últimos años ha duplicado sus importaciones sólo de Estados Unidos.”
Leonor Solís
Representantes de 170 países se reunieron recientemente en París para deliberar sobre un acuerdo para el futuro del uso global de los plásticos. Su objetivo es hacer frente a la creciente contaminación mundial por residuos plásticos, pero para ello será necesario superar una serie de complejos problemas internacionales.
La producción anual de plásticos alcanza los 460 millones de toneladas, de las cuales, la mitad se destina a productos de un solo uso o de corta duración. Sólo se recicla el 9 por ciento de los plásticos y el 12 por ciento acaba en incineradoras, en tanto que la mayoría termina en vertederos, se filtra al medio ambiente y puede tardar cientos de años en degradarse.
Los plásticos también agravan el calentamiento global y representan el 3.4 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Se ha calculado que los residuos plásticos podrían triplicarse en cuatro décadas.
Uno de los principales retos con los residuos plásticos está relacionado con lo que se ha denominado el “colonialismo de los residuos”, una práctica que consiste en exportar los residuos de los países desarrollados a los países pobres del sur global que muchas veces carecen de normativas medio ambientales y donde los derechos laborales son menos estrictos. De manera que en países del sur global están acumulando los residuos plásticos propios más los provenientes de los países desarrollados
China era uno de los mayores importadores de residuos del mundo pero lo prohibió en el 2018, lo que aumentó las importaciones en otros lugares, ya que los países desarrollados buscaron nuevos destinos para sus residuos.
El Parlamento Europeo en enero respaldó un plan para restringir las exportaciones de residuos más allá de sus fronteras, una iniciativa que podría reducir el papel de la Unión Europea en la terciarización del reciclaje en manos de países en vías de desarrollo.
México es el mayor importador de plásticos en América Latina; en los dos últimos años ha duplicado sus importaciones sólo de Estados Unidos. Son los trabajadores informales, que se exponen a sustancias químicas tóxicas y a condiciones laborales muy precarias, quienes están pagando el precio.
El gobierno mexicano no está preparado para gestionar este nuevo flujo de residuos plásticos, por ejemplo, el Índice de Gestión de Plásticos de “Back to Blue” una plataforma que trabaja en la protección de los océanos concluyo que el país tiene una falta de capacidad sistémica y deficiencias de gobernanza, que lo hace uno de los países menos preparados para hacer frente a la contaminación por plásticos
Incluso sin importaciones, México tiene un importante problema con los plásticos dado que es un importante consumidor y productor de residuos plásticos, con un consumo anual de 66 kg per cápita, muy por debajo de Estados Unidos 221 kg per cápita, pero a la par de países más desarrollados como Japón y Corea (69 kg en promedio). Sin embargo, México no tienen medios para reciclar todo el plástico que se mueve dentro de sus fronteras, aunque el país consigue mantener una elevada tasa de recolección de residuos, superior al 90 por ciento. Sin embargo, la mayor parte de los residuos se eliminan de manera inadecuada, lo que hace que México tenga una de las tasas de reciclaje más bajas del mundo, de sólo un 5 por ciento.
Si el reciclaje no es una opción, la gente se ve obligada a deshacerse del plástico como sea, ya sea quemándolo o enterrándolo, ambas opciones tienen consecuencias devastadoras para el medio ambiente: introduciendo materiales peligrosos que se filtran a las vías fluviales, contaminando ríos, playas y tierras de cultivo.
Pero la contaminación por plásticos es especialmente peligrosa para los recicladores, que trabajan de manera informal. En México los riesgos para la salud de los recicladores son elevados. A falta de sistemas adecuados de gestión de residuos, los materiales reciclables suelen mezclarse con otros residuos como excrementos humanos y de animales, residuos médicos o cualquier sustancia perjudicial para la salud. Además los trabajadores suelen sufrir cortes al manipular los residuos. Esta exposición se considera que contribuyó a que los recicladores tuvieran una tasa de mortalidad superior a la media nacional durante la pandemia por la covid-19.
Estos riesgos se agravan porque la mayoría de los recicladores de México carecen de acceso a la atención médica. La mayoría trabajan en la economía informal, sin seguros ni contratos. Muchos trabajan en vertederos que están en control privado, donde ni las empresas ni el gobierno les prestan apoyo.
En las conversaciones del tratado sobre plásticos celebrada en Paris a finales de mayo y principios de junio, los recicladores mexicanos unieron sus fuerzas a la de trabajadores de la basura en todo el mundo, en la Alianza Internacional de Recicladores, que busca garantizar que el acuerdo global de plásticos reconozca y proteja explícitamente a los trabajadores del plástico. Sin embargo, los expertos no se hacen ilusiones de que un tratado mundial sobre plásticos erradique el problema de los residuos plásticos en México, ni mejore de manera inmediata a los trabajadores del sector.
Desde que los países se comprometieron a iniciar el proceso del tratado sobre plásticos el año pasado, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México ha empezado a trabajar con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para crear el marco de un inventario nacional de la contaminación por plásticos. Una medida urgente para que podamos conocer el impacto de los plásticos a nivel nacional.
Ilustración portada: Reco