“Un mensaje con una foto de Ángel en medio de un charco de sangre la horroriza y abruma; junto con el mensaje recibe unas coordenadas a las que se tiene que dirigir…”
Gerardo Pérez Escutia
Zona Oscura
En esta columna hemos seguido desde sus inicios las peripecias de la inspectora Elena Blanco, quien está al frente de la Brigada de Análisis de Casos (BAC) de la policía española, lidereando un equipo sui generis, integrado por Zárate, mano derecha y pareja sentimental de Elena; Mariajo, la hacker sexagenaria y misántropa; Reyes, la más joven, especialista en trabajos encubiertos; Orduño, todo eficacia y lealtad; y Buendía, el forense dueño del humor más negro que se conozca, con una capacidad extraordinaria para interpretar las señales de los cuerpos que pasan por sus manos.
Como sabemos por sus anteriores casos: La novia gitana, La red púrpura, La nena y Las madres, la BAC es una brigada especial de la policía, depende directamente del Ministerio de Justicia. Se maneja con manga bastante ancha en comparación con otros cuerpos policiales, lo que le permite encargarse de los casos más difíciles y turbios que se presentan, manteniendo a la prensa y a los políticos alejados, y ejerciendo además funciones de limpieza y control de daños.
Sin embargo, los casos que han resuelto han dejado heridas profundas, tanto físicas como psicológicas en todos sus integrantes. El ánimo es fúnebre entre los miembros, y la desconfianza y cansancio hacen pensar que el fin de la BAC se acerca. Por si fuera poco, en sus investigaciones han sacado a la luz serios casos de corrupción policial, han pisado demasiados callos en las altas esferas del poder económico, tanto en España como en el extranjero, y muchos personajes de los poderes “fácticos” están presionando para su desaparición.
En medio de esta situación, Angel Zárate recibe información confidencial que lo puede llevar a descubrir quién mató, décadas atrás a su padre, Eugenio Zárate, quien fue policia infiltrado en redes criminales y compañero de Rentero (actual jefe de policia) y de Gálvez el director general. La muerte de su padre es el hecho más traumático de su vida, lo llevo a una juventud en hogares de acogida, delincuencia, y finalmente a decidirse por la profesión policial, siempre con la obsesión de encontrar al asesino de su padre.
En su búsqueda, Ángel comienza a incomodar a ciertos personajes de poder, y va surgiendo la ominosa figura de una organización clandestina y todopoderosa.
El clan, inspectora Elena Blanco 5 (Editorial Planeta, 2024), es el libro que recomendamos en esta ocasión, el más reciente de Carmen Mola, quien como sabemos, es el seudónimo de tres autores que han creado con asombroso éxito toda la saga de la inspectora Elena Blanco, y este libro, se presenta como el cierre final de esta serie.
La investigación de Zárate lo lleva a descubrir la existencia de un personaje por demás oscuro y huidizo, un personaje a quien solo se le conoce como Sipeeni, “el español” en el idioma Yoruba, apodo adquirido en los años que este esquivo sujeto pasó en África, en los años noventa del siglo pasado. Zárate sospecha, que la clave de la muerte de su padre gira alrededor del misterioso Sipeeni.
La narración nos lleva a Liberia, al año 2003. El Sipeeni avanza por un agreste camino en su todoterreno; tiene una cita en una aldea con Robert Gaynor, conocido como White Eye, uno de los “señores de la guerra” que se pelean palmo a palmo el territorio en este miserable y convulso país. El Sipeeni es un hombre conocido y respetado en su condición de extranjero: él provee de armas a White Eye, así como antes lo hacía con otro “señor de la guerra” que era su enemigo, y que gracias a la traición del Sipeeni, White Eye lo eliminó. A lo lejos ve un caserío con algunas chozas incendiándose, reconoce el ya familiar olor a carne quemada, que emana de todas las aldeas por las que pasa cualquiera de los ejércitos —si se les puede llamar así— pandillas de niños y adolescentes desarrapados, que forman esas troupe de locura, que masacran a los habitantes de las aldeas sin respetar a nadie. A pesar de estar curtido por ya haber visto demasiados cuerpos quemados y mutilados, al Sipeeni nada lo ha preparado para ver la dantesca escena a que se enfrentará en unos momentos, y de la que él sabe que es responsable en forma directa, como mercader y traficante de armas que surte a estas verdaderas máquinas de muerte, en las que han convertido a los niños soldados de Liberia.
Regresamos a la época actual, Elena tiene días que no sabe nada del paradero de Ángel Zárate. Un mensaje con una foto de Ángel en medio de un charco de sangre la horroriza y abruma; junto con el mensaje recibe unas coordenadas a las que se tiene que dirigir si quiere llegar a tiempo para salvarlo. De inmediato, al borde del colapso, corre a buscarlo.
A partir de este momento la narración adquiere un ritmo enloquecido, nos pasea por un escenario de corrupción y crimen desaforado. Carmen Mola nos muestra en esta historia toda su capacidad narrativa para llevarnos a situaciones y escenarios extremos. La investigación de Elena involucra a todo su equipo. A ella se le acusa de asesinar a un jefe policial y sus superiores la destituyen y ponen en su lugar a la inspectora Miriam Vaquero, una mujer rígida y perfeccionista, dispuesta a todo para poner orden en la BAC, pues bajo las órdenes de Elena ya se considera un total desastre.
La muerte del jefe policial, que todo apunta a Elena como culpable, pone en vilo a todo el equipo, y se dan cuenta de que más que investigar, a los altos mandos les interesa culparlos, y deshacer la brigada, pues Ángel y Elena se están acercado peligrosamente al centro de una trama criminal que tiene décadas, y que involucra a altos personajes de la policia y de la política. La brigada se convierte en objetivo del Clan y las muertes se van acumulando. En medio de todo sigue apareciendo la misteriosa y esquiva figura del Sipeeni, como el gran titiritero atrás de las muertes y de la conspiración para acabar a la BAC, y así ocultar crímenes mayores que han permanecido ocultos por décadas.
Esta es una novela particularmente dura, que en algunos capítulos narra escenas dantescas que dan cuenta de los extremos a los que puede llegar un ser humano envilecido por la guerra, el fanatismo, y las drogas. Nos sumerge en el infierno de los “niños soldados” de África en toda su “crueldad inocente” (válgame el oximoron), en sus ritos para obtener la inmunidad que sus Dioses les otorgan, y seguir matando, en guerras sin sentido, sin principio y sin final, en una vorágine de violencia que mantiene cautivas a naciones enteras en África. Una espiral de terror provocada e incentivada por las mafias de Occidente, quienes parasitan económicamente a estos países.
Y así, entre África y España, la trama avanza, y la narración se torna un thriller trepidante y adictivo, con capítulos cortos que enganchan sin remedio. Los diálogos son inteligentes y punzantes, y los personajes son duros, como “cortados a cuchillo”.
Carmen Mola nos presenta sin duda su novela más radical, más acabada. No se deja nada en la chistera, y nos brinda un festín de intriga y violencia que nos dejará exhaustos.
Si son adictos al Thriller duro, bien narrado y sin concesiones de ningún tipo, esta es la novela que tienen que leer.
Ilustración portada: Pity