Regla de Tres

Forst

“La historia comienza como un caso policial cotidiano, en el que las evidencias obligan a buscar la verdad. Un cuerpo desnudo y crucificado es encontrado en la montaña…”

Recientemente, Polonia ha comenzado a destacar en la producción de series policiacas a través de diversas plataformas de televisión bajo demanda. En varios de estos canales, es común encontrarse con algún título más o menos exitoso. Este es un fenómeno interesante, ya que, además, está ligado a una explosión en la producción literaria del género. Desafortunadamente, poco de esta producción se traduce al español, por lo que las series nos ayudan a atisbar cómo va, o si podría, como algunos vaticinan, estar en vías de convertirse en un nuevo fenómeno literario, similar al experimentado por los países escandinavos.

Hoy vamos a hablar de una serie estrenada este año por Netflix, que ha resultado ser todo un éxito de público y crítica, permaneciendo varias semanas en los primeros cinco lugares de las más vistas de la plataforma. Se trata de Forst (Polonia, 2024), un thriller policial dividido en seis capítulos de 42 minutos cada uno, que invita a verlo en un maratón de fin de semana. La serie está basada en una saga creada por el joven escritor Remigiusz Mróz —un exitoso superventas en su país, no traducido fuera de su idioma original—, y propone seguir los pasos de un interesante investigador poco ortodoxo llamado Viktor Forst.

La historia se desarrolla en un pequeño pueblo en las estribaciones de los montes Tatra, que son la zona más al norte de los montes Cárpatos, en la frontera con Eslovaquia. El contexto es importante, ya que de allí se desprende toda la trama, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial, pues fue una zona clave para la resistencia a la invasión nazi de Polonia y el territorio de la Armia Krajowa (Ejército Nacional), siendo una ruta de escape para la guerrilla y aquellos que huían del terror.

A este pueblo es enviado Viktor Forst como castigo por un error cometido en la comisaría de Cracovia, donde estaba originalmente asignado, y que resultó en la muerte de una persona. Enviarlo a los Tatra es una manera de deshacerse de uno de los mejores investigadores del país, pero también de uno de los más rebeldes e independientes. Allí se encuentra con la animadversión de jefes y compañeros, comenzando por Edmond Osica, su jefe inmediato, quien, a pesar de reconocer la capacidad de Forst, lo detesta debido a una relación que este mantiene con su hija.

La historia comienza como un caso policial cotidiano, en el que las evidencias obligan a buscar la verdad. Un cuerpo desnudo y crucificado es encontrado en la montaña, y Forst, a cargo de la investigación, descubre que la crucifixión es demasiado sofisticada para un suicidio. Posteriormente, encuentra una moneda extraña en la boca de la víctima, por lo que deduce que se trata de una puesta en escena. En el lugar del posible crimen, conoce a Olga, una reportera independiente que parece saber mucho sobre el caso y que, al igual que Forst, resulta conflictiva con sus jefes, estableciéndose entre ellos una inmediata animadversión.

Poco después, aparece un nuevo cuerpo, esta vez de una mujer, con claras evidencias de responder al mismo patrón que el primero, lo que pone a Forst ante la posibilidad de un asesino serial, controlado y planificado, lo cual lo hace aún más peligroso: es urgente encontrarlo para frenar una ola de muertes inminente. Forst vuelve a encontrarse con Olga, y aunque ambos desearían evitarse, saben que se necesitan ante un caso de tal magnitud. Forst entiende que seguir la pista de las monedas en las bocas de las víctimas puede ser clave para acercarse a la verdad, al igual que descubrir alguna relación entre ellas. Sin embargo, algo se mueve en los poderes fácticos de Polonia, y el jefe Osica retira a Forst del caso, asignándoselo a alguien que lo odia por un antiguo lío amoroso y por sus métodos poco convencionales. Forst, entonces, se ve obligado a continuar la investigación en secreto con la ayuda de Olga, embarcándose en una peligrosa aventura que pone en riesgo su estabilidad y su vida.

No les cuento más. Los capítulos, sobre todo los primeros cuatro, son muy vertiginosos y nos presentan a un policía osado, pero con claras fricciones con la autoridad y con métodos que irritan a los burócratas que son sus superiores. Sin embargo, dan resultado, y Forst descubre que la explicación de los asesinatos que se van acumulando posiblemente esté en el pasado de la región. Como mencionamos antes, los Tatra fueron el espacio vital para la resistencia contra los nazis, con guerrillas apoyadas por la población a ambos lados de la frontera. No obstante, esa resistencia no fue absoluta: dentro de la población, hubo quienes colaboraron con los nazis, compartiendo su ideología, odios y vicios. Al igual que en Ucrania, los invasores utilizaron a estos colaboradores para los «trabajos» sucios, y estos se mostraron más aplicados que los propios nazis, creando un clima propicio para los odios que se heredan hasta el presente. Los criminales ahora se esconden entre la pacífica población de la región.

Una serie interesante, como dije, vertiginosa, que nos permite explorar el polvorín de rencores y odios tribales que conforman lo que ahora llamamos Europa. No se la pierda: prepárese unas buenas palomitas, nachos o lo que prefiera y disfrútela de una sentada. Así de emocionante es…


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