Libre de las ataduras de la academia, de las galerías, de los presupuestos, de la plataforma y del marco mismo del lienzo, el arte urbano va al encuentro con su espectador, no le pide permiso ni a él ni a nadie para dialoga
Ivonne Monreal
El arte urbano es una de las expresiones más genuinas del mundo contemporáneo, sintetiza el leitmotiv del arte en general: libre de las ataduras de la academia, de las galerías, de los presupuestos, de la plataforma y del marco mismo del lienzo, va al encuentro con su espectador, no le pide permiso ni a él ni a nadie para dialogar.
Su belleza radica también en que no le pertenece a nadie, ni al propio artista que lo dona como un acto de amor al mundo para retornar tras el parto a las penumbras del anonimato. Aún cuando lo han querido cooptar quienes no entienden el mundo si cada cosa no tiene el precio puesto a la vista, el arte urbano ha mantenido su integridad, no por nada su arquetipo más visible, Banksy, auto destruyó una obra suya tras su venta millonaria en la casa de subastas londinense Sotheby’s.
El espectador, sin importar su origen, se encuentra sin intermediarios consensos a degustar una obra con su individualidad, con su inteligencia y su experiencia y, los artistas urbanos convierten las calles en escuela, sobre los muros sopesan talentos y progresos, juegan al striptease de las emociones y calibran si están hechos para continuar su viaje de mano de esa exigente consorte que es el arte.
En ciudades de todo el mundo el frío concreto cobra vida, la arquitectura gris y funcional se viste de colores estridentes y logra comunicarse con su entorno mediante el arte urbano. Sorprende incluso cuando debe disputarse su efímera existencia en vetustas ciudades que como Florencia resguardan dentro de muros y templos incontables maravillas artísticas de todas las eras.
El arte clásico y la cultura pop se encuentran en las calles que recorrieron Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Ahí́, artistas urbanos como M_Fulcro, sacan de su sepulcro al sumo poeta Dante para cuestionar el mundo contemporáneo, la censura, el control de masas y la sociedad de consumo.
Otros más, como Maurizio Rapiti, simplemente juegan con personajes de cuadros celebres de Caravaggio, Vermeer o Jacques-Louis David, a quienes saca de su época y los contextualiza en la nuestra, incrustando elementos de la cultura contemporánea.
Están también los personajes con máscara de buzo de Blub, quien toma lo mismo a Marilyn Monroe, Andy Warhol y Freddie Mercury que a la Venus de Botticelli o el autorretrato de Da Vinci, a quienes sumerge en el agua en recuerdo de la gran inundación que sumergió cientos de obras de arte en Florencia en 1966.
Imagen portada: Leonardo Devito es “Mehstre”, ilustrador, pintor y artista urbano italiano; colaborador de la editorial independiente Contrabandista; egresado de las academias de Bellas Artes de Florencia y Viena | Fotografía: Ivonne Monreal
