Regla de Tres

Caso Jessica González, el grito por justicia

El feminicidio de Jessica González Villaseñor encendió en Michoacán el grito por justicia ante la propagación de casos y la ineficacia gubernamental


Patricia Monreal

“Estoy tan enojada… hasta con Dios”, susurra Verónica Villaseñor mientras ojea las fojas del expediente por el feminicidio de su hija Jessica González. El sonido se le escapa involuntario, traicionando la confidencialidad de esos pensamientos que las personas suelen guardar para sí mismas.

Han transcurrido 28 meses desde que escuchó por última vez la voz de su hija en una videollamada; solían realizaras con frecuencia al desayunar o comer para coincidir debido a sus actividades.

La imagen de Verónica ha cambiado desde septiembre de 2020 cuando junto con su esposo Martín y sus hijos Adán y Cristo, solicitaban a la población apoyo para localizar a Jessica. El peso del activismo para que se haga justicia por el feminicidio de su hija le ha pasado factura en la salud y el ánimo.

En Michoacán el feminicidio de la joven profesora de 21 años encendió el grito por justicia ante la propagación de casos y la ineficacia gubernamental para inhibirlos.

En vísperas de que el juez del Tribunal Unitario de Enjuiciamiento, Ariel Montoya Romero, emita el fallo sobre la culpabilidad o no de Diego por la muerte de su hija, Verónica sabe que aunque la determinación sea condenatoria la justicia jamás podrá retribuirle lo que ella perdió.

Verónica González Villaseñor, víctima indirecta

El halo de la mariposa

El pitido reportó un mensaje de whatsapp en el celular de Verónica, eran las 15:25 horas de un lunes que el calendario fechaba como 21 de septiembre de 2020.

“Mami, puedo ir a la casa de mi amiga Renata, me invitó a tomarnos un cafesín”, leyó Verónica en el teléfono, Jessica le avisaba que había quedado de llegar a las cinco a su cita, “sale hija, vete con cuidado, cuídate”, le respondió.

Verónica envió a su hija un par de imágenes que hablaban de las mariposas y cómo no pueden ver sus alas al volar; el whatsapp marcó como leídos los mensajes, fueron los últimos que tuvo con Jessica.

Ella no sabía entonces que las mariposas se volverían signo profundo en su vida: cuatro días después, el cuerpo de su hija era localizado en las inmediaciones del fraccionamiento Bosque Monarca; la ruta hacia la muerte de Jessica tuvo tránsito en el Paseo de Las Mariposas.

Un insecto similar coronaba la portada de un libro que se encontró sobre el buró del cuarto de Diego  bajo el nombre de Papillón (mariposa en francés).

Entre las fotos tomadas por la Fiscalía General del Estado en el lugar, Verónica detectó la novela que intuyó sería relevante en el caso de su hija, y lo fue; tras leer con sus familiares la historia sobre un hombre encarcelado por un homicidio, observaron en la narrativa el uso de un hacha para desmembrar un cuerpo, lo que le generó la convicción de que en el caso de Jessica había de por medio una herramienta similar.

Pese a las resistencias de la Fiscalía, la insistencia de Verónica derivó en una revisión minuciosa de los videos de las cámaras de vigilancia que registraron los movimientos de Diego el día en que Jessica fue asesinada, finalmente se detectó en las imágenes un hacha que posteriormente fue localizada en la casa de su amiga Hanna.

Ese lunes

“¿A dónde vas Ofelia?”, preguntó Adrián a su herma usando el nombre que en ocasiones empleaban en su casa para referirse a ella; “¿yo acaso te pregunto tú a dónde siempre vas?”, le respondió Jessica ese lunes cuando se disponía a salir.

Por la noche de ese día ella yacería colocada al pie de un árbol, cerca de un arroyo. Como a la Ofelia de Hamlet, el sonido del agua la acompañaría en su trágica muerte, su rostro fue tapado con hojas secas del árbol en que Diego recargó su cuerpo desnudo de la cintura hacia abajo y con los senos descubiertos.

Horas antes Adrián pudo ver cómo iba vestida su hermana, escuchó el motor de un automóvil a la espera de que ella lo abordara afuera de su casa y luego alejarse.

Diego recogió a Jessica tras enviarle mensajes para que se vieran, lo hizo después de pelearse con su novia Camila quien rompió con él luego de que en la víspera vio en redes sociales un video de Hanna con él.

Un par de horas antes Diego recogió a su amigo y tocayo Diego S.; le habló de su ruptura con Camila y fueron al fraccionamiento Bosque Monarca en el que vivía Diego para dirigirse a uno de los miradores que hay en el lugar, “spots” como ellos les llaman.

En el mirador de La Selva Negra permanecieron un tiempo revisando el sitio; fue ese mismo lugar al que más tarde Diego llegó con Jessica en donde finalmente la habría asesinado a golpes, violado y colocado al interior de la cajuela de su auto, en ese orden.

Al filo de las 16:51 horas, a bordo del vehículo Polo Gris de Diego, ambos amigos salieron del fraccionamiento, se habían quedado de ver con Jair a las afueras del Home Depot que está en la zona de Altozano. Diego entró a la tienda departamental en donde compró el hacha y unas bolsas negras.

Quedaron de verse más tarde, se separaron porque Diego iba a recoger a Jessica, los otros dos enfilaron en la camioneta Renault de Jair al fraccionamiento Bosque Monarca para esperar a su amigo.

Acomodada en el asiento del copiloto, Jessica entró con Diego al fraccionamiento a las 17:38 horas, las cámaras de seguridad captaron cómo se enfilaron rumbo al mirador.

Fueron 31 golpes los que Diego le habría propinado a Jessica, la necropsia reveló diversas lesiones exteriores en la frente, mejillas, ojo derecho, boca, labios, cuello, hombros, tórax, fosa iliaca, abdomen, muslos, región lumbar, antebrazo y piernas. Además están las lesiones interiores en la vagina y el edema cerebral que le provocó la muerte.

La agonía de Jessica no fue breve, según lo reconoció el perito Giovanni O. el 11 de agosto de 2021, durante las audiencias previas al juicio.

El Polo Gris de Diego registró rastros de la sangre de Jessica; la mancha generada en los asientos traseros, antes de ser revisada por los peritos había sido lavada en dos ocasiones, una en el autolavado al que el vehículo fue llevado el día siguiente, y otra previa, presumiblemente en la casa de Hanna.

Las cámaras captaron la Renault de Jair con Diego S., dar rondines en las inmediaciones del lugar en el que Diego se encontraba con Jessica, incluso en un momento se cruzaron con el Polo Gris sin detenerse ya cuando Diego retornaba solo a su casa.

Durante el juicio, Diego S. y Jair declararon que Diego los citó en el “spot” cercano al campo de golf, en donde al llegar vieron el Polo gris con las puertas abiertas, incluida la de la cajuela.

Ahí Diego le habría indicado a Jair que sólo se bajara él de la camioneta y se acercara, posteriormente lo haría Diego S.; ambos declararon ver a Diego sacar un cuerpo cubierto por una manta, que supieron que se trataba de una mujer porque se le veían los tobillos blancos, que su amigo se alejó y se internó entre los arbustos.

Las declaraciones de Hanna evidenciaron contradicciones en lo expuesto por Diego S., ella refirió que él le confesó haber visto el rostro de la mujer con espuma en la boca.

Para Diego, Jessica “no era nadie”, así se lo refirió a Diego S. cuando despuntaba la noche y él le preguntó sobre la identidad de la mujer: “le dije que por qué no se había desquitado con otra cosa, con un perro; él dijo, no ¡pobrecitos de los perros!”, narró durante el juicio.

El día del feminicidio de Jessica, los tres amigos retornaron a la casa de Diego a las 18:59 horas, once minutos después el celular de la joven profesora se apagó, su última localización fue en ese lugar.

Las cámaras captaron a los tres salir de la casa de Diego a las 19:18 horas para revisar el Polo Gris, las imágenes los muestran sacando cosas que se encontraban en el asiento trasero del vehículo, incluyendo el hacha y las bolsas, a Diego S. se le observa peinarse el cabello. Luego los tres revisan la cajuela, sacan un monedero del que extraen dinero y se mofan de unos lentes de mujer.

En la escena los tres amigos discutirían brevemente debido a que Jair y Diego S. no querían subirse al auto, finalmente acceden para irse a jugar al casino los 200 pesos que extrajeron del monedero.

A las 19:42 horas se les observa retornar y finalmente Jair sale para abordar su Renault, no sin antes tomar fotografías con su celular al auto de Diego.

Luego de recibir una llamada de Diego para verse, Hanna llegó al fraccionamiento a las 21:11 horas, revisó el Polo gris en los asientos traseros y se puso a llorar, por lo que Diego la abrazó mientras le hacía señas sobre las cámaras de vigilancia.

Más tarde llevarían a Diego S. a su casa y retornarían poco después.

A las 01:07 horas del 22 de septiembre salieron nuevamente para deshacerse de las cosas de la víctima, esto luego de que Diego recibió las primeras llamadas preguntándole si sabía del paradero de Jessica, para entonces las redes sociales ya empezaban a inundarse con la noticia.

Motivos de sospecha

Motivos de sospecha sobre un grado de participación mayor de los amigos de Diego en los hechos por los que murió Jessica González, abundaron durante el juicio oral.

La intención manifiesta de Diego por responsabilizar a Jair del feminicidio de Jessica, cuidando no tocar a Hanna y Diego S., fue evidenciada durante su testimonio en la audiencia que su defensa tenía para presentar elementos de prueba a su favor.

Los memes generados por amigos de Diego mofándose de la muerte de Jessica, compartidos vía whatsapp e incluso publicados en facebook en las primeras horas de reportada la desaparición de la joven, generan dudas sobre el manejo que de la información hicieron Diego y su grupo cercano de amigos.

Los antecedentes de violencia de Diego con otras mujeres, incluso con la propia Hanna a manera de ensayo de un crimen, tocan también la reputación del Instituto Valladolid de Morelia en donde ambos, junto con Diego S, estudiaron y se tenía conocimiento de su comportamiento.

La institución educativa ha permanecido en silencio, callando incluso nuevos capítulos que involucrarían actos de acoso virtual desde la cárcel por parte de Diego a alumnas de preparatoria.

El criterio de oportunidad otorgado por la Fiscalía General del Estado a Diego S., Hanna y Jair para no ser procesados como cómplices a cambio de declarar en juicio contra Diego, deja lagunas para conocer realmente lo ocurrido el 21 de septiembre de 2020 y que la justicia pueda tener el alcance debido.

“Yo lo único que quisiera es que me devolvieran a Jessica, sus sueños, sus metas, su vida; pero nada de eso puede pasar”, señala Verónica mientras su mirada se pierde en las fotografías que a unos metros de ella se observan de su hija, colocadas a modo de altar en la estancia de su casa.

“Aunque las leyes se me hagan tan estúpidas y se queden tan cortas, lo único que espero es que finalmente él pague conforme a la ley de Dios, y esa estipula sentencia máxima”, remata.


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