Regla de Tres

El asesino dentro de mí

“Juntos elaboran un plan para sacarle la mayor cantidad de dinero posible a Conway y ´huir´ de Central City…”

Jim Thompson (EUA, 1906-1977) es un autor del que ya hemos hablado en esta columna. Hace unos meses reseñamos su famosa novela 1280 almas, considerada por muchos como una de las mejores del género negro en la historia, lo cual eleva al autor al Olimpo del noir, donde comparte trono con Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

Jim Thompson tuvo una vida azarosa, por decirlo suavemente. Fue obrero en los gasoductos de Texas, chofer, experto en explosivos, proyeccionista de cine de pueblo, camarero, periodista y, evidentemente, escritor. Publicó su primera novela hasta los 39 años, lo que le permitió dedicarse de lleno al oficio que amaba y vivir de ello. Su obra se destaca por su crudeza y economía de palabras. Sus historias transcurren en pueblos pequeños, polvorientos y atrasados del medio oeste norteamericano de la primera mitad del siglo XX, lugares que él conoció y padeció de primera mano. Por ello, al conocer su biografía, notamos los rasgos autobiográficos en sus personajes e historias.

Su padre fue un sheriff alcohólico y violento que tuvo una presencia intermitente en su vida y que acabó suicidándose cuando Jim ya despegaba como escritor. La huella que su padre dejó en él también puede rastrearse en sus personajes: seres atormentados, amorales, propensos a la violencia y al vicio. Jim alcanzó fama como guionista cinematográfico, llegando a escribir para Stanley Kubrick y Sam Peckinpah. Fue amigo del gran Woody Guthrie y padeció los estragos de la persecución macartista por su juvenil afiliación al Partido Comunista de Estados Unidos. Aunque gozó de prestigio en vida, no fue sino hasta una década después de su muerte, gracias a la editorial francesa Gallimard, que su fama explotó, convirtiéndolo en un autor de culto para los amantes de la novela negra.

De este autor recomendamos esta semana El asesino dentro de mí (RBA, 2017). El original, The Killer Inside Me, se publicó en 1952.

Lou Ford es sheriff adjunto de Central City, un pueblo texano que creció rápidamente durante la primera mitad del siglo XX gracias a la explotación de los yacimientos de petróleo descubiertos ahí. La población pasó de cuatro mil a cuarenta mil habitantes en menos de veinte años. Con el auge llegaron también los problemas y la necesidad de un cuerpo policiaco que no dudara en mantener a raya al variopinto grupo de inmigrantes y trabajadores que llegaron al pueblo en busca de trabajo. Lou es el hombre indicado para ello: detrás de su aparente molicie y bonhomía se encuentra un ser frío y totalmente amoral.

Lou ha mantenido latente por años su gusto por “castigar” a la gente, pero las circunstancias en el pueblo están cambiando, y decide que ya es tiempo de hacer lo que más le gusta: matar.

A los ojos de todos en el pueblo, Lou es un hombre cordial, simpático y cumplidor, que rehuye los problemas pero que, de ser necesario, no duda en enfrentarlos y no reniega de ninguna tarea por difícil que esta sea si se le ordena. Esta es solo su fachada de normalidad, construida pacientemente para ocultar un crimen de juventud que en su momento se le achacó a su hermano, quien pagó con su vida en un incidente turbio. Lou sabe que Chester Conway, el cacique del pueblo, está detrás de la muerte de su hermano. Inesperadamente, se le presenta la oportunidad de vengarlo y darle rienda suelta a su “enfermedad”, como él llama a su pulsión de matar.

Chester le pide que se deshaga -o al menos aleje- de Joyce Lakeland, una hermosa prostituta que tiene “idiotizado” al hijo de Chester, Elmer Conway. Lou se enreda en una relación tórrida con Joyce. A ambos les gusta el sexo duro y violento, lo que le da un carácter obsesivo a su relación clandestina. Juntos elaboran un plan para sacarle la mayor cantidad de dinero posible a Conway y “huir” de Central City, sin sospechar que Lou tiene otros planes en los que ella no figura.

La historia está narrada en primera persona a través de Lou, lo cual le da gran intensidad al relato. Él nos describe cómo va dando forma a sus planes, encajando las piezas para consumar su venganza contra Chester Conway y, además, librarse de todo aquel que le represente un problema, incluyendo a su novia de años, Amy Stanton, quien lo tiene agobiado con sus reclamos de matrimonio.

Lou tiene una mente fría y deductiva. Aunque no recibió una educación formal, leyó todos los libros de la biblioteca de su difunto padre, un médico de pueblo con muchos secretos en el armario. Esto le otorgó una cultura superior al promedio de sus vecinos. Lou disfruta pasar horas en la biblioteca, donde redondea en un soliloquio sistemático y frío los pasos para consumar su venganza.

La historia se complica, pues no todo sale como lo planeado. Aparecen otros personajes: el sheriff, un turbio líder sindical, el fiscal del condado y un tendero griego. Todos ellos complican los planes de Lou, obligándolo a replantear sus objetivos. Los muertos se acumulan y la tensión se vuelve prácticamente insoportable.

Conforme avanzamos, es evidente que el autor vuelca en sus personajes reminiscencias de su vida, obsesiones y conflictos. Todo ello está narrado en un lenguaje seco, desprovisto de florituras, y con una crudeza impactante. Resulta notable que esta novela se publicara durante el auge del macartismo, en una época marcada por el conservadurismo. Sin embargo, sus páginas rebosan violencia y salacidad, con una descarnada descripción del crimen y una inquietante exploración de una mente fría y ajena a consideraciones éticas o morales.

Una novela oscura como pocas, con personajes turbios y sin redención posible. Sus pasajes memorables impactan y sonrojan incluso al lector más avezado. Es una historia que difícilmente vería la luz en nuestra época de “corrección política”, pero que resulta necesaria. Nos permite asomarnos al lado más oscuro de la mente de un depredador, al que la literatura nos permite asomarnos, para luego salir aliviados con un suspiro y continuar nuestras vidas.

Por cierto, la novela fue llevada al cine en 2010, en una excelente adaptación protagonizada por Casey Affleck, Jessica Alba y Kate Hudson.


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