Regla de Tres

Castillismo, entretelones de alcoba

La de Mariana, es de las historias que se tejieron durante los 12 meses en que Alfredo Castillo estuvo en Michoacán, esas de las que no se ha escrito y se desarrollaron en los hoteles y las alcobas de los funcionarios que laboraron con él

Cuando el 15 de enero de 2014 el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong anunció el nombramiento de Alfredo Castillo Cervantes como comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral en Michoacán, Mariana no imaginó que ese hecho marcaría su vida tal y como sucedería con el estado.

Mariana no se llama así, pero prefiere reservar públicamente su nombre. Su vivencia es de las historias que se tejieron durante los 12 meses en que Castillo Cervantes estuvo como comisionado en Michoacán, esas de las que no se ha escrito y se desarrollaron en los entretelones de los hoteles y las alcobas de los funcionarios que laboraron con él.

“En el marco del Acuerdo de apoyo al Estado de Michoacán en materia de seguridad, es indispensable la creación de un órgano administrativo desconcentrado que sea el conducto para que el Secretario de Gobernación coordine y ejecute las acciones necesarias para el cumplimiento de las instrucciones del Ejecutivo Federal”, rezaba el decreto emitido por el presidente Enrique Peña Nieto publicado en el Diario Oficial de la Federación el mismo día en que Alfredo Castillo fue designado comisionado en Michoacán.

Al igual que ahora, el estado vivía en permanente colapso por la inseguridad y la presencia de la delincuencia organizada. Los homicidios, el cobro de piso, los despojos, los secuestros y la infiltración delincuencial en las estructuras de gobierno, configuraban el paisaje cotidiano de los michoacanos.

Por si fuera poco el deterioro de la salud del gobernador Fausto Vallejo Figueroa mantenía en vilo a la administración pública estatal. Con tres licencias en el cargo durante 2013 se auguraba la posibilidad de su dimisión.

Fue Rodrigo Vallejo “El guerber”, hijo de Fausto, quien describió en una de sus reuniones videograbadas con Servando Gómez Martínez “La Tuta” –líder de Los Caballeros Templarios- las particularidades de la salud de su padre: “Mi papá solicitó un permiso para tres meses, pero ya tiene firmados los otros permisos. Entonces le van a cambiar el páncreas, le van a cambiar el hígado, le van a cambiar el intestino. O sea son cinco cosas, es multivisceral”.

Por eso cuando Mariana supo de la designación de Alfredo Castillo como comisionado no se sorprendió, aunque el hecho no fue de su agrado. Michoacán tenía malas experiencias con la intervención federal bajo el pretexto de la inseguridad, se vivió en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, cuando alcaldías fueron tomadas por elementos federales, presidentes municipales y funcionarios estatales detenidos, y se suscitó una profunda lucha de fuerzas entre el Gobierno Federal y el Estatal.

Tocando base

Mariana conoció a José –que no se llama José pero prefiere el anonimato- en una reunión de amigos. Él era de “los encorbatados” de la Ciudad de México, esos que habían llegado con Alfredo Castillo a Michoacán.

“El virrey” –como se denominaba al comisionado federal- había logrado la antipatía de Mariana, quien en la reunión no paró de “mentar madres” contra él, hasta que una amiga la hizo notar que en el sitio se encontraba alguien que trabajaba con Castillo.

-“Pero no te agüitas ¿verdad?”, le soltó Mariana a José

-“No”, respondió él.

José la sacó a bailar y a la salida la acompañó hasta su auto, ahí le pidió su número telefónico para más tarde verificar que hubiera llegado con bien.

Él formaba parte del equipo de 97 funcionarios que arribaron a Michoacán como parte de la Comisión y que dependían directamente de la Secretaría de Gobernación. El oficio DGRH/810/4132/2014 de la Segob, en respuesta a una solicitud de información de un particular da cuenta de ello, aunque sin especificar nombres.

Pero fueron muchos más los que llegaron al estado: “si dijera 300 estaría mintiendo, yo creo que era un aparato mayor, la Comisión era un área de Secretaría de Gobernación, ahí cobramos nosotros, pero había más gente, trajeron policías del Estado de México y los metieron como trabajadores de Seguridad Pública, de la Procuraduría o de más dependencias”, recuerda José.

Con un presupuesto inicial de 121 millones 697.4 mil pesos la Comisión entró a operar en Michoacán, aunque la disposición de recursos de Alfredo Castillo resultaba ilimitada, pues abarcaba también el presupuesto del Gobierno Estatal sobre el que acabó ejerciendo control pleno.

Los hoteleros se frotaron las manos en Michoacán con el arribo de tal cantidad de personal, la ambición por los cuantiosos ingresos que representaba la decisión de hospedar a toda esa gente en sus instalaciones no les hizo ver, sino hasta meses después, que la maravilla devendría en pesadilla.

En Morelia la tropa encontró alojamiento en hoteles como el Vista y Villas del Sol, mientras que el personal de mayor nivel fue alojado en otros como el Villa Montaña, San José y Best Western, en éste último el propio Castillo disponía de una habitación. En Apatzingán y Tierra Caliente también se echó mano de servicios de hospedaje.

José compartió hotel con Castillo. Ahí un puñado de funcionarios fue alojado, por lo que irremediablemente atestiguaron encuentros públicos y privados del comisionado.

Los horarios eran estrictos, con posibilidad de salir a comer y darse algunas escapadas a hurtadillas casi a media noche para distraerse del trabajo.

“Llevábamos como semana y media hablando, un día me marca en la tardecita, eran como las siete u ocho y me dice: ¿qué haces?, yo, nada, voy por un café ¿no quieres uno?, pensé que me iba a decir que no pero me dijo sí, y yo, bueno ahorita te lo llevo. Desde ahí me invitó luego luego a salir, él dice que eso fue lo que le conquistó, que tuviera la atención de llevarle un café”, comparte Mariana.

Empezaron a salir, aprovechaban para verse a la hora de comer, y ya por la noche con las escapadas que él podía darse del hotel. El sabor a Perlas Negras, un licor que habían bebido, coronó su primer beso en la casa de ella a las dos semanas de conocerse.

Vorágine

Las reuniones de Alfredo Castillo con actores políticos de la entidad eran frecuentes. En ellas alineaba para su causa a funcionarios, alcaldes y diputados a punta de amenazas, advirtiéndoles que estaban videograbados en reuniones con integrantes de la delincuencia organizada.

José participó en algunas de esas reuniones, recuerda una en la que Castillo les advirtió a los asistentes de las grabaciones, “la situación era tensa, había muchos que andaban de civiles en la calle trabajando, se decía que estaban limpiando Michoacán”.

Los encuentros del comisionado con diputados fueron frecuentes, incluso algunos de ellos en las instalaciones del hotel.

Recuerda José particularmente el caso de una legisladora local a la que se le veía frecuentemente en el Best Western, llamaba la atención por su cercanía con el comisionado, tanto que, era común observarlos a primera hora del día desayunando juntos en el lugar.

Otra que se volvió asidua a visitar el hotel fue Mariana, la relación con José había prosperado y buscaban cualquier momento para estar juntos.

“Las primeras veces me metía al cuarto con él, pero como que eran muy observadores, bien chismosa la gente ahí, los de la misma recepción, entonces diseñamos un plan, yo ya traía tarjeta de acceso y llegaba directo en la noche, fui perdiendo la vergüenza y pues al final ya entraba y salía como si nada”, recuerda Mariana.

José complementa: “Se pasaba como por su casa, ya hasta saludaba a los de la recepción, iba a comer, y desayunaba ahí”.

Ella tomó afición por el jacuzzi del cuarto de Miguel, así que los fines de semana mientras él trabajaba ella lo esperaba en el cuarto,  tomando un baño o viendo películas. “Ay ¡la cama!, era sabrosísima, no era suave aguada, era como si fuera de pura pluma, y las almohadas ¡eran la delicia!, dormías chingonsísimo, nunca he conocido otras así, por eso ya que se fueron los de la Comisión hubo quien se las robó”.

Como Miguel, otros integrantes de la Comisión fueron tejiendo sus propias historias románticas, uno de ellos José María Godoy Castro, quien durante el castillismo asumió como procurador del estado, permaneciendo en el cargo con el arribo de Silvano Aureoles Conejo a la gubernatura, para luego ser nombrado secretario de Seguridad Pública. Finalmente murió en julio de 2019 al desplomarse el helicóptero en el que viajaba, en lo que oficialmente se dijo, fue un accidente.

“Él se acabó casando con una mujer que conoció aquí en Michoacán, y así fue con muchos”, recuerda José.

Riesgo

La operación de la Comisión en la Tierra Caliente y lo relacionado a los grupos de autodefensa, no fue un tema en el que José participó. El equipo de la capital permaneció operando en ella con tareas específicas, de orden legal y político.

Recuerda algunas de las reuniones que atestiguó para la designación de Salvador Jara Guerrero como gobernador interino, luego de que la permanencia de Fausto Vallejo resultara insostenible.

A mediados de junio 2014 la noticia de la separación de Vallejo de la gubernatura, se convirtió en nota de primera plana no sólo para la prensa local, sino también en la nacional, en donde el encuentro del mandatario con el presidente Enrique Peña Nieto era nota de ocho columnas.

La tensión generada por la operación de la Comisión en Michoacán era latente, las informaciones sobre los excesos, el manejo indiscriminado de los recursos públicos, los acuerdos al margen de la ley, eran cosa frecuente en la prensa.

En el hotel era común que a los integrantes de la Comisión les “escanearan” el teléfono para verificar las informaciones que tenían. Fue así como se detectó en una ocasión que una persona había acordado “entregar” a Castillo, al proporcionar a detalle su itinerario.

“Un día que salimos por la noche –refiere Mariana- nos percatamos que un auto nos estaba siguiendo, sí nos dio miedo y tuvimos que ir cambiando los lugares a los que solíamos salir a cenar porque nos preocupó”.

Mariana y José habían optado por dejar de consumir alimentos en el Best Western debido a la crisis de salmonela que afectó a los trabajadores de la Comisión, algunos de ellos acabaron incluso en el hospital.

“Estaba contaminada el agua, cuando llovía se inundaba ahí, y el agua de las cisternas se contaminaba con la que salía de las coladeras”, apunta José, quien recuerda que era común ver mierda flotando en el pavimento, “esa agua contaminada subía para el uso del hotel, con ella te bañabas, preparaban los alimentos, e incluso en la fruta que servían te llegaban a aparecer gusanos”.

La Comisión nunca denunció tal situación, por el contrario, la aprovechó para negociar con el hotel exenciones a los adeudos que había empezado a acumular con éste.

La falta de pagos a los hoteles se convirtió una bola de nieve que fue creciendo, los prestadores de servicios no recibían su pago y se veían obligados a mantener alojado al personal de la comisión y los de seguridad, generalmente por temor.

En 2016 los hoteleros seguían reclamando a la Secretaría de Gobernación pagos por más de 50 millones de pesos debido a los adeudos generados por la Comisión.

Pero no a todos les fue mal, algunos -como José- encontraron en Michoacán una nueva ruta de vida y echaron raíces. Otros más vieron fortalecidas sus carreras políticas.

Mariana recuerda uno de estos personajes que solía reunirse a beber en el Best Western: Silvano Aureoles Conejo.

“Me acuerdo mucho que Silvano siempre andaba pegado, pegado, pegado ahí con Castillo”, recuerda José, “ahí estaba siempre, siempre, también en el Villa Montaña, yo lo veía como que él quería algo, ¿a qué venía?, siempre andaba ahí”.

José no tiene duda que la gubernatura de Silvano Aureoles se cocinó vía acuerdo con Alfredo Castillo, “no fueron los votos en realidad lo que lo llevó al poder, sino por decisión de Castillo”.

Al cumplir un año de creada la Comisión, el corte de la Secretaría de Gobernación de lo realizado en Michoacán era: 224 servidores públicos detenidos por delitos en general contra el sistema de seguridad pública, homicidio, secuestro, delitos contra la salud, delincuencia organizada, extorsión, enriquecimiento ilícito y peculado.

Además se enlistaban capacitaciones y formación de los elementos de seguridad, la presunta pacificación del estado, estabilidad política y un largo etcétera.

Pese a lo señalado, el estado persistió y persiste colapsado.

El repudio a la figura de Alfredo Castillo y a los excesos de su equipo más cercano creció en Michoacán. Finalmente fue removido de comisionado el 22 de enero de 2015, poco después de cumplir un año en el cargo. Felipe Gurrola Ramírez, comandante de la XII Zona Militar quedaría como encargado de coordinar las labores de más de seis mil elementos federales con autoridades municipales y estatales.

En la recta final del gobierno de Salvador Jara, en septiembre de 2015, en el Diario Oficial de la Federación se emitió el decreto por el que se determinó la desaparición de la Comisión.


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