Regla de Tres

Gaza: la ruta difícil de un documental


Rafael Rangel es un moreliano que se decidió a registrar los ataques de Israel contra Palestina. No fue fácil, pero concretó una experiencia que define “como la más oscura, pero también la más luminosa”

Con tres intentos fallidos por ingresar hasta la Franja de Gaza, un encuentro con la policía israelí y una obligada dirección a distancia, el moreliano Rafael Rangel logró con el apoyo de jóvenes árabes concretar un documental sobre la agresión de Israel contra Palestina.

El videoasta realizador de Gaza: la Franja del Exterminio, de 100 minutos de duración, señaló en una rueda de prensa realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad Michoacana, que el concretar el proyecto después de varias vicisitudes en solo cinco meses, habla de que contó con un equipo de colaboradores surgidos de la espontaneidad y el deseo de que se conociera la situación que prevalece en aquel punto del mundo, integrado por jóvenes que se entusiasmaron con su proyecto.

“Con un equipo de mexicanos no lo hubiera logrado”, refiere en alusión al tiempo y entrega que se requería para reflejar una situación “insoportable“, como la que se vive en la Franja de Gaza.   

“Difícilmente un judío de Polanco se va a meter a ver esta película. Esta película es de humanos, la ven humanos…”, manifiesta a pocas horas de que inicie la exhibición en Morelia del documental que fue rechazado por el jurado del Festival Internacional de Cine de Morelia para ser exhibido en su vigésimo segunda edición, en marcha desde el 20 de octubre, situación que afirma, le resulta indiferente. “No me atrae ese perfil. El cine que yo hago es subterráneo y no muy mediático”.

Con diez años dentro del cine, -“dedicados a retratar la marginación social, la locura, la pobreza”, definió la periodista Liliana David, quien moderó la rueda de prensa- Rangel plantea que después de trabajar filmando la esclavitud infantil en el Congo, la guerras de Afganistán o de Ucrania, en el conflicto que vive Palestina se enfrentó a la condición descrita por Hobbes: “el hombre es el lobo del hombre”.

Cuando tomó la decisión de abordar el conflicto de Israel en contra de Palestina, empezó a tocar puertas directamente en Palestina. Mediante algunos contactos le contestó un fotógrafo de guerra palestino, Mahmoud Mahen Zagout. Aunque en principio le dijo que no, señala que estuvo hablando con él todos los días vía el traductor en una aplicación, para que conociera íntegramente su propósito, acercándole material para que se compenetrara en el lenguaje del cine.

El fotógrafo tiene 24 años de edad, un joven que “siempre ha vivido en esa circunstancia, en Palestina, la cárcel a cielo abierto más grande del mundo. Me sorprendió su asimilación tan rápida de la información”, quien al poco tiempo aceptó colaborar en el proyecto.

Rangel señala que desde México inició a dirigir los preámbulos del documental, aunque la conciencia propia le cuestionó el por qué estar haciéndolo desde una distancia lejana al lugar de los hechos, así que decidió ir hasta la misma Franja de Gaza, con un viaje hasta Egipto, donde esperaba poder cruzar la frontera hacia Palestina, resguardada por siete controles de acceso.

“Ahí comienza la segunda fase del trabajo”. En El Cairo, en el aeropuerto lo recibió un joven de Jordania. Alude al “espíritu árabe” para señalar que después de platicar con el joven de su propósito, éste le dijo: “me uno a tu causa, dime en qué puedo ayudarte (…) Antes de salir del aeropuerto, ya tenía el equipo”.

El moreliano hace un contraste en este punto. En Occidente, plantea, el sinónimo de árabe es de terrorista. “Es una falacia, un gran engaño, es la visión desde Hollywood, si es mexicano es narco, etcétera…”.  Esa “otredad inexistente” fue el “modo” que posibilitó realizar el documental, dice.

Fueron tres los intentos de cruzar, hasta que en la última, señala, “pensé que no la iba a librar, le vi el rostro al enemigo”, al ser capturado por la inteligencia israelí, que lo detuvo y lo confinó desnudo en una habitación, donde lo sometió a interrogatorios sobre todo cuando encontró en su celular el registro de unas transferencias de pagos y que para sus captores era señal de apoyo a Hamás, el grupo que combate Israel sobre la Franja de Gaza, aunque finalmente por el mismo contenido en su teléfono se cercioran de sus propósito y lo amagan con expulsarlo, con la prohibición tajante de que abandone el proyecto o que se atuviera a las consecuencias… “El Mossad tiene tentáculos en todo el planeta”, señala sobre la policía secreta israelí.

Tras esa experiencia, dirigió el documental desde Egipto, con indicaciones a los jóvenes que se encontraban en pleno frente de guerra y quienes registraron las escenas más cruentas de una película que, define, “es para el futuro”.

¿Qué vamos a hacer?

Narra que venía de Londres de hacer una película “que me costó cinco años; y el documental lo realicé en cinco meses”, una experiencia que califica “como la más oscura, pero también la más luminosa”, al haber compartido la experiencia con los jóvenes palestinos y que le permitió conocer a una joven refugiada en Rafah, Nour, con la que cierra el filme mientras canta. Rangel se quiebra en llanto al evocar este final y el sentido de lo que canta la joven, una canción tradicional palestina que habla de un ave que vuela bajo la tormenta en busca de su nido.

Gaza: la Franja del Exterminio se ha exhibido en la Cineteca Nacional, donde se tuvo que proyectar simultáneamente en dos funciones ante el gran número de público, cuya respuesta “fue conmovedora”, dice Rangel. “La gente sale conmovida, se desploma, comprende, quienes se acercan a ver esta película ya tienen la semilla, están convencidos. Difícilmente un judío de Polanco se va a meter a ver esta película”.

Respecto al papel que le tocaría desempeñar a su documental ante la proclama de buenos y malos que promueve el discurso occidental sobre el conflicto en Gaza, dice que su intención es desde la neutralidad, con el uso de una “narrativa cruda, sin sesgos (…) como son las cosas” que afirma ha empleado en sus siete documentales dirigidos, y confiando en la inteligencia y en la sensibilidad del espectador: “Yo no señalo ni quien es el bueno ni quien es el malo. Mi función como cineasta es esa… que el espectador decida de qué lado está”.

“Quizá cumplí como cineasta, pero como humano, ¿qué vamos a hacer?”, se pregunta, al señalar que en su caso, junto con su esposa e hijas, han acordado apoyar a la joven palestina que cierra el documental para que venga a vivir con ellos a México. Otros, podrían hacer algo similar, dice al aludir a la necesidad de que se apoye a quienes viven bajo los bombardeos en condiciones severas de sobrevivencia. “Creo que tenemos que ser agresivos, con hechos, no con violencia, una agresividad opacada por la bondad”.

Este martes, en la Facultad de Filosofía, se realizó la primera de las tres funciones proyectadas en Morelia. Este miércoles 23 se exhibe en la Sala Solaris (avenida Madero Poniente número 394 interior 8, del Centro Histórico), y el viernes 25 de octubre en el Centro Cultural Clavijero a las 17:00 horas.


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