Regla de Tres

Casas de cristal


“Unos días después, el “hombre de negro” desaparece sin más, dejando a todo Three Pines en vilo, solo para dar paso a un terrible suceso…”

Al inspector Armand Gamache lo han ascendido recientemente al puesto de Superintendente en jefe de la Sûreté, el cuerpo de policía más poderoso de la provincia de Quebec y probablemente de todo Canadá.

Ha llegado al puesto en un momento particularmente difícil. Los delitos derivados del tráfico de drogas local y hacia Estados Unidos han ido en aumento, y su llegada —aun con el prestigio que le precede— no ha hecho mella alguna en los índices delictivos; al contrario, estos siguen aumentando. Esta situación lo tiene muy preocupado, pues, a pesar de contar con la mejor tecnología y equipo posible, los cárteles siguen haciendo de las suyas. Sin embargo, los extraños sucesos ocurridos en días pasados en su pueblo, Three Pines, que actualmente lo tienen en un tribunal declarando como testigo en un juicio por asesinato, le brindarán una oportunidad inesperada. Esta le permitirá armar una estrategia final -a la que llama “de quemar las naves”- y así darle un golpe mortal al tráfico de drogas en su provincia y más allá de la frontera.

Three Pines es un pequeño pueblo situado al sur de Montreal, cerca de la frontera con Vermont. Es una especie de santuario escogido por Gamache para alejarse de toda la miseria humana con la que convive a diario como comisario en jefe de la Sûreté; para él, más que un lugar donde vivir, “Three Pines es un estado de ánimo”. Es una comunidad plácida y pequeña, donde los pocos habitantes se conocen y se apoyan entre sí. Además, Gamache es lo más cercano a “el orgullo del pueblo”, gracias a su figura de autoridad “tranquila”, una autoridad que no es ni dominante ni amenazadora, sino más bien increíblemente tranquilizadora.

Estamos hablando de la excepcional novela que recomendamos hoy en Zona Oscura. Se trata de Casas de Cristal (Salamandra, 2023), de Louise Penny (Toronto, 1958), una de las autoras favoritas de esta columna. Su serie del inspector Gamache es ya todo un clásico de la novela negra, y Casas de Cristal es la más reciente entrega (la número 13) y, sin duda alguna, una de las historias más logradas e intrigantes de la saga.

El inspector Gamache y su esposa, Reine-Marie, se preparan para festejar la noche de Halloween junto con sus vecinos de Three Pines. La celebración será en la fonda y posada de Gabri y Olivier, a la que también asistirán Clara, la pintora retratista; Myrna, psicóloga jubilada que administra una librería contigua al bistró; y la infaltable Ruth, la vieja y excéntrica poetisa del pueblo. A este grupo se suman algunos visitantes de Montreal, como Matheo y su esposa, la famosa política Lea Roux, y la pareja de ricos contratistas formada por Katia y Patrick Evans.

La noche de Halloween, estos personajes junto con otros vecinos del pueblo, lucen sus mejores disfraces. Entre ellos, deambula una misteriosa figura con máscara y vestida de negro de pies a cabeza, con una especie de túnica. Nadie sabe quién es, pero todos asumen que es alguien de la localidad que escogió ese impactante disfraz. La velada transcurre sin mayores incidentes y, al final, todos van a dormir.

A la mañana siguiente, los habitantes de Three Pines se despiertan con la novedad de que la misteriosa figura con hábito negro está parada en el centro de la pequeña plaza del pueblo. Pasan las horas y sigue ahí, inmóvil y sin pronunciar palabra alguna. Su presencia, con el tiempo, deja de ser solo motivo de curiosidad para volverse inquietante. Nadie sabe quién es ni qué quiere, pero su ominosa y callada figura alimenta toda clase de especulaciones y conjeturas, tanto que le piden al inspector Gamache, como figura de autoridad, que haga algo para que se retire o revele el motivo de su presencia en el centro de la pequeña plaza. Gamache replica que no puede hacer nada, pues la figura no amenaza a nadie ni causa ningún disturbio, y ninguna ley prohíbe estar parado todo el día en la vía pública.

Al final del día, los vecinos se van a dormir y se olvidan de la “figura vestida de negro”. Por la mañana despiertan y reciben la sorpresa de que el misterioso personaje está de nuevo en el centro de la plaza, lo cual empieza a alarmarlos. Gamache debe ejercer su autoridad para evitar que los vecinos ataquen al personaje y lo expulsen de Three Pines.

En medio de las conjeturas sobre el origen y propósito del “personaje vestido de negro”, alguien recuerda una vieja tradición en España: los cobradores de deudas, llamados “el cobrador del frac”. Este personaje, rigurosamente vestido de frac negro y con un portafolio, es contratado para seguir a toda hora y en todo lugar a un deudor moroso. Puede vérselo esperando afuera de su vivienda, en su trabajo o en cualquier otro lugar público. El acoso termina cuando el moroso paga su deuda, mayormente para evitar la vergüenza que le provoca este singular personaje, que lo señala y destroza su honorabilidad. Así, Gamache y los vecinos sospechan que la figura de negro es una versión local del “cobrador del frac”, y esto los lleva a varias preguntas: ¿quién está tras la máscara?, ¿a quién de los vecinos está hostigando?, ¿cuándo se irá?, ¿quién lo contrató? Pasa un día más, y en Three Pines no se habla de otra cosa que del “cobrador”, como ahora le llaman.

Unos días después, el “hombre de negro” desaparece sin más, dejando a todo Three Pines en vilo, solo para dar paso a un terrible suceso: la esposa de Gamache encuentra un cadáver en la parte trasera de la parroquia del pueblo. La investigación que comienza es la que permite a Gamache descubrir que el “hombre de negro” y el cadáver hallado son solo la punta de un iceberg que oculta las claves que Gamache necesita para su investigación sobre los cárteles de la droga.

La autora nos presenta una historia que es una verdadera delicia, escrita en una elegante prosa, con una intrincada trama y un protagonista conmovedor y emocionalmente complejo. El desarrollo de la investigación no da respiro, pues se mueve en dos tiempos paralelos que obligan al lector a no bajar la guardia y a no perder ni un detalle de la historia y sus guiños argumentales. Es una novela que requiere el compromiso profundo del lector, pero que dosifica en sus páginas y en su final apocalíptico una verdadera experiencia literaria, dejando el regusto de haber disfrutado una gran novela, como si de un gran vino se tratara: complejo, añejo y sofisticado.

Sin duda, una gran lectura para estos días otoñales.


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