Regla de Tres

No hay bestia tan feroz


“Max hace recuento de su vida, y concluye que no sabe hacer otra cosa que delinquir. Sin ningún rastro de autocompasión o arrepentimiento, lo asume como un hecho con el que tiene que vivir…”

Antes de hablar sobre el libro que recomendamos el día de hoy, es necesario hablar de su autor, un escritor totalmente atípico, cuya azarosa vida se refleja con una fuerza extraordinaria en sus novelas.

Hablamos de ”Edward Bunker” (1933-2005, EUA). La infancia de Edward Bunker no podía ser más desafortunada, a los 4 años, a raíz de la separación de sus padres, comenzó un salvaje periplo entre casas de acogida y orfanatos que lo llevaron inevitablemente a convertirse en delincuente juvenil, a partir de entonces, paso gran parte de su vida alternando períodos de reclusión con los de libertad condicional, engordando una prolija carrera delictiva; acumuló condenas por atraco a mano armada, tráfico de drogas y extorsión, llegando a estar entre los 10 fugitivos más buscados por el FBI. 

Durante sus años de cárcel se convirtió en un lector voraz, y comenzó a escribir en una vieja máquina que le regalaron. En 1975 finalizó su carrera criminal, y al salir de prisión se dedicó a escribir e incluso a actuar. Su primera Novela “No hay bestia tan feroz” (la obra que hoy reseñamos) se convirtió pronto en una obra de culto, la cual le dio fama y dinero. Gracias a ello, y al personaje que el mismo se había construido, incursionó como actor en algunas películas como “Perros de Reserva” de Tarantino, y en “El tren del escape de Konchalovsky”, donde también colaboró en la elaboración de los guiones; todo esto forjó su leyenda como símbolo y personaje paradigmático del ”noir” estadounidense. 

Estando en la cúspide de su fama como escritor y guionista, falleció en California a los 71 años de una intervención quirúrgica mal llevada. “No hay bestia tan feroz” es la historia de Max Dembo.


Max Dembo está solo en su celda, es su última noche en prisión, al día siguiente saldrá en libertad condicional de la cárcel de San Quintín en donde ha pasado los últimos 8 años, purgando pena por diversos delitos. Como es un “delincuente reincidente”, sabe que esta es su última oportunidad de reivindicarse ante la sociedad si no quiere regresar a la cárcel y pasar prácticamente el resto de su vida en prisión.

Max hace recuento de su vida, y concluye que no sabe hacer otra cosa que delinquir. Sin ningún rastro de autocompasión o arrepentimiento, lo asume como un hecho con el que tiene que vivir, y cambiarlo si quiere vencer la fatalidad de su destino, el mismo que el de la mayoría de las personas que ha conocido en las cárceles y correccionales en las que ha pasado más de la mitad de su vida: envejecer en prisión o morir lentamente en el callejón de la muerte de los condenados. 

Su decisión es férrea, y a partir del día siguiente, ya en libertad, se promete a sí mismo adaptarse a una vida que no entiende, y que en el fondo tampoco desea, pero que le es ineludible, si quiere que esta sea su última salida de la cárcel y no regresar a ella.

Max sale de prisión con un puñado de dólares y una muda de ropa, nadie lo espera —ya hace años que perdió a su familia— y se dirige al único lugar que le resulta familiar y donde puede encontrar a alguien que le eche una mano y le ayude a terminar con el ayuno obligado de 8 años sin contacto de mujer; los bajos fondos de Los Ángeles (LA). 

En el camión que lo lleva a LA, revisa el sobre que le dieron a la salida y ahí encuentra el nombre y teléfono de quien será su oficial de “libertad condicional”, se trata de Joseph Rosenthal a quien tendrá que contactar de inmediato (so pena de volver a la cárcel) para recibir instrucciones del cómo manejarse en su nueva vida.

Rosenthal resulta ser todo un psicópata que disfruta hacerles pasar negras a los convictos que tiene a su cargo como oficial de libertad condicional, además, es un fanático cristiano, por lo que asume su trabajo como “la obra de Dios” con sus ovejas descarriadas, a Max le tiene una fijación particular.

Mientras tanto, Max visita a viejos amigos y conocidos, todos ellos: “escoria social”, drogadictos, dealers, ladrones, etc. , todos asumen que seguirá delinquiendo, y no dan crédito ante sus intenciones de buscar un empleo honesto y regenerarse, esto, inevitablemente perjudica sus bonos e imagen ante sus antiguos camaradas de oficio, que no conciben su deseo de tener “una vida normal”.

Los días pasan y Max se siente atrapado entre la asfixiante presión de Rosenthal y su incapacidad para encontrar un empleo “honesto” por sus antecedentes penales, Max se encuentra sin dinero, y después de que Rosenthal lo hace pasar unos días en prisión por un examen antidoping tramposo, toma una decisión que será definitiva en su vida.

Max Dembo decide que no puede escapar a su destino, y si va a terminar sus días como delincuente lo hará de la mejor manera … a lo grande.

Busca a antiguos compañeros de prisión y planea una serie de atracos para obtener los fondos que le permitan darse la vida que quieren, por fugaz que esta sea. 

La narración cambia de ritmo e intensidad, se adentra de manera vertiginosa en la nueva carrera criminal de un Max Dembo muy enojado, y ya sin ninguna atadura ética o moral que lo frenen.

La historia avanza como un virus que va entrando en tu organismo, y va colonizando tu cerebro y tus sentimientos, el estilo crudo , directo y realista del autor, retrata como pocos el habla y la vida en los bajos fondos de Los Ángeles en los años sesenta: drogadicción, racismo, violencia, crimen, nada se le escapa, y logra —según James Ellroy— el relato más brutal e impactante de los bajos fondos, y el mundo delincuencial de LA, los pasajes en los que se relatan con crudeza los crímenes de Max no tienen desperdicio alguno, y se hace evidente que el autor nos narra su propia experiencia. 

La historia va dando forma a un híbrido; entre el “true crime” y la novela negra clásica, se apodera de la narración una atmósfera asfixiante, premonitoria de la desgracia , del callejón sin salida en que casi siempre se convierte la vida de un ex convicto.

Edward Bunker, nos brinda en esta novela, una historia muy poderosa, con un estilo directo y realista nacido de su experiencia de vida y de una capacidad narrativa excepcional, logrando en “No hay bestia más feroz”, una obra clásica, de culto, inevitable para cualquier amante de la novela negra.

No se la pueden perder.



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