Las movilizaciones del año pasado estuvieron marcadas por un discurso oficial estigmatizante, una valla insultante y muchos policías
Raúl López Téllez
Marchas divididas que reflejaron el asomo de las diferencias entre las colectivas organizadoras de las movilizaciones, marcaron el 8M del año pasado, donde golpes y gases lacrimógenos aparecieron en la escena frente a Palacio de Gobierno.
Las marchas habían transcurrido sin incidentes. Dos de ellas salieron de puntos cercanos, pero a cierta distancia uno del otro contingente. La Red, salió de la Plaza Morelos pero en un punto de la Avenida Madero se desvió hacia el templo de San Francisco, con la intención de dejar sus consignas sobre sus muros. Ya las esperaba un cerco de sacerdotes y fieles resguardando el inmueble ubicado justo donde nació la antigua Valladolid. De todos modos hicieron un mitin y en lo que pudieron, dejaron su rastro con spray en el pavimento y postes.
El otro contingente salió de la Calzada Fray Antonio de San Miguel. Avanzó a marcha lenta sobre toda la Avenida Madero. Más nutrida que la otra y también más beligerante, sus integrantes rompían vidrios de ventanas en casa particulares, negocios y plasmaban sus consignas sobre las fachadas.
La Asamblea Estatal de Mujeres, por su parte y desde el año pasado, partió desde Ciudad Universitaria, en una estrategia que repetirá este próximo miércoles 8 de marzo.
No faltaron los choques con la prensa, sobre todo con fotógrafos, a los que reclamaban mantener distancia y no hacer tomas directas. Nada nuevo ni grave por demás, una vez que la advertencia de las colectivas a que las marchas las cubrieran mujeres, se había hecho ya desde años atrás en otras movilizaciones, igual que lo han vuelto a advertir en este 2023.
En este último contingente ya era notoria la participación de algunos hombres al lado de las colectivas. Cubiertos del rostro y vestidos de negro, blandían palos y embestían con rudeza contra las vallas de metal, contra las que las primeras manifestantes que arribaron a Palacio, ya habían probado su fuerza corporal. Atrás de los muros de metal se veían los contingentes de antimotines, listos para actuar si caía el cerco, instalado a similitud de lo que dispuso Andrés Manuel López Obrador en el Palacio Nacional.
Más mujeres arribaban ante el inmueble y más se animaban al intento de que cayeran las vallas. Y uno de sus lados flaqueó ante la presión, y de ahí salieron los primeros disparos con el gas para contener a la multitud.
Las manifestantes corren. Reporteros y fotógrafos se alejan un poco sin salir del área. Llegan uniformados que cercan por las calles laterales al Palacio, Benito Juárez y Morelos. Hay torretas encendidas mientras la gente trata de alejarse, hay carreras, algunas y algunos se quejan de los efectos del gas, arden los ojos, dicen.
En la escena, una mujer con su hijo abrazado, aterrada en su rostro, permanece inmovilizada en medio del humo y las luces de las patrullas. “Vente, vámonos de aquí”, le dice otra que la toma del brazo y se la lleva.
Leña al fuego
Un discurso oficial de confrontación y una valla francamente hostil contra las feministas, enmarcó los actos previos al 8 de marzo del 2022.
Dos semanas atrás al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla dispuso la colocación de esta valla metálica en torno al antiguo Seminario Tridentino, sede del Ejecutivo estatal, hecho que indignó a colectivas.
No fue todo. Horas antes de que se desarrollaran las movilizaciones de las organizaciones feministas, Ramírez Bedolla las relacionó con hechos vandálicos, y las comparó con las actitudes de fanáticos del futbol que días atrás habían protagonizado un enfrentamiento en Querétaro, señalamientos que las colectivas condenaron como un discurso de odio, en particular Las Incendiarias, a quienes el morenista se refirió en específico.
El 8 de marzo por su “mañanera”, el presidente Andrés Manuel López Obrador criminalizó el objetivo de la protesta al señalar que era una postura conservadora reaccionaria. Supuso que la protesta sería violenta: “tenemos información que se están preparando con marros, sopletes, bombas molotov”. Por su parte, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Scheinbaum, también afirmó que habría grupos violentos.
En Morelia, la Policía Municipal detuvo a 28 personas, que fueron liberadas posteriormente, tras la presión de las colectivas.
El colectivo de periodistas #NiUnoMás, reportó en base a una investigación de la reportera Dalia Villegas Moreno del portal Contramuro, que 34 comunicadores recibieron agresiones e intentos de intimidación a su trabajo tanto por parte de elementos policiacos y de algunas integrantes de las colectivas.
En un reporte emitido varios días después sobre aquel 8M, los grupos Frente por la Libertad de Expresión y la Protesta Social (FLEPS), la Red #RompeElMiedo (RRM) y Comunicación e Información de la Mujer A.C. (CIMAC), coordinados para monitorear y acompañar las protestas en los estados de Jalisco, Guanajuato, Chiapas y Ciudad de México, señalaron que los discursos estigmatizantes desde las autoridades gubernamentales, como fueron el de López Obrador y Ramírez Bedolla, “generan un clima de desconfianza y miedo que inhibe la participación de las mujeres en las acciones de movilización, razones que históricamente han llevado a miles de mujeres a apropiarse del espacio cívico. De la misma forma, estas declaraciones centran el debate público en las formas de expresión de las mujeres durante las movilizaciones, en lugar de las exigencias de justicia y alto a la violencia”,
En un muestreo que hicieron estas organizaciones en las entidades citadas, señalan que “mientras que en las tres primeras entidades, la protesta fluyó de manera tranquila y sin reportar ninguna agresión, en la Ciudad de México documentamos actuaciones policiales represivas, ataques contra periodistas y personas manifestantes, previo, durante y posterior a las movilizaciones”, señalan, en un escenario parecido al ocurrido en Morelia, donde los periodistas también fueron acosados y objeto de agresiones durante la cobertura.
“La criminalización previa a la protesta es un elemento discursivo que permite justificar la alta presencia de fuerzas de seguridad en el centro de la ciudad, que en esta ocasión incluyo un grupo de antimotines de la Secretaría de Marina (SEMAR)”, señala el reporte, el cual consigna que en la capital del país se reprodujo el uso de gases lacrimógenos y al ataque a periodistas durante la cobertura.
¿Los responsables?
Un día después el 9 de marzo de 2022, las colectivas hicieron un llamamiento a través de Change.org para que se fincaran responsabilidades a funcionarios que dispusieron el uso de gases y agresiones directas contra mujeres y periodistas.
55 colectivos en Michoacán lanzaron una petición, “¡Basta de criminalizar la lucha de las mujeres en Michoacán!” en la plataforma Change.org para frenar la criminalización de la lucha de las mujeres en el estado, esto luego de las acciones emprendidas por la policía estatal y municipal con motivo de las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer.
«Al término de la marcha por el 8M en Morelia, Michoacán, fuimos violentadas, agredidas y algunas de nosotras detenidas por la policía municipal y la policía estatal. En los videos circulados desde la noche de ayer puede verse cómo elementos policiales golpearon, insultaron, hirieron con balas de goma, intimidaron y rociaron de gas y otras sustancias, a mujeres, niñas y niños ejerciendo su derecho a manifestarse, así como a compañeras y compañeros periodistas en el ejercicio de su labor», señalan.
Responsabilizaron al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla; a Alfonso Martínez Alcázar, presidente municipal de Morelia; a José Alfredo Ortega Reyes, secretario de Seguridad Pública en el estado y a Alejandro González Cussi, comisionado de Seguridad Ciudadana de Morelia, «del uso excesivo de la fuerza pública ejercido la noche de ayer (martes) y de criminalizar nuestro derecho a la libre manifestación y nuestro derecho a la protesta».
En dicha petición exigen:
1.A la Fiscalía General del Estado de Michoacán: Que se abran las carpetas de investigación correspondientes en contra de los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que resulten responsables por el probable uso excesivo de la fuerza pública durante la manifestación del 8 de marzo de 2022 en el Centro Histórico de Morelia.
2.A la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Michoacán: Que inicie las quejas de oficio por violaciones a los protocolos, acuerdos y derechos humanos durante la manifestación del 8 de marzo de 2022 en el Centro Histórico de Morelia.
3.A la Fiscalía General de la República y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos: Que absorban el caso descrito en los puntos 1 y 2.
4.A Alfredo Ramírez Bedolla: que se retracte y ofrezca una disculpa pública por sus declaraciones respecto a Incendiarias realizadas hoy 8 de marzo de 2022, porque con sus palabras no solamente nos llena de indignación, sino que en su calidad de mandatario estatal está denostando, ofendiendo y denigrando el trabajo de miles de mujeres que todos los días luchamos por un Michoacán más seguro, más igualitario, más libre y más pacífico. No entorpezca la ardua labor que realizamos todos los días para corregir las omisiones y equivocaciones de su gobierno y sus instituciones. Dialogue, no acuse. Las mujeres feministas de todo Michoacán lo estamos observando.
¿Se te hace chiquito?
Como prueba de que si observaron a Ramírez Bedolla al menos en los días siguientes al 8 de marzo, fue la aparición el 16 de abril de Las Incendiarias en un acto público del morenista en las afueras del Centro Cultural Clavijero, cuando junto con Paco Ignacio Taibo II inauguraba una feria del libro.
Las integrantes de la colectiva feminista se apersonaron en el evento con el cual arrancó el programa “Haciendo Lectores”, para manifestarse en contra de las declaraciones de Ramírez Bedolla hacia el feminismo y reprochar la actuación policiaca del 8 de marzo.
Mientras el gobernador era entrevistado en el evento, posterior a la inauguración de la muestra del libro en compañía del director del Fondo de Cultura Económica, las feministas arribaron al Centro Cultural Clavijero y con un altavoz señalaron que su presencia era para protestar por el trato recibido el 8 de marzo y señalar a Ramírez Bedolla su falta de atención a las mujeres.
Los gritos y consignas parecieron no inmutar a Ramírez Bedolla, quien al lado de varios morenistas, entre ellos el diputado federal Hirepan Maya, ni se movió del sitio donde era entrevistado. “¡Aquí estamos las violentas! ¿Nos tienes ubicadas? ¡Ven a conocernos!, ¿o se te hace chiquito?”, le lanzaron las integrantes de Incendiarias. “¡No somos una ni somos cien, pinche gobierno cuéntanos bien!”.