Hoy que la bandera indígena es pretexto de lucro político para las autoridades en turno, la memoria de Efrén es poco recordada desde los espacios de poder a los que –por supuesto- él siempre resultó incómodo.
Patricia Monreal
Ese tres de mayo de 2005 no bien transcurridos 20 minutos del día, Efrén Capiz Villegas instruyó a su familia sobre un caso al que daba seguimiento: “esto es en los juzgados de lo civil”, dijo y luego murió.
El líder de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ) murió como vivió: en pie de lucha por la defensa comunal e indígena. La ruta que trazó al lado de las comunidades en Michoacán forjó ruta en las batallas de los pueblos originarios de la entidad.
Hoy que la bandera indígena es pretexto de lucro político para las autoridades en turno, la memoria de Efrén Capiz es poco recordada desde los espacios de poder a los que –por supuesto- él siempre resultó incómodo.
Su legítima lucha no permitió desliz alguno hacia los espejismos del poder, nunca se volteó a otro lado cuando la defensa del territorio y del derecho comunal estaba –como hoy sigue ocurriendo- en juego.
Efrén no pedía, exigía, y actuaba en consecuencia.
Él quería que al morir su féretro fuera hecho con tablas de madera, pero su familia no quiso, decidieron que sí fuera de madera pero “un poco más arregladito”. Tampoco quería Efrén lágrimas tras su muerte, pero como en el corazón no se manda y el dolor es inevitable, su sepelio y entierro estuvieron bañados por la lluvia que brotaba de los ojos de su familia, de los comuneros y de la gente que tanto lo quiso y admiró.
Porque sí, la muerte de Efrén dolió y a 18 años de distancia sigue doliendo. Porque las batallas que dio siguen presentes y precisan de la fuerza y el ímpetu que junto con él, dieron tantos otros.
El personaje
Tras su muerte Eva Castañeda –su compañera durante 46 años – dijo que a Efrén no fue la edad la que lo mató sino las secuelas que le vinieron luego de una golpiza que les propinaron a ambos en enero de 1997, cuando Víctor Manuel Tinoco Rubí era gobernador de Michoacán.
“Algún coágulo se le quedó por ahí y lo perjudicó, su muerte fue resultado de una calentadita que nos dio el gobierno de Tinoco Rubí”, comentaría Eva durante el sepelio tratando de recordar un verso que sobre el hecho recitaba Efrén.
Y si, los versos de Efrén eran comunes en mítines, movilizaciones y en cuanta intervención pública hacía, todos ellos rematando con su clásico: “la lucha sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, ¿ya se cansaron?, ¿no?, la lucha sigue y sigue, sigue”.
De chico Efrén quiso ser panadero, y aunque los oficios se heredaban de padre a hijo, no tuvo problema en entrar de aprendiz a la panadería de Eraclio “laco” en su natal Nahuatzen, esto gracias a las gestiones de su padre Juan Capíz Sánchez, que era líder comunal y tenía la simpatía de la gente por ser defensor del territorio.
Pero como el oficio de panadero le resultó muy pesado Efrén simpatizó con la idea de hacerse guarachero, por lo que tras una nueva gestión de su padre, ahora con Prisciliano “pichi” –el maestro guarachero del pueblo- logró ser aprendiz, oficial y finalmente maestro en guarachería.
Luego aprendió el oficio de curtidor hasta ser maestro en curtiduría. Para entonces ya participaba activamente en los movimientos de la comunidad por la defensa de la tierra.
Cuando tenía 20 años Efrén se mudó a Morelia en donde empezó a estudiar el cuarto año de primaria.
En la capital conoció a Marcial y Pablo Cifuentes que eran hijos de un coronel que había luchado con Lázaro Cárdenas del Río y había muerto para entonces, juntos se fueron a buscar a “el general” para decirle que querían estudiar.
Cárdenas los recibió, escuchó y mandó a cenar, les entregó un sobre con 150 pesos a cada uno y una carta dirigida al gobernador para que los apoyara en sus estudios.
En la década de los 50 Efrén ya era presidente del Consejo Estudiantil Nicolaita, fue ahí cuando lo detuvieron por primera vez debido a su participación en las movilizaciones que se realizaron contra los intermediarios que adquirían barato el maíz en Michoacán para venderlo en otras entidades a precios mucho más elevados, generando desabasto en el estado.
Se organizó una marcha en la que fue detenido un compañero de Efrén llamado Sebastián Dimas Quiroz, por lo que los estudiantes fueron a un evento en donde estaba el gobernador David Franco, a quien esperaron hasta el final sin éxito, como toda respuesta llegó la policía y los detuvo acusándolos de sedición y ataque peligroso.
Seis meses de cárcel fue el resultado de esa movilización; en su celda Efrén elaboró un amparo contra los delitos que se le imputaban, pero en el de ataque peligroso tenía posibilidades de perder ya que había personas que atestiguaban haberlo visto golpeando a una autoridad.
Eva Castañeda –para entonces su novia- con un amigo decidieron que Efrén saliera bajo fianza pero él se negó por considerar que no tenía que pagar por algo que no había hecho. Finamente los gendarmes tuvieron que sacarlo de la prisión por la fuerza, cargándolo porque se negaba a salir.
Efrén se casó con Eva cuando él tenía 35 años y ella 30; después vinieron los hijos: dos hombres y una mujer. Al mayor, Rafael, lo mataron el mismo mes que a Genaro Vázquez -en 1972- fingiendo un accidente cuando iba a la secundaria a los 14 años, sus padres nunca dudaron que la orden provino del ex gobernador Agustín Arriaga Rivera.
Efrén estudió en la Facultad de Altos Estudios Melchor Ocampo impulsada por el rector nicolaita Elí de Gortari. Acabó Derecho y estudió Filosofía.
En 1963 durante la lucha antidegortarista, estuvo nuevamente encerrado por un año, “Arriaga Rivera, apoyado por los curas, por las monjas, por los Caballeros de Colón y los legionarios de Cristo se pusieron en contra de Elí de Gortari como rector de la Universidad Michoacana”, recordaría Capiz.
Para entonces se suscitó una represión en el colegio de San Nicolás de Hidalgo a iniciativa del gobernador Arriaga Rivera, con quien Efrén y otros de sus compañeros se habían reunido casi a la par. Ese día las fuerzas de seguridad arremetieron a balazos contra estudiantes que estaban apostados en la azotea del Colegio lesionando a Manuel Oropeza Garda (que fue llevado en estado agónico y falleció en el camino al Sanatorio de La Luz), Luís Mejía Ramírez, Ramón Muñiz, Félix Adame, Héctor Melgoza, Augusto Arriaga y Daniel Gómez.
Tras retornar de la reunión con Arriaga Rivera, Efrén y sus compañeros se encontraron con estudiantes heridos y policías en las inmediaciones. Él fue detenido y acusado de asonada, rebelión y sedición y permaneció en la cárcel 12 meses.
Dos años después de obtener la libertad, Efrén retornó a prisión para permanecer cinco años más debido a su participación en el movimiento estudiantil nicolaita de 1966, en donde se estima que el régimen empezó a ensayar lo que más tarde fue la represión estudiantil de 1968. También un dos de octubre en Michoacán, durante una protesta estudiantil, fuerzas de seguridad dispararon contra los manifestantes asesinando de un disparo en la cabeza al joven Everardo Rodríguez Orbe.
“Estábamos en San Nicolás haciendo un documento en el que pedíamos la desaparición de poderes, en la Plaza de Armas había un mitin cuando llegó la caballería y pasó por encima de cientos de estudiantes, nosotros tiramos por la ventana todos los papeles que teníamos ahí y, nos detuvieron”, recordaría Efrén.
Lucha comunal
La lucha de la defensa comunal y de la tierra siempre caminó de la mano de Efrén, lo mamó desde chico con su padre, pero fue hasta que salió de la cárcel en 1971 cuando se enfocó de lleno a trabajar con los comuneros y campesinos.
Su casa permanecía llena de gente a la que junto con Eva, apoyaba legalmente llevando sus casos, la mayoría de las veces de forma gratuita. Estudio y cuartos de su morada permanecieron atestados de expedientes aún después de su muerte.
El siete de octubre de 1979 quedó formalmente conformada la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ), desde la que posteriormente se dio vida a la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA).
La imagen de Efrén Capiz ataviado con gabán y sombrero de palma, se convertiría en estampa frecuente en las movilizaciones comunales, en las que, los políticos solían rehuir al encuentro del líder de la UCEZ.
Como secretario de la Reforma Agraria al inicio del gobierno de Miguel de la Madrid, Luis Martínez Villicaña topó con la lucha de la UCEZ y Efrén, ahí les advirtió que sería el candidato para la gubernatura de Michoacán y que el único problema en el estado eran ellos: “pero le damos en la madre a Capiz y así se va la UCEZ”.
El capítulo fue narrado por Eva Castañeda a María del Carmen Ventura Patiño del Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán, para Tzintzun, revista de estudios históricos en agosto de 2007.
Para cuando la amenaza de Martínez Villicaña fue proferida, la UCEZ con Elpidio Domínguez Castro –otro de los fundadores de la organización-, venía dando batalla en defensa de los territorios de la comunidad indígena de Santa Fe de la Laguna, en el municipio de Quiroga.
Elpidio fue asesado a balazos en diciembre de 1988, el mismo mes en que Luis Martínez Villicaña pidió licencia al cargo de gobernador por órdenes del recién ungido presidente, Carlos Salinas de Gortari.
Durante el gobierno de Martínez Villicaña la casa de Efrén llegó a estar rodeada de policías que los vigilaron por días pues que el objetivo era secuestrarlo, por lo tuvo que huir disfrazado.
En su artículo, María del Carmen Ventura consigna que la UCEZ llegó a ser la organización con mayor capacidad de resolución de expedientes agrarios en el país, “tuvo alguna acción jurídica en más de 200 núcleos agrarios únicamente en Michoacán. Agrupó a nahuas de la costa, purhépechas de la Meseta, otomíes y mazahuas del oriente del estado. La UCEZ realizó su trabajo legal y político con una ideología comunalista”.
El adiós
Semanas antes de morir Efrén empezó a ponerse malo, estuvo nueve días en oncología y se le determinó un cáncer generalizado; el ocho de marzo le informaron tempano pero él no se dio tiempo para preocupaciones, a las nueve de la mañana ya estaba en una reunión con comuneros que acabó hasta la madrugada del día siguiente.
El deceso de Efrén fue una noticia que corrió rápido, antes del mediodía ya los dolientes empezaban a llegar a su casa.
Cuatro cirios flanquearon el féretro de Efrén durante el velatorio en el auditorio de la UCEZ repleto de coronas y gente. Su cuerpo encajonado estuvo custodiado por un enorme muñeco de tela crucificado en maderos con los logotipos del PAN y del PRI, era el mismo que tantas veces acompañó al activista y los comuneros en marchas y plantones.
Al día siguiente la marcha fúnebre cruzó la avenida principal de Morelia e hizo alto en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo para rendir honores a Efrén, ahí a un lado de donde está resguardado el corazón de Melchor Ocampo.
Al final, en el panteón municipal una pizarra anunció el adiós del líder comunal ese miércoles: “Efrén Capiz, 14:30 horas”
Nota. Fragmentos y apuntes de este texto fueron publicados originalmente por quien esto escribe en el periódico Cambio de Michoacán, en las ediciones del 5 de julio de 2004, del 3 y 4 de mayo de 2005, y el primero de octubre de 2008.