“…hay un tema que sigue siendo el gran reto para nuestra presidenta: la crisis de inseguridad y violaciones a los derechos humanos en México…”
Francisco Viveros Dávalos
Vivero de Ideas
Se han cumplido ya seis meses desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México. Por lo tanto, el siguiente Vivero de Ideas estará dedicado a analizar cómo han sido los primeros meses de esta administración federal.
Sin duda alguna, resulta un hecho histórico que, por primera vez en 200 años, nuestro país sea gobernado por una mujer. Asimismo, resalta la aprobación de nuestra mandataria entre la población, la cual ronda entre el 70 y el 80 por ciento, según la casa encuestadora. Algo que ni siquiera su antecesor logró.
Por otro lado, la conformación de su gabinete, salvo un par de “arroces negros”, también ha sido muy acertada, pues la gran mayoría de los integrantes del primer círculo presidencial gozan de una formación académica y trayectoria que los respaldan.
En cuanto a la agenda legislativa de la mandataria, llaman la atención dos reformas que han sido aprobadas recientemente. La primera de ellas es la prohibición del uso de semillas de maíz transgénico en territorio mexicano. Esto habla del interés de preservar nuestra agro-biodiversidad y proteger los suelos de prácticas que los degradan considerablemente.
La otra reforma está relacionada con la gran estrategia de garantizar el acceso a la vivienda en nuestro país. Situación especialmente sensible para quienes pertenecemos a generaciones más jóvenes, como las llamadas millennial (Y) y centennial (Z), pues dadas las condiciones de precariedad laboral para este sector de la población en México, la adquisición de una vivienda está más cerca del sueño guajiro que de un derecho garantizado.
En este sentido, también son relevantes el aumento al salario mínimo y algunos programas sociales, como el de Jóvenes Construyendo el Futuro o las becas para alumnos de diversos grados de educación pública. Sin embargo, sigue siendo una lástima que, ostentando una mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión, la coalición oficialista se siga negando a impulsar una Reforma Fiscal de carácter progresivo, que refuerce precisamente este tipo de programas sociales.
La política exterior se ha vuelto también uno de los temas centrales para nuestra presidenta, teniendo como “bienvenida” los embates y desplantes del presidente estadunidense Donald Trump, frente a quien la mandataria y los secretarios de Economía y Relaciones Exteriores se han plantado con firmeza y han defendido a nuestro país. Es momento de cerrar filas y demostrarles nuestro apoyo.
En contraste, algunos perfiles en San Lázaro y el Senado pareciera que hacen todo lo posible por demeritar la imagen positiva de la llamada Cuarta Transformación, en vez de contribuir a mantenerla. El reciente escándalo sobre el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, los cacicazgos de Félix Salgado Macedonio y los Monreal, o las relaciones ríspidas de Adán Augusto López con sus colegas, desgastan innecesariamente al gobierno de la República.
Finalmente, hay un tema que sigue siendo el gran reto para nuestra presidenta: la crisis de inseguridad y violaciones a los derechos humanos en México. Si bien se observa un golpe de timón en las acciones implementadas por el secretario de seguridad pública Omar García Harfuch, quien ha optado por operativos basados en estrategia, decomisos de sustancias ilícitas y coordinación con otros niveles de gobierno, además de interlocución con las autoridades del vecino país del norte, aún siguen pesando algunos episodios como la violencia desatada en Sinaloa tras la cuestionada extradición de Ismael El Mayo Zambada.
No se puede dejar de mencionar la tragedia y el horror que destapó el caso del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco. Con este acontecimiento, no solo sale perdiendo el partido en el poder, sino toda la clase política de nuestro país: evidentemente, el ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y el ex gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, le deben una explicación al todos los mexicanos de lo ocurrido durante sus respectivas administraciones.
Sin embargo, también se debe poner la lupa bajo los ex presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. El primero debido a que, tras su declaración de guerra a los cárteles de la droga, se originó esta crisis de violaciones a los derechos humanos, mientras que la ineptitud y falta de estrategia del mexiquense permitieron el crecimiento de agrupaciones delictivas, como el Cártel Jalisco Nueva Generación.
La mandataria mexicana debe considerar sí o sí un cambio radical en la política de seguridad pública con respecto a sus tres antecesores, poniendo especial atención a las víctimas que ha dejado esta cruenta guerra, como los colectivos de madres buscadoras. De lo contrario, su imagen positiva se podría ver seriamente comprometida.
Ilustración portada: Luna Monreal
