La Nueva Jerusalén cumple este año medio siglo de vida, en ella, se vive como en una autocracia oscurantista en torno al culto de la Virgen del Rosario
Ivonne Monreal
Esperan el fin del mundo desde 1973 y para salvarse del Apocalipsis rezan día y noche. A través de un médium se comunican con una entidad divina que les ha pospuesto tres veces la fecha del juicio final. En su agenda espiritual han tachado 1980, 1988 y el 2000, años en que la raza humana -salvo ellos, los elegidos- tendría que haber desaparecido.
No se trata de alguna escena de la secta de la película Santa Sangre de Alejandro Jodorowsky ni existe algún personaje venido del planeta Titano dispuesto a chasquear los dedos para borrar del mapa a la mitad del mundo. Los datos, corresponden al pueblo de La Ermita, en el municipio de Turicato, donde hoy viven alrededor de dos millares de irreductibles fieles a las doctrinas de Nabor Cárdenas Mejorada.
Como en una autocracia oscurantista se vive en esta localidad -que cumple este año el medio siglo- donde es prohibido absolutamente todo salvo aprender a leer y escribir con el único objeto de aprenderse los dogmas que giran en torno al culto de la Virgen del Rosario y que han sido plasmados, entre otros textos, en el libro La Virgen María en la Tierra.
Su guía y fundador, Nabor Cárdenas, era en los años 70 un párroco católico que una tarde de junio de 1973 recibió la visita de Gabina Sánchez Romero, una campesina anciana que le relató cómo la Virgen del Rosario se le apareció para pedirle que lo convenciera de erigir un recinto en su honor dónde, venerada, podría permanecer entre los mortales.
Al principio, el párroco -que tenía 63 años de edad y 38 de haberse ordenado sacerdote de la Iglesia Católica- no le dio crédito a las visiones de la anciana ni a las impresiones que la Virgen le transmitía sobre los males que acechan en el mundo.
El párroco terminó por creer pero no logró convencer a sus pares en el Vaticano, que lo excomulgaron. Cárdenas Mejorada pasó a ser el arzobispo Papá Nabor y Gabina Romero se convirtió en Mamá Salomé, según órdenes de la Virgen del Rosario y decires de la anciana, que sostenía mantener contacto directo y permanente con las más altas esferas celestiales.
En mayo de 1974 el párroco abandonó su encomienda en la parroquia de San José Puruarán y se trasladó al nuevo poblado a celebrar misas y administrar los sacramentos en latín acorde a los ritos tradicionales del Concilio de Trento vigente allá por el siglo XVI.
El poblado fue bautizado como la Nueva Jerusalén y la facultad de comunicarse con la entidad divina pasó de ser un presunto don a una negociación, ya que tras la muerte de Mamá Salomé en 1981, dos facciones se disputaban el puesto.
Las candidatas eran dos monjas del culto, una madura (Mamá María Margarita) y una de 16 años de edad (Mamá María de Jesús). Papá Nabor eligió a la joven. Las disputas fueron un signo del culto desde entonces y las expulsiones arbitrarias la constante, aunque no los mayores de los males, que estaban por venir.
El clima se ensombreció más cuando en 1991 ocupó el cargo de vidente Agapito Gómez Aguilar, que en el colmo del delirio decía no solo tener línea directa con la Virgen sino con el mundo de los muertos desde donde se comunicaba con el general Lázaro Cárdenas del Río.
Apocalipsis al interno
Papá Nabor detentó el poder durante 35 años hasta su muerte en 2008, pero no fue absoluto porque desde su llegada Agapito Gómez impuso su ley. Los pobladores lo denunciaron ante la justicia desde los años 90 por vínculos con la Gavilla de los 30, un grupo delictivo dedicado al tráfico de drogas, asaltos, secuestros y homicidios, los cuales se refugiaban en la comunidad.
La justicia michoacana ha sido la gran ausente en estos 50 años de existencia de la comunidad, por el contrario ha sido, por su omisión, cómplice de las atrocidades que han ocurrido en esa retorcida Jerusalén, entre ellas:
El asesinato en 2005 de Bartolo Eugenio Cruz que, junto con otros pobladores, denunció a Gómez Aguilar y a sus seguidores por los delitos de acopio de armas, tráfico de drogas, secuestro y violación. Fueron incendiadas las viviendas de los disidentes y estos expulsados. No hubo consecuencias penales para los responsables.
Otra aberración judicial fue el encarcelamiento de Georgina Vigueras, madre de dos niñas violadas por Agapito Gómez -quien embarazó a una de ellas de 11 años de edad-. El agresor pasó un par de semanas en la cárcel, a la madre la sentenciaron a 15 años de prisión por un crimen que no cometió. En la cárcel fue golpeada y violada y transcurrió más de cinco años en las prisiones de Tacámbaro y Uruapan.
Agapito Gómez murió impune a los 76 años de edad -el mismo año que Nabor Cárdenas-, el cual quería que los sucediera un jerarca de la secta, Martín de Tours que en la actualidad se disputa el poder contra Santiago el Mayor; el primero busca mantener la doctrina del origen de la secta, el segundo coincide con el sector de la población que quiere educación.
Las pugnas llevaron a la destrucción en 2012 de la primera escuela que se había construido en el lugar tres años atrás, pero gracias a la resistencia de los profesores y de parte de los pobladores que se arriesgaron a dar clases en la clandestinidad -como si de un crimen se tratara-, ahora cuentan con un preescolar, una primaria, una telesecundaria y un telebachillerato.
El poblado tiene también entre sus rasgos de modernidad, una presencia virtual. En el google maps -que años atrás no mostraba información específica de esa zona- entre calles nominadas como Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Egipto o Jericó, hacen acto de presencia los planteles escolares, fotos de sus lugares de culto y de alguna tiendita de abarrotes donde se ofertan incluso juguetes y aretes para mujeres, antes vetados.