Regla de Tres

Prométeme que te pegarás un tiro


“Este libro no es novela negra, tampoco ficción, pero el tema que trata y la manera como lo aborda el autor es digna de la narración más oscura y retorcida que alguien pudiera crear.”

Abril de 1945, Demmin, un pequeño y pintoresco pueblo de Pomerania Occidental, en el norte de Alemania, aún no ha sufrido los estragos de la guerra, a pesar de llevar seis años inmerso en ella, salvo por los hijos y maridos convocados tanto al frente del Este como al Occidental. Las noticias que llegan a través de los canales del Reich son ominosas. Las arengas de Goebbels y el llamado al sacrificio y la heroicidad de la raza aria suenan alarmantes. Aunque la palabra “derrota” no se menciona ni por error, el temor a la llegada de “las hordas bolcheviques/mongolas” es el único tema de conversación entre los habitantes. El terror es un manto que se extiende como una niebla espesa, penetrando todos los hogares y rincones del pueblo.

Al avanzar el mes de abril, comienzan a pasar por Demmin columnas de seres famélicos, verdaderas “procesiones de miseria” compuestas por soldados, ex prisioneros y simples ciudadanos que huyen del ejército rojo con las pocas pertenencias que pudieron salvar. Las historias que cuentan son de una brutalidad absoluta: masacres, violaciones masivas, fusilamientos y toda clase de excesos cometidos por la soldadesca de Stalin, para saciar su sed de venganza por lo que las tropas del Reich hicieron en la invasión de la Unión Soviética.

A finales del mes se escucha el cercano avance de los blindados soviéticos. La paranoia es absoluta. Los habitantes de Demmin que no pudieron o no quisieron marcharse se encierran en sus casas con sus familias. El fatalismo lo invade todo, y comienza un fenómeno inédito, algo que pasará a la historia como un suceso sin parangón, los habitantes de Demmin comienzan a suicidarse.

Familias enteras, incluyendo a niños, abuelos y bebes, se quitan la vida. Los menos, por arma de fuego; la mayoría se cuelgan en sus casas o se arrojan al río Peene. Entre el 28 de abril y el 2 de mayo de 1945, alrededor de 900 personas se suicidaron en Demmin: profesionistas, jueces, talabarteros, empleados municipales, doctores y militares. La locura suicida no respeta clase social o rango alguno. Padres que mataban de un tiro a todos los miembros de su familia y luego se suicidaban; madres que arrojaban al río a sus hijos con piedras atadas con sábanas a sus cuerpos; improvisados cadalsos familiares en oficinas y graneros. Todo pasó en tres o cuatro días, en una orgía de muerte nunca vista. Al llegar las tropas rusas, encontraron un paisaje desolador: un pueblo fantasma, con pocos habitantes deambulando como muertos vivientes, un río plagado de cadáveres y muchos más que fueron hallando al buscar casa por casa.

Pero Demmin, no fue la excepción. La “epidemia” de suicidios se extendió por toda Alemania, configurando un fenómeno inédito, ya que ni siquiera en sociedades como la japonesa, donde el suicidio por honor es parte de su cultura, se había vivido algo así, y de tal magnitud.

El libro que hoy recomiendo en esta Zona Oscura, Prométeme que te pegarás un tiro (Ático de los libros, 2022), de Florian Huber, es la investigación más completa que se haya hecho sobre los “suicidios en masa a finales del Tercer Reich”.

Este libro no es novela negra, tampoco ficción, pero el tema que trata y la manera como lo aborda el autor es digna de la narración más oscura y retorcida que alguien pudiera crear. Sin embargo, por su carácter absolutamente real y documentado, las historias que se relatan adquieren una consistencia tal que se adhieren a la mente del lector como pocas obras de ficción lo logran.

Después de relatarnos la hecatombe de Demmin, el autor nos lleva al búnker de Hitler en las profundidades del Reichstag, describiendo prolijamente los últimos días del Führer y de sus acompañantes, las decisiones erráticas y totalmente desesperadas que se tomaron en esos días, en los que al saber perdida la guerra Hitler quiso que se inmolara todo su pueblo, bajo la desquiciada lógica de que si perdían la guerra, “nadie en Alemania merecía vivir”.

El libro está construido a partir de cientos de documentos. El autor pasó muchos años investigando el tema, entrevistó a sobrevivientes y consultó archivos personales y fotográficos en toda Alemania, ya que el fenómeno de los suicidios se extendió por todo el país, con epicentro en Berlín, donde se cometieron la mayoría, y donde recolectó la mayor parte de los testimonios. Dado que el suicido es un tema tabú para nuestra sociedad, el autor tuvo que superar muchos obstáculos, y rellenar huecos en los relatos. Pero, sobre todo, tuvo que vencer la enorme resistencia de todo un pueblo para revivir en su memoria un suceso traumático, ya oculto bajo diversas capas de negación en un fenómeno de psicología social que configura un duelo no del todo elaborado, aun en nuestros días, ochenta años después.

Gracias a los múltiples testimonios que se plasman en el libro, vamos descubriendo, poco a poco, cómo se gestó un fenómeno de desesperación colectiva. Ante el abrupto derrumbe de un triunfalismo nacional delirante, construido en 12 años en los que el pueblo alemán se convenció de que era el pueblo elegido, y que su destino manifiesto era dominar toda Europa y construir un Reich que duraría mil años. En abril del 45, en Alemania ya solo se hablaba de la derrota y de la venganza de los bolcheviques. Esto no fue un fenómeno paulatino, emergió abruptamente cuando la censura del ministerio de propaganda ya no podía ocultar las derrotas en el Este ni el avance de los Aliados en el frente Occidental

Para el pueblo alemán fue el terrible despertar de un sueño que se creyeron a pié juntillas, un sueño en el que fueron víctimas y verdugos. Un sueño que retroalimentaron de diversas maneras, al aceptar y formar parte de la enorme y bien aceitada maquinaria del nazismo. 

A pesar de lo escabroso del tema central del libro, el autor es muy cuidadoso con el trato que le da. Los relatos, las escenas que describe, las fotografías (que las hay en el libro) y los testimonios, aunque son de una crudeza enorme, dejan un resquicio de respeto a las víctimas. Más allá de provocar rechazo o repugnancia, busca llegar a entender cuáles fueron los resortes que llevaron a este fenómeno único en la historia reciente. Aunque el conjunto de los relatos nos brinda un panorama bastante completo, no basta para entender el fenómeno en su totalidad. Por ello, en la última parte del libro, el autor desarrolla un análisis muy completo de la génesis del nazismo. Nos habla del trauma que significó el tratado de Versalles, de la fallida república de Weimar, del ascenso de Hitler al poder y lo que significó su figura providencial para un pueblo pobre y humillado, al que le devolvió (de la peor manera) el orgullo de ser alemán, para después precipitarlo en la más terrible tragedia del siglo XX.

Un libro que se lee como una novela de misterio, inteligente, bien construido, que arroja luz sobre un suceso hasta ahora poco explicado y entendido: un “fenómeno” de “alienación colectiva” que constituye una de las peores manifestaciones de lo que Freud llamó “el instinto de muerte “, en uno de los momentos de mayor oscuridad en nuestra historia. Una lectura imprescindible.


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