Philip Astley es considerado el padre del circo moderno. Con solo 26 años de edad, logró conjurar los elementos necesarios para dar vida a una de las manifestaciones culturales más complejas y estimadas por todos
Ivonne Monreal
El creador del circo, uno de los espectáculos de masas más prodigiosos y fascinantes de la historia de la humanidad, nació un 8 de enero de 1742 en la ciudad de Newcastle-under-Lyme, que tras prodigar a su natal Inglaterra de diversas hazañas bélicas en la Guerra de los Siete Años (1757-1763), inventó una fórmula de entretenimiento que rebasó todas las fronteras sociales.
Philip Astley (1742-1814) fue el nombre de aquel visionario considerado el padre del circo moderno, quien con solo 26 años de edad logró conjurar los elementos necesarios para dar vida a una de las manifestaciones culturales más complejas y estimadas por chicos y grandes a lo largo de más de dos centurias.
Siendo muy joven ingresó al ejército, donde pasó de ser un soldado del primer regimiento de caballería británico -el 15º de Dragones Ligeros- a escalar de rango hasta sargento mayor; ahí destacó por su manejo de la espada y además de maestro de equitación, entrenó y domó caballos hasta que recibió la baja del servicio en 1766.
Concluidos sus compromisos militares, alrededor de los 24 años se lanzó al proyecto de establecer una escuela de equitación donde pronto se le revelaría su futura vocación que lo llevaría a deslumbrar a reyes, reinas, príncipes y al pueblo entero con audaces actos de acrobacia e interludios cómicos.
Como experto jinete, las suertes que Philip Astley combinaba a lomo de sus caballos tras el entrenamiento de sus pupilos en la escuela de equitación, pronto llamaron la atención de transeúntes y curiosos y, aún cuando ya existían actos similares que se desarrollaban en parques o en los confines de Londres, él tuvo la idea de trazar un círculo de 42 pies de diámetro que desde entonces delimitó los confines de las maravillas circenses.
En 1768 se verificó la primera función al aire libre organizada por Astley en un pequeño terreno que había adquirido a orillas del Támesis, entre los puentes de Londres y Westminster, en el corazón del imperio británico, donde dos años más tarde establecería su primer Anfiteatro Astley’s.
En la publicidad de su época, el Anfiteatro Astley’s ofrecía en su programa proezas como el de un pony que con su instrucción militar podía hacerse el muerto, hacer cálculos matemáticos, disparar una pistola, calentar el té y preparar la mesa para servirlo.
Como parte del espectáculo, ocho caballos representaban danzas campestres en el acto “La Escuela de Marte”, en tanto el hijo de Astley bailaba El Minueto sobre el dorso de tres caballos al galope, mientras una niña de ocho años mantenía el equilibrio sobre el lomo de dos equinos en movimiento.
En su momento, el Anfiteatro Astley’s fue el más grande escenario de Inglaterra y sus espectáculos adquirieron un formato itinerante; en sus recorridos por Europa obtuvieron una calurosa acogida en Francia donde Astley construyó otro escenario y actuó para la corte de Luis XV en Versalles.
Con el paso del tiempo y alojado bajo las carpas, el espectáculo del circo se enriqueció con nuevas atracciones y compañías como la Clipperfield en Inglaterra, Barnum en Estados Unidos, Troné en Alemania, Togni y Orfei en Italia o la Spessardy-Pinder en Francia y no fue sino hasta las últimas décadas del siglo XX que se enfrentó a su inminente declive.
La sociedad se desplazó a otros espacios de entretenimiento y a partir de la década de los 90 iniciaron las campañas de sensibilización promovidas por asociaciones de derechos de los animales que al salir victoriosas, aceleraron la extinción del circo como fue concebido, para transformarse en puestas en escena como el Cirque du Soleil canadiense.