Regla de Tres

El abogado del diablo

“A Korn lo invade una emoción intensa, mejor que cualquier otra que haya sentido, pues hoy es el día programado para la ejecución de Darius Robinson, joven de 25 años condenado a muerte cuatro años atrás por ser cómplice de robo y asesinato.”

Dentro de los múltiples subgéneros que existen en la novela negra, hay uno que, aunque no es nuevo, está regresando con renovado ímpetu: se trata del Thriller Legal. Este subgénero nos presenta historias que además del consabido misterio o crimen infaltable en una novela negra, se centra en el proceso legal y en todo lo que ocurre alrededor de un juicio.

Por sus peculiaridades, el sistema que más se presta para ser novelado es el estadounidense, ya que sus juicios públicos son parte indisoluble de la cultura americana; juicios que, a su vez, nos son familiares por tantas películas y series que hemos visto con algún proceso legal como tema principal.

Hoy estamos recomendando El abogado del diablo (Penguin Random House, 2024) de Steve Cavanagh (Belfast, 1974). Cavanagh es licenciado en derecho y desde los 20 años comenzó a escribir guiones; en 2015 publicó su primer libro, The Defense, dando origen a la serie protagonizada por Eddie Flynn. Su segunda novela, The Plea (2016), ganó el Premio Prix Polar a la mejor novela internacional, a la que siguió The Liar (2017), Thirteen (2018), siendo esta su primera novela traducida al español y The Devil´s Advocate (2021).

Randall Korn es el fiscal de distrito del condado de Sunville, Alabama. Tiene el siniestro honor de ser el fiscal que más convictos ha enviado a la pena de muerte en el país. Es un hombre frío y despiadado, para quien la ley solo sirve como un instrumento para ejercer su poder y ejecutar convictos, sin importarle si son culpables o inocentes. Hijo de un antiguo y rico corredor de bolsa de Nueva York, pudo haber sido un exitoso abogado en la Gran Manzana; sin embargo, prefirió venir a ejercer su profesión en un pueblo olvidado del profundo sur americano, básicamente por dos razones: en Alabama aún existe la pena de muerte, y las leyes estatales son mucho más laxas que en los estados de la Costa Este, lo que le facilita lograr sentencias condenatorias a la pena capital.

Korn tiene una fijación fetichista con yellow Mama (así llaman con un macabro sentido de humor, a la silla eléctrica casi centenaria) de Alabama, en la que se han sentado 149 personas, para no levantarse nunca más.

A Korn lo invade una emoción intensa, mejor que cualquier otra que haya sentido, pues hoy es el día programado para la ejecución de Darius Robinson, joven de 25 años condenado a muerte cuatro años atrás por ser cómplice de robo y asesinato. Es el último convicto a quien, a pesar de lo endeble de la acusación, logró convencer al jurado de su culpabilidad y de que merecía la pena de muerte.

A lo largo de los años en que ha sido fiscal del condado, Korn ha construido una red de poder y complicidad con el vicegobernador del estado, el juez, el sheriff del condado -Colt Lomax- y los notables del pueblo, ejerciendo sobre todos ellos una influencia maligna y asfixiante, construida en un proceso lento de corrupción y apropiación de voluntades mediante el miedo y el soborno.

Eddie Flynn Es un exitoso abogado defensor de Nueva York, está estrenando despacho con su nueva socia Kate Brooks, quien es especialista en demandas contra bufetes y empresas importantes. Cuenta también con el apoyo de Bloch, ex policía y ahora investigadora privada excepcional; complementa su equipo Harry Ford, juez ya jubilado, que aporta su experiencia como invaluable asesor del despacho.

Eddie Flynn solo tiene una regla inquebrantable en su oficio: no defiende a culpables. Esta es, para él, la única razón que le permite dormir tranquilo por las noches, mitigando los recuerdos de su pasado como timador profesional.

Eddie está enfrascado en echar a andar su nuevo despacho cuando recibe una visita inesperada que solo augura problemas, y de los grandes. Recibe la visita de Alexander Berlin, viejo conocido de Eddie, un tipo por demás misterioso, que siempre se ha movido en las turbias aguas de las agencias de seguridad nacional y de la CIA. En esta ocasión, viene a plantearle un serio dilema.

Resulta que, por cuestiones políticas, Berlin ha movido sus hilos e influencias para ratificar en el puesto a un oscuro fiscal de Alabama. Pero al analizar en detalle el palmarés de dicho fiscal, se dan cuenta de que es todo un sádico que ha llevado a la pena de muerte a más gente que cualquier otro en la historia de EUA. Ahora mismo está a punto de lograr la condena de un muchacho universitario negro, a quien acusan del asesinato de una mujer blanca, y ya sabemos lo que esto significa en un estado donde el racismo aún tiene un enorme peso en la sociedad sureña. Por si esto fuera poco, el abogado defensor de Andy tiene varios días desaparecido y el juicio ya va a comenzar.

Berlin no quiere cargar con esa culpa, y le pide a Eddie que defienda a Andy Dubois, a quien acusan de matar a Skylar Edwards, su joven compañera de trabajo en un restaurante.

Al revisar los antecedentes del fiscal y lo que se sabe del caso, aunado a la presión de Berlin -con quien tiene deudas antiguas-, Eddie sabe que no podrá negarse, y decide tomar el caso, con la ominosa sensación de que se le vendrá un mundo de problemas encima, y se traslada con todo su equipo a Buckstown, Condado de Sunville, Alabama.

Llegar a un pequeño pueblo del Sur viniendo de Nueva York en pleno verano, es mucho más que un choque cultural. Para Eddie y su equipo, es un golpe fisiológico. Llegan a un lugar con un calor húmedo, pegajoso e insoportable. Además, es evidente que se enfrentan a toda la hostilidad que puede proyectar una comunidad que los ve como “yanquis” de ciudad que quieren salvar a un asesino, a quien ya han condenado de facto.

Comienza una investigación plagada de dificultades. Pronto se dan cuenta del entramado de complicidad que existe en el condado, en donde fiscalía, policía y juez actúan en total contubernio e impunidad. Todo el proceso está viciado. Eddie y su equipo tendrán que desenredar la madeja, desenmascarar a las autoridades y presentar un caso creíble a un jurado que también ya está presuntamente amañado.

Estas son las líneas que sigue el autor para desarrollar una historia verdaderamente adictiva. Mediante la trama, nos presenta un crudo retrato de las comunidades racistas que aún persisten en el Sur de EUA, con toda una cauda de discriminación y abuso que poco han cambiado a lo largo de los años, y que, por el contrario, han recibido un renovado impulso con el trumpismo, que sacó de las cloacas de la clandestinidad a los grupos supremacistas blancos.

Al avanzar la investigación, Eddie y su equipo se percatan de que no solo se trata de salvar a un inocente, sino de encontrar al verdadero culpable que mató a Skylar Edwards, y de paso, desmontar todo el entramado de corrupción y complicidad que existe en el condado. Pronto aparecen otros cadáveres relacionados con el caso, y entra en escena un torvo personaje, El Pastor, un fundamentalista fanático que está liderando a un grupo de jóvenes adictos a las armas, que odian todo aquello que no sea anglosajón y cristiano.

Luego de muchas peripecias y golpes bajos, se llega al juicio de Andy Dubois y aquí es donde la historia alcanza su punto crítico. Se nos presentan detalladamente todos los pasos del proceso, desde la conformación del jurado, las peculiaridades de un juez hostil, los maquiavélicos alegatos del fiscal y los argumentos de la defensa, en un verdadero tour de force de esgrima procesal. Es evidente que aquí es donde se siente mas cómodo el autor, desplegando sus conocimientos y experiencia del sistema legal, volcándolos en una narración que a cada paso nos hace brincar del asiento donde estamos leyendo.

La intensidad de la historia sigue creciendo mientras vamos conociendo a fondo a los personajes. Así nos encontramos con dos villanos de antología y toda su red de complicidades, en una comunidad donde se mezclan viejos rituales sobrevivientes del Sur Confederado, el racismo atávico de la población rural blanca, la universal indefensión de los pobres ante la autoridad, y la lucha también universal entre quienes creen en la justicia y quienes solo buscan conservar sus privilegios y alimentar sus pulsiones.

Una novela entrañable que inevitablemente nos hace recordar a las historias de William Faulkner, y que hace guiños a la espléndida Matar a un Ruiseñor de Harper Lee.

Un libro adictivo que prácticamente se devora, ideal para un fin de semana.

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